Cine
Muerte Infinita: una sátira sobre la clase privilegiada
La tercera película de Brandon Cronenberg, Muerte Infinita (Infinity Pool) se encuentra protagonizada por Alexander Skarsgård y Mia Goth.
Este 30 de marzo llegará a las pantallas de cine la tercera película del director Brandon Cronenberg: Muerte Infinita (Infinity Pool). El hijo del director David Cronenberg -precursor del body horror- nos trajo anteriormente Antiviral (2012) y Possessor (2020), y en este nueva entrega trata de crearse una identidad que si bien retoma elementos del padre, busca su propia identidad.
Esta cinta fue estrenada en el Festival de Sundance de este año, pero causó una gran polémica por su alto nivel de contenido gráfico, sexual y de violencia, que hizo que la película tuviera que ser reeditada para poder ser distribuida en cines. Es decir, bajarle tres rayitas al tigre.
La inspiración comienza en La Tolqa…
Bienvenidos a la isla La Tolqa (ubicación ficticia), un lugar paradisíaco que cuenta con un resort de lujo para gente pudiente que cuenta con un solo problema: se encuentra en medio de un país rodeado de miseria, pobreza y en donde los huéspedes no pueden dejar el hotel por temor a que sean violentados. Decir cuarto mundo es poco.
En este ambiente tan contrastante, encontramos a James (Alexander Skarsgard) y Em Foster (Cleopatra Coleman), una pareja que decidió salir de la rutina y visitar ese lugar. Por un lado, James es un escritor que raya en el ámbito de la mediocridad, casado con la hija de un importante editor de libros. Ese viaje es la excusa perfecta para buscar inspiración para su siguiente libro (cosa que viene aplazando desde hace años). En ese lugar, conocen a otra pareja: Gabi (Mia Goth, que también la puedes ver en Pearl) y Alban Bauer (Jalil Lespert) con los cuales deciden romper las reglas y romper las reglas saliendo del resort.
Más allá del borde del paraíso, empieza la tragedia para James, ya que después de un accidente en donde mata a un pobre granjero, tendrá que enfrentarse a una ola de violencia y adentrarse en mundo de horrores surrealistas: James tendrá que decidir entre morir ejecutado por el hijo mayor de la familia a la cual agravió o pagarle a la policía una gran suma de dinero para crear un clon y que muera en su lugar.
Más allá de la violencia y el sexo desbocado…
En un primer plano, Muerte Infinita nos remite a algo que pasa todo los días en el mundo: los ricos no tienen que pagar por sus actos delictivos ya que gracias al dinero pueden salir impunes. Por el otro, la policía odia a los turistas pero ha creado un plan para poder exprimirles hasta los últimos dólares de sus cuentas bancarias. Nada alejado de la realidad, solamente ha sido exagerado en pantalla.
Dentro de la crítica que maneja esta película, también podemos encontrar un dejo hacia el sistema económico en el que vivimos, el cual ha polarizado a la sociedad; haciendo a los ricos más ricos, ya los pobres más pobres. Y es que, mientras todo en el resort es elegancia y sofisticación, comen lo mejor posible y descansan en una hermosa playa; afuera la gente muere de hambre y vive bajo el yugo de un gobierno tirano al puro estilo de una dictadura como Cuba o la antigua Yugoslavia.
Por el lado de la violencia, las muertes remiten un poco a lo que hace Rob Zombie, Robert Rodríguez o Sam Raimi, donde pasas de la violencia, el gore a lo sarcástico y hasta lo cómico. Uno de los puntos claves de la película son los clásicos planos cerrados y un tanto largos que maneja Cronenberg; lo cual hace que veas los cambios que van sufriendo los personajes tanto física como emocionalmente.
Cronenberg fiel a su estilo, utiliza un recurso al estilo familiar, en donde la cámara se distorsiona para ir mostrando imágenes superpuestas que poco a poco van cambiando la forma de ver del protagonista o golpes de imagenes que podrían causar convulsiones. Todo esto bajo la idea de los sicotrópicos y adentrarte al viajesote que plantea el director.
La imágenes chocantes y que hacen que el espectador se voltee están presentes en Muerte Infinita: cuellos degollados, torsos apuñalados, máscaras asquerosas que incluso incluyen tripofobia, rostros aplastados, sangre en demasía, y claro, orgías propiciadas por las drogas en donde los cuerpos se deforman adquiriendo hasta una apariencia demoníaca.
Entre los puntos negativos, aunque la historia y premisa es entretenida, es que existen algunas incongruencias en el personaje principal. Y es que, Alexander Skarsgard es un hombre grande y corpulento, y parece risible que no pueda someter físicamente a alguien tan menuda como Mia Goth o la bola de viejitos calenturientos que los acompañan (claro, aquí podría influir el deterioro mental del personaje).
A nivel de actuación, parece que al hijo mayor de los Skarsgard le falta más presencia; mientras que Mia Goth nos deja claro porque es la nueva reina del terror: su actuación te lleva de la mano de la posible inocencia del personaje a la lujuria (sin ser la campesina de X), terminando en la locura combinada con el gore.
Muerte Infinita no es para cualquiera, si te dejas llevar por los actores esperando un slasher no lo vas a tener, es una cinta dura, sexual, crítica a un nivel un tanto desesperante y si sufres de epilepsia, mejor ve a ver otra cosa.