Wrath of the Druids, la expansión de Assassin’s Creed Valhalla que te llevará a vivir el folclor irlandés

Es cierto que Assassin’s Creed se ha estancado un poco en la fórmula establecida por Origins hace unos cuantos años, a la par de rescatar algunos elementos del pasado y enamorarse… De las microtransacciones. Y aunque para el lanzamiento de Valhalla varios fans encontraron un juego reiterativo en cuanto a mecánicas, muchos nos aventuramos en una vasta aventura nórdica con personajes memorables, ambientes llenos de secretos y decenas de horas por completar. Si eres del segundo grupo, será imperdible para ti jugar Wrath of the Druids, expansión ya disponible en todas las consolas donde se encuentre el juego. En esta ocasión, la reseña se realizó en PS4.

Para comenzar tu aventura en Wrath, primero deberás cumplir con ciertos requisitos que seguro a estas alturas, ya cumple tu personaje. De entrada ya debes tener tu asentamiento en Inglaterra, así como haber completado una de las dos primeras alianzas disponibles. La más importante: tu personaje debe estar en nivel 55. Hago especial énfasis en ello porque una vez en Irlanda, te enfrentarás enemigos totalmente distintos y algunos bastante complicados. Ya que hayas cumplido con ello, es hora de zarpar con el pueblo gaélico.

Azar, un extraño personaje del medio oriente llegará al puerto de tu ciudad, Ravensthorpe, con una invitación del rey de Dublín, quien resulta ser tu primo. Donde estuvo todo este tiempo que luchabas en Inglaterra por expandir tu dominio (cuando todo el tiempo mencionan que “las noticias sobre tus hazañas viajan rápido”) quedará como un misterio. Al llegar a la capital irlandesa, las cosas no marchan tan prósperas en materia de política: los distintos asentamientos vikingos luchan por mantener su hegemonía en la zona, incluido tu primo, Bárid, quien dejó atrás las barbáricas peleas para adentrarse en el mundo del comercio, elemento clave de esta expansión.

En Wrath of the Druids sobresale el sistema de intercambio para conseguir objetos exóticos de regiones lejanas. Los más fans de la serie sonreirán al ver armaduras o armas vistas en otros títulos, mismos que podrás encontrar en constante rotación en todas las tiendas de la región explorada en Valhalla. Además, obtener recursos como pieles o metales, se siente mucho más sencillo en esta nueva región que en Noruega o Inglaterra, sobre todo cuando comienzas a construir tus propios centros mercantiles, lo cual involucra mejorar las construcciones en cada puesto; similar a mejorar Ravensthorpe pero aún más adictivo. Cabe destacar que todos los materiales, plata y armas que hayas obtenido con anterioridad, te acompañarán en el viaje. Y viceversa: aquí será sencillo ganar mucha experiencia si ya te encuentras en niveles avanzados.

Así como tendremos objetos novedosos, también veremos habilidades nuevas, donde destaca el poder de convocar a un lobo (en un momento muy alucinógeno) para pelear a tu lado. Aquí entra el punto más fuerte de Wrath, el tono fantástico en el que se desenvuelve una vez conoces el complot de un misterioso culto de druidas y que a la larga, te enfrentará con hombres lobo entre otras criaturas. El mapa de Irlanda, absorto en sus pantanos, ofrece algo que en realidad, pocos juegos AAA se aventuran a ofrecer en estos días: un sentido de personalidad y una narrativa que envuelve su sencillo relato en detalles sutiles. Posee una atmósfera de cuento de hadas que sugiero complementar viendo Wolfwalkers para entender el verdadero encanto del juego.

No solo eso, la misma historia ofrece un curioso sentido de la identidad en cada personaje con el que te cruzas, desde la andrógina Azar, pasando por tu primo quien duda sobre sus raíces y opta por una nueva vida en aras del progreso y su hijo, quien busca con desesperación a un modelo bravío por emular. El mismo Gran Rey Flann en su proyecto por unificar a todos los pueblos irlandeses, busca crear una nueva semilla que se expanda por Europa gracias a la unión de los más aptos. Una maravilla.

Conclusión

Si amaste Valhalla, Wrath of the Druids es un obligado. Es obvio que las mecánicas no cambiarían y claro que robarás monasterios, navajearás todo lo que se pone en frente, etc.. Pero la vibra folclórica de fantasía le da un extra que se sintió ausente en la parte inglesa del juego. El hecho de que respete esta cuestión “que hubiera pasado” a nivel histórico que han tenido los DLC de Assassin’s Creed, como el destino dictador de Washington en la tercera entrega, lo vuelve más divertido.

No solo eso, sino que tienes 10 horas más de historia por cumplir a través de su mapa de buen tamaño (que varios han criticado cuando vaya, es solo una expansión no un nuevo juego) y para el coleccionista neurótico, habrá muchos secretos y pillaje por completar. Por los 500 pesitos que cuesta, adelante.