Cine
Crítica de Ofrenda al Demonio: seres malignos y exorcismos judíos a la orden
Nada como la batalla clásica del bien contra el mal, esa donde la fe, las creencias y los entes demoníacos ponen en duda a los mortales problemáticos que han evitado sus conflictos por mucho tiempo. Ofrenda al Demonio no reinventa el género ni busca hacerlo, pero sí explota todos los elementos habido del cine de exorcismos, posesiones y demonios con un toque de judaísmo que nos regala un par de sorpresas en el camino.
¿De qué va Ofrenda al Demonio?
El relato se enfoca en Arthur (Nick Blood) y su esposa, Claire (Emily Wiseman). Él vuelve a casa después de rechazar su pasado, dejando atrás al mundo de la comunidad judía ortodoxa. Después de quince años, busca hacer las paces con su padre Saul (Allan Corduner), que dirige la morgue de la comunidad ubicada en el sótano de su casa. Pero tras este reencuentro, reciben un cadáver poseído por un antiguo demonio llamado Abyzou.
Como la breve sinopsis indica, estamos ante un relato típico de terror alimentado de un drama familiar que genera las cuestiones de duda, falta de fe o culpa que van a detonar en un enfrentamiento con el demonio femenino Abyzou, voraz entidad del folclore judío responsable de abortos involuntarios y muertes de bebés. Pero antes de entrar a fondo en lo que ofrece esta historia, hablemos de su director.
Los demonios de Oliver Park
El realizador británico, que a su vez es guionista, productor y actor, tiene cierta simpatía por el género, escribiendo historias de terror mucho tiempo antes del éxito que tuvo con su cortometraje Vicious, ganador de un premio en el Toronto After Dark. Siendo seguidor de autores como H.P. Lovecraft o directores como Hitchcock, Carpenter, Craven y Barker, Park esperó pacientemente hasta poder realizar estos pequeños relatos que, inevitablemente, lo llevaron a esta ópera prima.
Ofrenda al Demonio sirve para que Park, a través de los ritos jasídicos tradicionales, examine este relato tradicional de terror a través de una mirada que se alimenta de referencias como La Morgue (Ovredal, 2016) o Cadáver (van Rooijen, 2018) en cierto punto narrativo, centrando la tensión en la funeraria del sótano de la familia, para luego trasladarlo a todo el edificio, pero en especial a las mentes de los personajes, sus culpas y relaciones rotas.
Park, como buen amante del género, le da cabida a los tropos conocidos en este tipo de películas, especialmente aquellas que se enfocan en la mirada del judaísmo para las batallas del bien contra el mal, como en Posesión Satánica (Bornedal, 2012) o The Vigil (Thomas, 2019). Pero en Ofrenda al Demonio, el director le añade un poco más al voltear la cuestión de la posesión debido a la naturaleza del espíritu maligno, o dybbuk.
Además, utiliza todos estos símbolos y creencias para sembrar curiosidad en el espectador, mismo que suele desconocer las formas de la cultura judía ortodoxa. Eso ayuda a que existan interrogantes dentro de la película que ayuden a elaborar el suspenso para tratar de saber qué demonios está pasando con esta familia, este ente y los rituales.
Pero es la historia humana detrás de este relato de miedo que encuentra ecos y se convierte en la base de todo. Los protagonistas están rotos, todos tienen fallas en sus relaciones y es en le viaje para encontrar el concilio entre esos fantasmas del pasado inexpresados entre padre e hijo que el mal sale a flote.
También se agradece que Park no decida reinventar nada del género en Ofrenda al Demonio, pero que si sepa cómo ejecutar y mover cada pieza del ajedrez malévolo que plantea para hacerlo lo suficientemente atractivo en un momento donde la oferta de terror se satura con muchas propuestas que fallan justo en eso.
Tal vez una de las debilidades más claras en la historia de Park es el exceso de juego con el típico jump scare en busca de un susto sencillo. Asimismo, también adolece de un CGI de bajo presupuesto que no le ayuda a sacar el mejor provecho de esos momentos que deberían de crear mejores sustos pero ofrecen algo que llega a romper la sensación de tensión.
A pesar de estos problemas, la cinta de Park resulta una decente cinta cuyo principal atractivo es la exploración de una mitología como la hebrea, abriendo el panorama a una cinta que depende más de los temores humanos que de las maldiciones, de esos lazos rotos de familia que de las entidades, encontrando en los oscuros recovecos de su fotografía y espacios cerrados una forma eficiente de contar un relato poco original pero si bien hecho.