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The Smiths – Meat Is Murder

35 años de injusticia social, violencia doméstica y veganismo

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Por lo general cuando se hace referencia o se menciona el estatus de culto de The Smiths, la atención se va hacia The Queen is Dead y no hacia el trabajo que hasta el momento ha sido su único número uno en ventas en las listas del Reino Unido, el por demás legendario Meat Is Murder que este año llegó a las 35 primaveras el 11 de febrero, originalmente publicado por el sello Rough Trade.

Segundo trabajo de estudio de la banda originaria de Manchester, publicado apenas un año después de su extraordinario debut homónimo. Este trabajo del cuarteto injustamente no goza del mismo cariño que el popular The Queen Is Dead o el cierre épico de Strangeways, Here We Come, mismos que consolidaron la popularidad final del grupo y la transformaron en mito.

La huella de Meat Is Murder

A Meat Is Murder no se le perdona la ausencia de efectividad compositiva (lo que sea que eso signifique), de sencillos y de lados B memorables. ¿Entonces por qué dejó una huella tan profunda en la discografía del grupo? Dicen que lo más simple es lo más complejo. Si bien el debut de la banda fue una irrupción violenta en el panorama musical inglés de su época, que proveyó de un refugio sonoro a los marginados de la sociedad, este álbum es la concreción manifiesto antiabuso de poder, el tan anhelado día después de la batalla ganada y con ella el enorme desafío de mantener la victoria.

Los marginados habían ganado esta vez, (al menos eso pareció en 1984), cuando a diferencia de la ficción Orwelliana, la historia ofrecía un final menos trágico. Con el reconocimiento de aquellas personas que por más de una razón no se ajustan a los parámetros de normalidad social, aquellos que vieron en “Moz” la representación de sus miedos y aspiraciones al grito de “podremos estar vestidos con harapos, pero tenemos algo que ellos jamás tendrán”.

Desmembrando este material de The Smiths

Aquí es donde en conjunto sus diez rolitas (la primera versión no incluía “How Soon Is Now”), adquieren otra dimensión, un poco menos vertiginosa y mordaz, pero mucho más reflexivo y profundo. Dando pauta a universalidad expresiva, con letras capaces de tocar un mayor número de almas para llegar más lejos, cohesionadas por un planteamiento musical más refinado e inteligente.

Hay temas de fina hechura como “The Headmaster Ritual”, donde se aborda el tema del maltrato infantil por parte de los docentes. Las aventuras y desventuras en el amor Rusholme Ruffians, con la base rítmica de “(Marie’s the Name) His Latest Flame de Elvis”, el mismo tipo de amor enfermizo que te hace decir “quiero a la única persona que no puedo tener, está escrito en mi cara” en I Want The One I Can’t Have.

¿Qué pasa con las melodías?

Las melodías están más trabajadas, con ritmos innovadores y una delicada producción a cargo del grupo en conjunto con Stephen Street que logra corregir con éxito los desfases de crudeza y sonidos de su antecesor, con mayor cohesión y un sonido más pulido, más ad hoc con la aguerrida sutileza de la banda. Las letras son de carácter más general, menos personalistas. Por ejemplo, “Barbarism Begins At Home” es una dura crítica a la violencia doméstica. O la irreverente “Nowhere Fast” donde Morrisey afirma sin tapujos que quiere “bajarle los pantalones a la reina” de Inglaterra. Por supuesto no podemos ignorar el veganismo beligerante de “Meat Is Murder”, (sonido de sierras eléctricas y vacas incluido).

Por primera vez se explota la veta emotiva con letras melancólicas, punzantes y desgarradoras, canciones que vehiculan de manera inmediata con su público, un trabajo osado, aventurero, que suena más atrevido y soberbio, sin olvidar que su rol es el de la banda de marginados. La revolución ya empezó, ¿por qué no calmarse un poco y refinarse?

Ni el más querido, ni el más popular…

En síntesis, Meat Is Murder es el mejor álbum de The Smiths, aunque no sea el más querido ni el más popular, es aquel que hace que te enamores de la banda o deje de gustarte. La concreción del sueño, la muestra fehaciente de que en plena era Thatcher puede ocurrir el milagro de que te encuentres a una banda como The Smiths y en pleno siglo XXI siga vigente en algunos de sus postulados a pesar de haberse desintegrado.

La portada del álbum utiliza una fotografía de 1967 de un marine estadounidense, Michael Wynn, en Vietnam, aunque con el texto de su casco cambiado de “Make War Not Love” a “Meat Is Murder”. La imagen original se usó para el documental de 1968 nominado al Oscar de Emile de Antonio en el año del cerdo.

En 2003 fue incluido en la lista de los 500 mejores álbumes de todos los tiempos, en el lugar 295 y en 2012 como parte del libro los 1001 álbumes que debes escuchar antes de morir en el lugar 296.

Hay muchas ediciones, pero la mejor por sonido (remasterizado) y presentación (es una reproducción exacta del vinil original en cd), es la japonesa del 2006.

Por supuesto, básico en cualquier fonoteca rocker que se respete, si les gustó compartan, si no comenten.

Sibarita, irónico e irreverente, Comunicólogo de profesión, texto-servidor por accidente. Converso al “Indie” desde el 2009 después de vivir una experiencia místico-digital. Audiofilo de closet. Lector compulsivo de libros; amante del rock, el jazz, el cine, los cómics y la ópera. Otaku retirado y Japonfílico rehabilitado. Su alter-ego “starcat” a veces piensa por él.

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