Cine
Crítica de Boogeyman: una terrorífica adaptación a Stephen King
Después de algunos tropiezos adaptando a Stephen King, Boogeyman prueba que los miedos más básicos pueden ser objeto de pesadillas
Nada como aligerar el verano con unos cuantos sustos que den gusto. Y qué mejor que sea con una historia creada por uno de los escritores más recurrentes para el género: Stephen King. Después de sendos tropiezos intentado revivir algunos de sus clásicos, llega Boogeyman: Tu Miedo es Real, un filme que estaba destinado a salir directo por streaming pero que, debido a la buena respuesta de la gente, da el salto a salas de cine con la misión de que ‘el coco’ contagie a todos de terror. ¿Lo logrará?
De qué va Boogeyman: Tu Miedo es Real
Inspirada en el cuento corto que aparece en El Umbral de la Noche, la cinta de Rob Savage nos presenta a Sadie Harper (Sophie Thatcher), una estudiante de secundaria, y a su hermana menor, Sawyer (Vivien Lyra Blair), consternadas por la reciente muerte de su madre y sin mucho apoyo de su padre, Will (Chris Messina), un terapeuta que está enfrentando su propio duelo. Pero cuando alguien desesperado llega inesperadamente a su casa en busca de ayuda, una aterradora entidad que se alimenta del sufrimiento de sus víctimas les demostrará que sus miedos apenas comienzan.
Aunque el cuento original es muy corto y solamente se basa en el testimonio de un tal Lester Billings (ojo al dato en la cinta) dándole un giro final bastante escalofriante, en esta versión cinematográfica solamente sirve como una pequeña inspiración para hablar de temas bastante interesantes en el guion escrito por Scott Beck y Bryan Woods (la saga de Un Lugar en Silencio) junto a Mark Heyman (El Cisne Negro, 2010, Aronofsky).
Si bien aquí, como en ese pequeño relato, el Boogeyman (o el coco, hombre del saco y demás títulos con los que se le conoce) no tiene una forma conocida y se sigue alimentando de las penas cual personaje de pesadilla, en este filme lo que justifica su presencia ante la familia Harper es la pérdida y el no poder soltar. Eso es lo que detona sus mas grandes miedos y hace que la criatura tenga sed de alimentarse de ellos.
Asimismo, la cinta de Rob Savage , quien no es ajeno al género (Host, 2020; Dawn of the Deaf, 2012), decide explorar un enfoque que respeta la misma esencia del cuento original: la fragilidad masculina y la ausencia del padre debido a la culpa. Will (Messina) es incapaz de escuchar o hablar de la muerte de su esposa y aunque sus hijas están claramente perturbadas por este hecho, él parece un tanto desinteresado en ello hasta que las cosas comienzan a salirse de control.
Ahi viene el ‘coco’: las protagonistas y el monstruo
Uno de los grandes aciertos del filme son sus protagonistas. Tanto Vivien Lyra Blair como Sophie Thatcher (Yellowjackets) hacen una dupla de hermanas que poco a poco son consumidas por la presencia maligna del Boogeyman en una casa llena de un espíritu más importante que el monstruo mismo: la ausencia de la madre que tiene a estas chicas sumergidas en un proceso de duelo muy diferente.
Por un lado, Sawyer, la menor, es retraída y, como buena pequeña, le teme a la oscuridad. Siempre está aferrada a una luz, algo que le permita conciliar el sueño ante el fantasma constante de la falta de su mamá. Esa lámpara de luna es su mejor amiga y, curiosamente, se convierte en un arma de protección contra ese miedo de la soledad que poco a poco se torna en una presencia real ávida de devorarla.
En contraparte tenemos a Sadie, la adolescente rebelde, aquella cuya pérdida ha ocasionado una fractura entre su red de seguridad. Sus relaciones están pendiendo de un hilo, sus amigas no le hablan, su padre evita hablar del tema y su hermana menor está teniendo esas visiones en las cuales no cree. Sin embargo, con el paso del tiempo, veremos que detrás de la dureza de Sadie existe otro miedo: el de no saber cómo dejar ir.
Ahí es donde interviene el Boogeyman, que se convierte en la representación física de su dolor. El diseño de la criatura obedece a las creencias más básicas del cine de horror. Al inicio solamente se le escucha decir palabras con una voz tétrica. Mientras el conflicto crece, vamos viendo cada vez más de la bestia a través de dos ojos en medio de la oscuridad, un dibujo en un cuaderno o pequeños vistazos entre las sombras que hacen dudar de su presencia maligna y ocasionan uno que otro buen jump scare de fórmula.
Esa parte es bastante divertida, pues Savage juega con los clásicos elementos que dan miedo a los niños, las puertas oscuras, el no mirar debajo de la cama, las extrañas siluetas o ruidos dentro de una casa en la que el diseño sonoro y la fotografía con su respectivo juego de luces (rojas, azules, amarillos) ponen un atmósfera adecuada que va evolucionando de un terror primordial hacia algo más adulto.
A pesar de esos grandes detalles, la cinta peca en su ritmo, mismo que de repente rompe las atmosferas generadas para darle más peso al drama familiar que potencia este relato de monstruos. Sin embargo, a pesar de las convenciones en las que la adaptación de este cuento corto puede caer para alargar la historia hacia una hora y media de duración, Boogeyman nos recuerda que, muchas veces, esos miedos que esquivamos en nuestro día a día, pueden ser los monstruos que acaben con la misma.
Con una estética que abandona por fin el enfoque de las tecnologías modernas, Savage y compañía prefieren enfocarse en el dolor de la pérdida como motor de nuestros peores temores, logrando sacar al maestro King de la mediocridad de muchas adaptaciones o revisiones recientes para entregar una efectiva cinta en la que el miedo es real y el ‘coco’ también.