Halestorm es una banda trabajadora, que además de estar constantemente en gira, procura sacar material nuevo para sus fanáticos cada cierto periodo de tiempo y eso los ha llevado a ser una agrupación bastante exitosa, galardonada y que vende bien. Naturalmente, el cuarto disco de Halestorm, titulado Vicious, viene con cierta presión de superar las expectativas generadas por su sólida carrera y el hecho de que sus dos pasados discos hayan sido tan queridos.
Creo que Lzzy Hale es una joya que nació en el tiempo equivocado: tal vez en otra época, sus impresionantes aptitudes la hubieran llevado a convertirse en un ícono del rock mundial, pues su rango y poder vocal es cosa de locos. Sin embargo, tal vez ésta sea la época que más necesitaba de una Lzzy Hale. Una época en donde al rock le hace falta más poder femenil y que ha sido impulsada con ayuda de Lzzy, cuyo talento y actitud pateatraseros la han llevado a colaborar en una amplia gama de proyectos: la hemos visto recogiendo un Grammy, tocando en vivo la canción de entrada de una reconocida luchadora o hasta cantando ‘Stairway to Heaven’ con Billy Corgan y sus Smashing Pumpkins. Y Vicious es una muestra más del enorme talento de esta mujer y de la discreta pero siempre eficaz banda que la rodea: Joe Hottinger, Josh Smith y su hermano Arejay Hale.
Black Vulture inicia con ferocidad, alternando algunas delicadas partes melódicas con el poder vocal de Lzzy y también mandando un sencillo mensaje de superación a través de sus letras. Uncomfortable es rápida e ideal para continuar con el ritmo pesado, aunque de repente sufre de algunos bajones de calidad y me terminó gustando más Skulls, que tiene interesantes efectos de voz y cuenta con una estructura más creativa. Buzz nos habla sobre drogas y adicción al amor a través de potentes riffs y épicos gritos de Lzzy.
A continuación vienen las dos canciones más ‘sexosas’ de Vicious. Do Not Disturb y Conflicted conforman el primer respiro del disco, pues ambas se toman su tiempo para intentar seducirte a través de muy obvias, y honestamente poco creativas, letras sobre sexo.
Killing Ourselves to Live tiene un feeling ochentero, con el mejor solo del disco y un coro de esos para cantar a todo pulmón en un concierto; aunque por alguna razón, la llegué a sentir como canción estilo ‘We Are the World’, como para promover alguna caridad por televisión. Vicious, Painkiller y White Dress son las rolas más débiles, de esas que podrías escuchar como fondo sin prestar mucha atención, aunque White Dress es la canción que me imagino perfecta como fondo musical en un video promocional para una lucha femenil de WWE, no muy pesada, entretenida, con cierto encanto y aplastando clichés sobre ‘mujeres princesas’ y empoderándolas de manera muy cool.
Los discos de Halestorm son siempre una dinámica mezcla de pesado y atrevido rock con power ballads, y Vicious no es la excepción. Así como tenemos Skulls y Uncomfortable en el lado ‘pesado’ también tenemos canciones más tranquilas como Heart of Novocaine y The Silence. Ambas son unas joyitas, emotivas y cautivantes, pero irónicamente con significados opuestos: Heart of Novocaine está llena de crudo odio y pisotea al amor sin voltear atrás, mientras que The Silence habla sobre el alcance del amor y el poder infinito que conlleva; es la rola encargada de cerrar el disco y es la máxima demostración del poderío vocal de Lzzy, una canción emocional que alberga tremenda pasión y que hacia su cierre, logró ponerme la piel de gallina… bien podría ser la mejor balada que ha creado Halestorm.
Vicious es otro buen disco de Halestorm. Es fácil de escuchar, es dinámico, cuenta con letras empoderantes y la magnética voz de Lzzy Hale como ancla para rescatar hasta a la más repetitiva canción. Este disco no es atrevido, ni reinventa la rueda, y no es el mejor que haya creado la banda, pero es uno con mucha actitud, con canciones pegajosas, memorables baladas y con una sólida capa de rock pesada envolviendo a toda la acción. Lzzy Hale es un tesoro musical y su voz debería ser patrimonio cultural de la humanidad.