Cine
Crítica de Top Gun Maverick: aviones, ochentas y Tom Rruise
Top Gun Maverick es uno de esos espectáculos muy disfrutable, una cinta de acción de esas que llenaban las salas en verano en los años 80 -90.
En 1986, de la mano de Don Simpson y Jerry Bruckheimer llegaría el estreno de Top Gun, una cinta de acción y aventuras tan ochentera y tan pro estadounidense (¿hay alguna que no lo sea?) que fue un hitazo en taquilla gracias a la presencia de un par de talentos jóvenes (Tom Cruise y Val Kilmer) que no sólo saldrían sudados, sin playeras y pilotando aviones de élite, sino que aprenderían a ser compañeros navegando por los cielos a ritmo de Kenny Rogers y la partitura de sintetizadores de Harold Faltermeyer, logrando salir airosos de la ‘zona de peligro’.
Eso a grandes cuentas fue Top Gun de Tony Scott (el menos popular hermano de Ridley), director especializado en este género y que en esta cinta basada en un artículo de una revista ayudó a lanzar por el aire la carrera de Tom Cruise, Val Kilmer, Anthony Edwards, Tim Robbins, Kelly McGillis y Meg Ryan, por decir algunos nombres. Con todo y una recepción crítica medianona, nada pudo evitar que la cinta ochentera con una carga homo erótica visible disfrazada de machismo heroico y un romance al más puro estilo de “Take My Breath Away” de Berlin, la convirtieran tiempo después, en un referente de la época y la carrera misma del cientólogo favorito de Hollywood.
TOP GUN MAVERICK, UN REGRESO A LOS CINES DE HACE 40 AÑOS
Han pasado casi 40 años (cual meme) para que esta historia encontrara un nuevo vuelo de la mano de Tom Cruise, quien apega al factor nostalgia tan común últimamente para regresar a ese rol tan querido de Maverick, el piloto sin miedo, en una secuela directa de la cinta de 1986. Es así que, con la ayuda de Paramount Pictures y unos cuantos buenos amigos aterriza en cines Top Gun: Maverick, en la que el veterano piloto tendrá que enfrentar los errores de su pasado mientras se vuelve el guía de una nueva generación.
La edad nos alcanza a todos, dicen. Pero pareciera que esta ahora franquicia fue congelada y regresó con más efectos y mejores técnicas para hacer lujo de su acción. Sin embargo, todo el tiempo se siente esa vibra de un blockbuster de antaño que sabe usar su nostalgia para alargar su vida de buena forma mas allá de la tremenda sencillez del relato o de la falta de profundidad en la misma, pues literalmente es aprender una misión y ejecutarla.
El único que sufre cierta deconstrucción o avance es el mismo Maverick de Cruise (a quien ya alcanzó la edad ahora si), que tiene que convertirse en eso que nunca quiso ser además de enfrentar esos esqueletos en el pasado como piloto y como pareja de una vieja conocida (Jennifer Connelly).
Pero esto no es una queja, sino más bien un regreso curioso a esas cintas de acción que estaban hechas para entretener, echar un taco de ojo y, ¿porqué no?, ponerse una chamarra y lentes de aviador para ir en contra del viento subido en una moto, huyendo del destino (no cambiándolo, eso es exclusivo de los Magneto). Eso era gran parte de la esencia de Top Gun y aquí se siente, de alguna forma mejorado para un mayor entretenimiento en el que Joseph Kosinski saca provecho de la tecnología actual y de la actitud siempre aventada de Cruise para lograr unas secuencias que resultan casi inmersivas.
A su vez el director rinde homenaje a ese factor nostálgico obligado sin caer en la copia barata o dependiendo de ella. Simplemente hay secuencias que remiten a aquella cinta de Tony Scott, comenzando con grandes alusiones ochenteras y poco a poco transformándose en una versión más moderna, una especie de blockbuster oldie recargado y que se aleja de la fórmula del excesivo CGI y los chistes marvelita que ha dominado el mercado durante al menos una década, lo cual permite agregar que Top Gun ha envejecido como una especie de buen vino aunque tal vez Tom no lo ha hecho tanto.
Las actuaciones no necesitan una mayor complejidad, sin embargo, existe una subtrama romántica que carece de química, siendo eso uno de los talones de Maverick (digo, Aquiles) de este emocionante filme. Simplemente entre Jennifer Connelly y Cruise ya no existen esas chispas que muy al inicio de sus carreras tenían cuando enfrentaban al chamuco en Leyenda, de Ridley Scott. Pero la dinámica con los nuevos pilotos élite, especialmente con Rooster (Miles Teller) resulta interesante.
La música es otra parte importante de Top Gun y aquí es grato reencontrarnos respetuosamente con el ya icónico tema de la original, compuesto por Harold Faltermeyer, que se refuerza con las nuevas composiciones de Lorne Balfe, que conoce bien el género de la acción. Y aunque no está de regreso Berlin ni Kelly McGillis, el tema romántico de la cinta corre a cargo de la ganadora del Oscar Lady Gaga al lado de Hans Zimmer en un tema cursi como sólo puede tener un piloto enamorado, “Hold My Hand”.
Con todo y un clímax a lo Star Wars o con lo simplista de su premisa e incluso un cameo que sacará la lágrima del mas macho espectador, Top Gun: Maverick es uno de esos espectáculos cinematográficos que resulta muy disfrutable, una experiencia que se siente como una clásica cinta de acción de esas que llenaban las salas en verano cuando no existían las pandemia locas y en especial, sirve como testimonio de que Tom Cruise y su Maverick les ha caído bien el paso del tiempo, sabiendo sacar provecho de los ochentas, los aviones y la testosterona desbordada. Bienvenidos de vuelta a la ‘Danger Zone’.