En los últimos momentos de la sorprendente y taquillera The Lego Movie, vimos cómo el mundo Lego de Emmet y Lucy era invadido por adorables, coloridas y letales criaturas Duplo (el Lego para bebés), desencadenando así la trama de una segunda entrega en la que la que los personajes Lego sobreviven en las cenizas de la destrozada Bricksburg (ahora renombrada Apocalypseburg, una parodia de Mad Max), evitando construir cosas coloridas o divertidas que llamen la atención de los invasores Duplo. Todo esto es una representación metafórica de cómo en la vida real, un niño es obligado a compartir sus juguetes Lego con su hermanita.
Y en el centro de la historia Lego, está otra vez Emmet, quien – a pesar de la desgracia que lo rodea – sigue siendo tan positivo y despreocupado como siempre. Sin embargo, ante la latente amenaza de una invasión más agresiva por parte de los Duplo, Emmet comienza a ser presionado por su entorno y su querida Lucy para volverse más rudo y que así, pueda enfrentar y sobrevivir a la dulzura de los invasores, sobre todo cuando se topa con la tarea de rescatar a sus amigos.
Creo que la primera película de Lego nos tomó a todos por sorpresa y su originalidad la impulsó a causar enorme revuelo, pero tras dos filmes (The Lego Batman Movie y Lego Ninjago Movie) que siguieron modelos similares, el factor frescura se ha desvanecido de la franquicia. Afortunadamente, La Gran Aventura Lego 2 no se vio afectada por eso y simplemente continuó su alegre camino, lleno de color y pegajosas canciones. Y es que esta secuela sabe exactamente lo que es y utiliza toda herramienta, personaje y ladrillo Lego a su disposición para expandir su alcance, brindando el maravilloso humor que se ha vuelto marca de fábrica y desarrollando muy bien su historia central. Hay corazón y energía a montones, además de complejas secuencias de animación, acción frenética y un protagonista fabuloso.
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La división entre el entorno serio del hermano y los coloridos personajes de la hermana está muy bien establecida y tras reflexionar, te das cuenta de que la creatividad desplegada para crear la balanza entre ambas partes es tremenda, sobre todo al momento de relacionar lo que ocurre en el imaginativo mundo Lego con la vida real de dos hermanos peleando por tener dominio sobre los juguetes. Ambas historias (las del mundo Lego y el mundo real) tienen su propio mensaje y ver cómo el rompecabezas de elementos se va armando te genera enorme satisfacción.
Algo que cautivó a audiencias en la primera entrega, era la capacidad del guión para satisfacer a niños y adultos por igual: aquí, Phil Lord y Christopher Miller mantienen esa magia intacta, con chistes simplones, referencias e impecable timing cómico. Entre más conozcas de cine, mundo geek y cultura pop, más te recompensa esta película: te encontrarás carcajeando ante chistes de Terminator, la aparición de basquetbolistas o la parodia a Mad Max en la que se enfoca el primer acto. Otra vez hay muy buen humor alrededor de Batman y el cotorreo recurrente con respecto a un nuevo personaje llamado Rex es fantástico. En lo personal, la atmósfera cómica de la franquicia Lego me funciona en todos los niveles y no paré de sonreír toda la película.
Hay muchas canciones, todas con buenos ritmos que constantemente inyectan de energía a la película pero cuya traducción al español – aunque bastante buena – sentí llegaba a perder fluidez y hasta coherencia. La canción de los créditos es excelente y no le vendría nada mal a miembros de La Academia escucharla con atención.
La Gran Aventura Lego 2 es tan adorable, inocente y placentera como la primera entrega: es otra vibrante aventura para chicos y grandes, con desbordante creatividad, un guión repleto de humor y un mensaje sobre siempre ser uno mismo, sin importar la presión o expectativas que el mundo te imponga.