Cine
Aguas Siniestras, un churrazo de terror para arrancar el año
Inician los estrenos del año con Aguas Siniestras, una propuesta interesante de terror pero que no concreta sus ideas.
“Todos le tememos a algo” es una gran premisa universal, un argumento que de forma inevitable, pone a tu mente a divagar en sus rincones más profundos. Aguas Siniestras, estreno de terror que llega a salas mexicanas, es una producción que busca ahondar en la idea a partir de un miedo muy primitivo del ser humano: el agua. Y digo busca porque no lo logra, por supuesto.
Basado en su propio cortometraje, esta es la ópera prima del cineasta Bryce McGuire y con las actuaciones de Wyatt Russell y Kerry Condon, la cinta es otro de sus argumentos prometedores que no logran concretarse más que en una marejada de películas iguales. Y eso que apenas va empezando el año…
De qué va Aguas Siniestras
Ray Waller es un talentoso beisbolista (de los Cerveceros de Milwaukee, por cierto), que debido a la esclerosis, es obligado a retirarse dadas las nulas posibilidades de recuperación. Esto lo lleva a al fin asentarse junto a su familia en un tranquilo suburbio cuya casa, posee una piscina. Aunque al principio luce común y corriente, pronto cada uno tendrá experiencias aterradores en ella, siendo Ray el más beneficiado por los incidentes sobrenaturales, a la vez de ser el más corrompido.
Con Aguas Siniestras estamos ante un filme cuya idea pudo dar para más de explotarse el tono correcto el cual, sin duda debió ser la comedia. La mayor virtud que comparte es un sentido del humor muy simpático que se asoma en varias ocasiones, en ocasiones blanco, en otras irónico. Hay diálogos y reacciones divertidas que ayudan a que este trabajo, se sienta dinámico y no pierda el ritmo.
Pero fuera de eso, estamos ante la clásica gringadera de hora y media donde conviven adolescentes guapos y perfectas casas en los suburbios, sin nada de originalidad ni un desarrollo real a la situación. El problema inicial recae en que jamás se establece de forma concisa el antagonismo del agua, ni como una especie de maldición cliché o siquiera de una idea metafórica inteligente. Solo pasan cosas malas porque sí y a otros, totalmente al azar, se le cumplen sus deseos a través del sacrificio. También, nada más porque sí.
Lo irritante es cuando al fin se le da cierta explicación a lo ocurrido y recae en el soporífero argumento del amor que ya deberían prohibir. El planteamiento, a secas, de que el agua que llega a la alberca tiene voluntad propia y funciona como un macabro pozo de los deseos (hasta el hijo del beisbolista se avienta su monedita, bien simpática la cosa), es una resolución vacía, de nulo interés si es que se pretendía tomar de forma seria. Así de simplona, solo hubieran hecho algo tipo La alberca asesina en una línea serie B y habría sido una maravilla.
Pero lo peor de Aguas Siniestras es cuando se siente la falta de libertad creativa para ajustarse a calcar este mismo estilo que Blumhouse, sobre todo cuando James Wan se asoma en la producción, quiere forzar. McGuire tiene una premisa con potencial pero jamás se adueña de ella. No es de a fuerzas que todo deba verse igual, entre altos contrastes, narrativas donde los niños recaigan como las víctimas a la Insidious. Porque cuando se atreven a crear joyitas tipo El teléfono negro, que experiencia tan agradable se vuelven.
Conclusión
¿Cuántas películas de terror genéricas habrá en 2024? Cuenta a partir de esta, donde la idea de la maldad proviene de nosotros queda a un lado por el “así es el agua, bro”, trastornando a una enorme pereza de sobrellevar una película a base de jump scares y entes sacados de la tienda de máscaras del mago Frank.
Siempre encontraré un gran valor en los trabajos cuya gran parte, se desarrolle en una sola locación pero es uno de los pocos elementos a rescatar de Aguas Siniestras y francamente, pocas personas dan cuenta de ello.
Es la clásica película americana de escasas emociones, diálogos que deben explicar lo que acabas de ver y todo elemento de producción visto hasta el cansancio, desde el manejo de la cámara hasta el trabajo de locaciones. Hay un temor a no dejarse llevar por el absurdo que en realidad, no comprendo porque no juguetear más ahí.
Como ruido de fondo mientras pasa en canal 7 un jueves en la tarde o para evitar el tedio de un viaje en camión, funciona bien. Gastar por ella no es opción. Al menos sale un temazo de Judas Priest.