Cine
El Club de los Idealistas
¡Ya prohiban el cine chavorruco, por caridad!
Con el regreso de la cartelera en la nueva normalidad, también el cine mexicano retoma su racha de estrenos que había conseguido desde hace unos años. De los pendientes exclusivos de Cinépolis, llegará el 24 de septiembre a salas El Club de los Idealistas, protagonizada por Juan Pablo Medina, Naielea Norvind, Claudia Ramírez, Andrés Palacios, Víctor González y Tiaré Scanda. A pesar de una interesante premisa falla estrepitosamente cuando intenta ser graciosa, aunque en el fondo, pudo ser un cautivador melodrama sobre las verdaderas amistades.
Un grupo de amigos universitarios se reúne en casa de Arandas, el único del clan que siguió el sueño de construir su propia casa en el bosque para llevar una vida tranquila de retiro. A pesar de que el resto aparenta una vida perfecta en los ámbitos laborales y personales, pronto salen a la luz todas las mentiras y problemas que cada uno guarda. Entre fricciones, las vacaciones servirán para probar la valía de su amistad.
Por increíble que parezca para algunos, hay varias cosas a favor en El Club de los Idealistas. El soundtrack es una rockola con los grandes éxitos del rock en tu idioma, desde Miguel Mateos y Kenny & los Eléctricos hasta Santa Sabina y Tijuana No! En ocasiones no funciona su montaje, pues da la impresión que varias canciones fueron utilizadas para rellenar vacíos argumentales pero cuando funciona, son momentos divertidos.
Como parte del variado elenco, tenemos dos rostros que sin duda le dan personalidad al filme: Andrés Palacios y Claudia Ramírez. Siempre es un gusto verlos en pantalla, más cuando sus personajes funcionan tan bien. Mientras Palacios interpreta al galán en decadencia, Ramírez es una reconocida psicóloga en depresión con un humor seco y sarcástico. Lástima que los demás personajes no mantengan el mismo nivel.
Es aquí cuando comienzan los grandes problemas de la cinta. De entrada, los dos primeros actos son un genérico pretexto de comedia chavorruca en los clásicos estereotipos explotados hasta el cansancio en la filmografía nacional. La mexicana con aires de española, el hombre recio de bigote casado con la hippie cósmica, el artista atormentado por su fallido matrimonio, etc. Los chascarrillos a partir de sus personalidades opuestas son rancios, un humor con el que solo los graduados de escuelas privadas de Interlomas podrían simpatizar. Ni que decir del personaje del hijo de Arandas, un pequeñuelo presuntuoso que a momentos busca retratar una madurez que no comparten los adultos a su alrededor. ¡A ese niño solo le falta su copa de sidra Santa Claus mientras parlotea sobre Salinger y da terapia a la psicóloga!
De hecho, llega un punto donde la película no decide su dirección. Dado que la comedia no funciona más que para esbozar un par de sonrisas, hacia el clímax da un giro dramático que de haberse explotado desde un principio, le habría favorecido. No pueden esperar a meter el conflicto principal en 10 minutos y resolverlo en un parpadeo. Es una lástima que no haya tenido una mejor construcción, pues hay repentinos destellos de originalidad como la violencia hacia los hombres en el matrimonio, la exploración homoerótica y las relaciones con marcadas diferencias de edad.
El Club de los Idealistas cae en una clasificación muy de moda ultimamente: comedia de Godínez. Si tú y tu grupo de amigos oficinistas, ávidos de comer en tupper y entrarle a tandas, aprovechan los momentos en los que la Licenciada Martha sale de juntas todo el día para irse al cine, esto es para ustedes. Pero si no caes dentro de este demográfico, ni le muevas. Sus buenos momentos son opacados por complacer boberías de una industria enviciada por comedia innecesaria.
Calificación: 4.0