Cine
La habitación de al lado: un triunfo más de Almodóvar junto a Tilda Swinton
Tras dos cortometrajes realizados en habla inglesa, La voz humana y Extraña forma de vida, Pedro Almodóvar debuta su primer largometraje en dicha lengua: La habitación de al lado, un drama envuelto en un agudo comentario social y los habituales guiños de humor negro del manchego que para la ocasión, reunió a dos grandes actrices en una conversación inigualable en la carrera de ambas: Juliane Moore y Tilda Swinton en su segunda colaboración con el autor tras su adaptación al monólogo de Jean Cocteau. Sabina bien podría incluirla ya en una versión actualizada de “Yo quiero ser una chica Almodóvar”, la verdad.
Basada en la novela de Ingrid Nunez, la obra ganó el León de Oro en el Festival de Venecia y actualmente, nominada a mejor actriz de drama para Swinton en los Golden Globes, esta es una de las mejores películas que verás en salas como un gran cierre del 2024. Un pesimista canto de almas viejas atrapadas en un mundo que con mayor recelo, oculta su perversidad en las sombras y que pone sobre la mesa esa apatía que cada vez nos gobierna más como seres humanos.
“Vivimos en un mundo absurdo y deshumanizado”: De qué va La habitación de al lado
Ingrid Parker (Moore), es una exitosa escritora que en su juventud, trabajó en una revista junto a la corresponsal de guerra, Martha Hunt (Swinton). Separadas durante años pero con una inquebrantable amistad, la vida las reúne en una circunstancia complicada: Martha sufre de cáncer terminal y como último favor, le pide a Ingrid acompañarla en una cabaña durante sus últimos días hasta que decida quitarse la vida con una pastilla obtenida (bien de los chavos) en la Deep Web.
Durante los días que comparten, recuerdan sus experiencias pasadas, las relaciones personales que ambas llevan y sobre todo, reflexionan acerca del desesperanzador futuro que le aguarda a la sociedad.
No hay forma de iniciar este texto sin primero aclamar las actuaciones de ambas actrices. En cada papel que da, Swinton sale a hacerlo de forma brillante pero aquí, logra superar todo aquello donde se le ha visto. A pesar del carácter fatalista de su personaje, una exitosa periodista con una fallida relación con su hija, logra contagiar una actitud que deambula entre el cinismo, el goce de poder abrirse con tremenda honestidad hacia otra persona y la huella que las guerras dejaron en ella. Porque nadie vuelve de una guerra, parte de ese ser que partió muere, se transforma y entiende esa maldad del hombre. Es una revolucionaria en todo sentido sin temor a provocarnos a pensar el eterno dilema moral de la eutanasia y la muerte digna.
La escena que mejor engloba el sentimiento del filme llega cuando Ingrid va a un gimnasio local para distraerse un rato. Ella procede a tomar una lección con uno de los instructores quien comparte lo difícil que es dar indicaciones de los ejercicios sin tocar a los clientes por aquello de las acusaciones de abuso. La respuesta de la mujer es tajante: “sí, vivimos en un mundo absurdo y deshumanizado”. ¡Qué verdad tan bella y trágica! Estamos ante un mundo que perdió su empatía no solo por quien tiene a lado, sino por nuestro entorno al que destrozamos sin piedad.
No fue en vano la decisión de haber filmado una película en Estados Unidos. A pesar de lo universal que resulta el tema de la muerte, La habitación de al lado es una historia que solo podía hacerse sonar a través de los protagonistas que viven esta decadencia, sofocada entre el consumismo, la indiferencia y la hipocresía de su sistema, representada muy bien por la fugaz participación de Alessandro Nivola como un policía de aquellos testarudos que representan a la perfección este discurso extremista que gobierna el pensamiento americano desde hace unos años.
A este comentario contribuye bastante la participación del personaje de John Turturro, antigua pareja de Moore. Un autor nihilista que no ve sentido alguno a la vida a la espera solo del final pero con la suficiente sabiduría de entender el proceso que atraviesan ambas mujeres y sin titubeo para apoyarlas en lo necesario.
Finalmente hay que hablar sobre la participación de Juliane Moore. Al principio ella funge una voz pasiva hacia las ideas de su amiga sobre la muerte pero pronto, entabla un equilibrio en la visión de Martha. Hay una escena que de inmediato me llevó a Persona de Bergman al mostrar esta unión que trasciende más allá de un lazo; penetra en el inconsciente y se vuelve parte de ella. No todo está perdido, siempre hay algo porque alegrarse y romper la rutina. Es gracias a ellos que se concreta esta complicidad, base para que la cinta funcione a la perfección hasta su inevitable y triste conclusión.
Todo este relato ocurre en esta obsesiva postal del director hacia el imaginario gringo que creció viendo en el Hollywood de la Época de Oro. Una fijación vista antes en el protagonismo que adquiere Un tranvía llamado deseo en Todo sobre mi madre o el Johnny Guitar en Mujeres al borde de un ataque de nervios. Pero aquí, finalmente Almodóvar puede plasmar a placer esa belleza cotidiana inspirada por las pinturas de Hopper, Andrew Wyeth y las flores de Mapplethorpe en un esfuerzo por representar vida ante la inminente oscuridad, convertidas en elementos presentes que marcan una precisa dirección de arte. ¡Ese contraste entre los amarillos pálidos y vivos rojos es una maravilla!
Aunque amaría decir que La habitación de al lado es perfecta, fiel a la usual tradición del director, el primer acto tarda demasiado en arrancar para ser un intercambio que no necesitaba mayor presentación para llegar a profundizar el sentir de sus protagonistas. Ni que decir de la clásica torpeza que tiene en ciertos diálogos, eso ya nunca se le irá. Aunque es parte del encanto, eso sí.
Solo Almodóvar podría mostrar un lado tierno y muy ligero sobre los últimos días de una persona pero sin dejar a un lado un humor negro acertado y el comentario social, un debate que sobre todo, debería llegar a generaciones jóvenes. No se trata solo de afrontar una situación, sino como alguien más, en tan solo unos cuantos días, puede transformar por completo tu perspectiva y darle un enfoque distinto al camino que recorres. Además, ¿cómo puedes perderte ver dos de las mejores actuaciones del año? Corre a verla ahora mismo.