Crítica de Mujeres del Alba, lucha y valentía que resuena

Existen hechos históricos que parecen no ser tan recordados en nuestro país. Pero gracias a la visión de algunos realizadores dentro del cine mexicano, hay relatos que son retomados por este arte. Tal es el caso de Mujeres del Alba, tercer largometraje de Jimena Montemayor donde se inspira en los textos de su padre para hablar del espíritu de lucha y resistencia en medio de la injusticia, algo que resuena en el presente en varias comunidades de esta nación.

De qué va Mujeres del Alba

Basada en las novelas “Las mujeres del alba” y “Las armas del alba” del escritor Carlos Montemayor, la cinta aborda lo sucedido tras el asalto al cuartel de Ciudad Madera en la Sierra de Chihuahua en 1965, cuando cansados de los abusos y despojos de las compañías madereras y ganaderas en complicidad con las autoridades, un grupo de maestros, estudiantes y líderes campesinos se rebelaron para tomar las armas, comenzando la que es considerada la primera acción de la guerrilla contemporánea mexicana.

Quienes se rebelaron se vieron obligados a ocultarse mientras que sus familias se convirtieron en el principal objetivo del ejército. Esta historia coral es contada desde la perspectiva de las mujeres valientes que mantienen la cotidianidad de sus vidas mientras luchaban desde sus propios frentes para ayudar a la causa.

Este poderoso relato por parte de Montemayor sabe mostrar la crueldad de las autoridades que ignoraron los derechos de los pobladores de Ciudad Madera, en específico centrándose en la milicia y las autoridades que tomaron la determinación de justicia, haciendo ver la lucha de los oriundos de esta tierra como un acto criminal, algo que no podía estar más alejado de la verdad.

La directora se enfoca no en la violencia congénita ni en la represión gráfica, sino en las consecuencias de este amargo hecho que aún en nuestro presente resuenan a través de las sobrevivientes. Aquellas, madres, maestras, hermanas, hijas que vieron la impunidad desatarse frente a ellas y, por ello, decidieron protestar en contra de ello hasta las últimas consecuencias.

Una de las grandes virtudes de Mujeres del Alba es el ensamble coral de actrices (Valeria Torres, Chantall Frías, Catalina López, entre otras) que dan vida a las luchadoras que vivieron para contar este relato valiente de resistencia. Cada una dota a sus personajes, inspirados en las verdaderas mujeres que formaron parte de esta pequeña revolución, de una sensibilidad enorme que alimenta el espíritu de lucha para mantener la causa viva sin que su vida diaria se esfume por completo.

Asimismo, la directora utiliza nuevamente ciertos elementos de realismo mágico en su relato, donde podemos ver lirismos desde la tierra que entierra a las víctimas respirando, como si el pulso de la batalla siguiera vivo a través de las memorias y resistencia de sus protagonistas. De igual manera, aprovecha para enfocarse en cada una de ellas enfrentando diversos procesos como la maternidad, la resistencia y el mismo sacrificio que dan un bello equilibrio al filme.

Montemayor es capaz de lograr que su adaptación de Mujeres del Alba se convierta en un proyecto respetuoso en el que, gracias al beneficio de poder escuchar los testimonios de aquellas involucradas, escuchando no sólo su voz sino también la de su padre como una guía para encontrar el equilibrio entre la narrativa literaria y la visual.

Esto último resalta en el manejo de la fotografía, una de las principales virtudes del filme. Gracias a ella, podemos vivir la angustia de las noches en medio de los paisajes de Chihuahua, creando una experiencia no sólo inmersiva sino del mismo contacto que ellas tienen con la naturaleza de su hogar, sinergia que es devastada constantemente por los militares y las grandes empresas que se llevan todo sin saber el daño que ocasionan.

Es esa atmósfera visual lo que ayuda a que la narrativa de la cinta nos traslade a esos momentos, mostrándonos la crudeza y belleza por igual de estas zonas que viven marginadas. A pesar de que esta lucha sucedió hace casi 60 años, la realidad es que la tragedia que provocó esa guerrilla es una dura tragedia que aún muchos pueblos viven en el presente. Es ahí donde las Mujeres del Alba encuentran un importante y doloroso eco en la actualidad.

Complementado con un diseño sonoro que ayuda a plantear muchas partes de su puesta en cámara, Montemayor explota a la naturaleza misma para conectar con sus protagonistas. Desde los aullidos de los loboso hasta la brisa del viento, todos son un recordatorio de que la lucha por estas tierras y el papel activo de la misma conectan muy bien con la lucha, fortaleciendo aún más el mensaje de las Mujeres del Alba, logrando uno de los filmes más emotivos que formaron parte de la competencia en el FICG 38.