Texto: Gustavo Azem / Fotos: Andre Dulché
Solamente cuando vea que una leyenda como Fito Páez pisa el escenario principal, sólo entonces volveré a creer en la justicia. El señor tiene la virtud para conquistar cualquier horizonte con el delicado sonar de sus teclas.
El preámbulo
Pero una presentación de Fito Paez no puede verse jamás en estado de sobriedad, es algo que aprendí por la mala hace algunos años y no volví a caer en el error. Antes de llegar ya tenía encima como seis chelas revueltas con dos vasos de whisky, así que estaba preparado para los madrazos de melancolía, desamor o mala vida.
Y como yo, mucha otra banda estaba igual de borracha, el puro desmadre. “Olé, olé, olé, olé, Fitoooo, Fitoooo”, se podía escuchar en la cancha del Estadio Palillo Martínez desde dos minutos, no, menos, como cinco minutos antes de comenzar la tocada.
Que comiencen las canciones
Entonces llegó la hora de presenciar al gran señor, a la estrella de la noche, al protagonista, al padre, al amigo, al ser humano, al músico, al pianista (ah, ya chúpasela), simplemente a Fito Páez, quién de inmediato lanzó su característico Sampler de ‘El amor después del amor’.
Luego vinieron tres grandes clásicos: ‘Al lado del camino’, ‘11 y 6’ y ‘Naturaleza Sangre’, precedidos de su más reciente sencillo ‘Tu vida, mi vida’. El balance perfecto entre generaciones que quizá no tienen nada que ver, pero a la vez comparten tantas emociones gracias a las composiciones de un genio.
Para entonces, yo ya no podía cantar ni un poco, no articulaba bien las palabras por culpa del maldito alcohol, me dio la voladora. Sin embargo en mi mente retumbaron temas como ‘Ciudad Liberada’, ‘Circo Beat’ o ‘Brillante sobre el mic’. Cuando reaccioné, mis pies no dejaban de moverse al ritmo de la última pieza mencionada y mi garganta ya emitía sonidos.
“Hay secretos en el fondo del mar
Personas que me quiero llevar
Aromas que no quiero olvidar
Silencios que prefiero callar…”
Pero las teclas de un piano manipulado por Fito anunciaron el final de una espectacular vivencia. De una escena que no se podrá olvidar con el paso del tiempo, solo hasta la muerte. La muerte, pues, del concierto. Para ello utilizó la canción que siempre utiliza y que un día, cuando me compre mi propia isla privada, voy a establecer como el himno nacional: ‘Mariposa tecknicolor’. Hasta siempre, Fito, hasta luego melancolía. Nos volveremos a ver las caras.
Aquí te dejamos la galería completa de Fito Páez en el Vive Latino: