Cuando Fidel Nadal, Pablito Molina y Félix Gutiérrez fundaron Todos Tus Muertos yo no había nacido y mis padres apenas llegaban a la mayoría de edad. No supe de ellos hasta los 17 años, cuando acompañaron mi primer porro a ritmo de “Los Envidiosos”.
Con ese recuerdo llegué al Pabellón Cuervo del Palacio de los Deportes como a las 8:00 de la noche para ver a una banda eriza que ni merecen un lugar en mi memoria (sí, olvidé su nombre). Me compré una chela y luego, moneda sobre moneda, conté 15.00 pesos: mis sobras para volver a casa.
“Torquemada” inició las hostilidades, seguida de “Tu Alma Mía” y “Dale Aborigen” en las que se organizó un señor slam con miados voladores incluidos. Vino a mi cabeza cuando los vi por vez primera en el escenario más pitero del Vive Latino 2008; mismo día que guardé mariguana en mis calzones como todo un experto del tráfico, pero después, entre los madrazos, la perdí, se me cayó.
Fidel Nadal y Pablito Molina son expertos en desmadre. Saltan, giran, corren, avientan buenas piruetas. No parecen rebasar los 50 años. Son unos chamacos sobre el escenario y yo, en medio de mis 20, lloró por dos o tres codazos. “Pinche niñita”, me dije.
De entre el público surgió un lindo churro para acompañar las canciones “No Te La Vas A Acabar”, “Todo Lo Daría” y “Los Envidiosos”. Cuando llegaron los líderes supremos de la fuerza Lobo, la hierba mala ya había sido repartida, consumida, guardada otra vez. No podían sacarnos a todos así que mejor le llegaron entre insultos y empujones.
‘Pinche puta, te extraño’, gritaron cuando “Todo Lo Daría” y “Gente Que No” acabó por romperme la madre. Hasta entonces me salí. Tomé aire. Regresé, repartí dos o tres patadas más, algunos zapes. Partí a la parte trasera, abarrotada por señores acompañados de sus criaturas. “Esto es rock, hijo, apréndele”, imaginé que les decían.
Las rolas siguieron desfilando por el histórico reencuentro, entre ellas “Mandela”, “No Más Apartheid”, “Camino Real” y “Rasta Vive”. Félix Gutiérrez, con una playera del Puebla FC parecía contento y orgulloso de sus 30 años como músico. Nunca dejó de sonreír. Extrañé las dreadlocks de Pablito. Ojalá fueran inmortales.
“Ya nos vamos, muchas gracias” Se despidió Fidel a ritmo de “Andate”, “Mate” y “Trece”. En el metro me salté los torniquetes. En el suburbano también. Caminé hasta mi casa. Dejé mis 15.00 en el buró para comprarme unos pingüinos apenas esclarezca el cielo.
¡RASTA VIVE!