Locamente Millonarios es un filme cuya enorme importancia radica en tener a un elenco totalmente asiático, algo que muy rara vez se ve en Hollywood. Y a raíz de ello, la película arrasó en taquillas norteamericanas: con su dinero, la gente está diciéndole a Hollywood: ‘hey, nos gusta la diversidad, nos gusta sentirnos identificados con nuestra cultura y raíces, no todo tiene que ser sobre blancos, rubios y musculosos’. Pero más allá de su relevancia cultural, ¿es esta una película recomendable? o ¿es otra comedia romántica del montón?
Basada en una novela del mismo nombre, ésta es la historia de Rachel Chu (Constance Wu), una profesora de Nueva York que viaja a Singapur para conocer a la familia de su novio Nick (Henry Golding) con el que lleva saliendo más de un año. Durante el viaje se da cuenta de que su enamorado no es cualquier muchacho bonachón, sino un millonario (prácticamente un Príncipe Harry) cuya familia es muy conservadora y difícil de impresionar. Así que durante toda la película, Rachel tiene que navegar este mundo totalmente ajeno a ella para intentar ganarse el respeto de la familia de Nick y en particular el de su clasista suegra, Eleanor (Michelle Yeoh).
Éste es un filme que se siente ligero, como para pasar el rato y reír un poco. No es que sus chistes te vayan a matar de risa, pero tampoco son ofensivos. Awkwafina (Ocean’s 8) se roba la película con sus exagerados ademanes y divertidas líneas, apareciendo justo cuando más se le necesita, dándole comedia al asunto y convirtiéndose en el ancla emocional de la protagonista. Y en general todo el elenco hace un gran trabajo para mantener a flote a la película, llevando la trama por buen camino. Constance Wu (Fresh Off the Boat) es genial como la ingenua pero inteligente y determinada protagonista que aguanta buenos golpes al hígado provenientes de su suegra, interpretada de manera implacable por Michelle Yeoh (Crouching Tiger, Hidden Dragon).
La fotografía y el diseño de producción son una maravilla, pues las fiestas, la boda, los paisajes, todo está creado para quitarte el aliento y provocar en ti ganas de gastar tus ahorros en un viaje a Singapur. No importa qué tanto odies la película, ya que la simple estética de ella paga el boleto.
Tengo sentimientos encontrados con Locamente Millonarios pues siento que hay dos mensajes predominantes. Por un lado, la trama te incentiva a estar seguro de ti mismo, encontrar una identidad y crear tu propio camino sin importar tradiciones o lo que otros piensen de ti. La protagonista se ve abrumada por un mundo totalmente distinto al que ella conoce, lleno de lujos y arrogancia, en el que intenta quedar bien con todos porque cree que eso permitirá que la relación con Nick florezca, y entre todo esto, como audiencia se te recuerda la enorme carga emocional que tienen los padres en la vida de sus hijos: parece que no importa cuánto se esfuerce Rachel, nunca tendrá la clase que la suegra quiere para su hijo. Y aunque complicado, es importante forjar nuestro propio camino para seguir a nuestro corazón y hacer de un lado la opinión de los demás.
Pero no todo es mensaje poético, pues la película sufre de un guión inconstante, algunos clichés del género de comedia romántica y por momentos llega a convertirse en una mezcla de Cenicienta con Sex in the City: la protagonista está siempre persiguiendo al clásico ‘príncipe azul’ hollywoodense y la materialista trama constantemente intenta transmitir la idea de que ser millonario es lo mejor. Peor aún, en el último acto, sentí que la trama se llegó a inclinar hacia el mensaje de ‘sacrifica tu propia felicidad para perseguir al chico ideal’.
Locamente Millonarios es una película culturalmente relevante que cumple con el objetivo de mantenerte entretenido, inclinándose más al lado romántico que al de la comedia. El guión no es el mejor, pero nos muestra un muy buen desarrollo de personaje apoyado de tremendas actuaciones y una hermosa cinematografía. El conflicto central es enganchante e intenta transmitir un importante mensaje, aunque como mencioné anteriormente, la película casi se descarrila en basura clásica hollywoodense.