Cine
Crítica de Isla Alien, marcianos en la dictadura
¿Qué tienen en común la ciencia ficción, alienígenas y una dictadura dolorosa? Isla Alien, documental chileno, plantea un interesante cuestionamiento de ello
El genero documental es capaz de explorar diversos temas, desde las figuras emblemáticas de la música hasta una crítica social o incluso un testimonio de vida de alguna figura, sea pública, famosa o hasta peligrosa. Sin embargo, el coqueteo entre ficción y realidad también se permite e Isla Alien, cinta chilena seleccionada para competencia en el FICG 38 es una muestra de los alcances que una inocente historia digna de Jaime Maussan puede convertirse en algo más escabroso.
De que trata Isla Alien
En la década de los 80, Chile aún vivía bajo el mandato del temido dictador Augusto Pinochet. En medio de esta tensión política, del malestar de la gente y de un despertar del pueblo que llevaría a finales de la década a derrocar al infame personaje, sucedió un evento que desató la ufología en el país sudamericano: un objeto volador no identificado circundaría la capital en plena luz del día sin saber que, detrás de todo eso, había una historia digna de una novela de ciencia ficción.
Isla Alien, del realizador Cristóbal Valenzuela, nos muestra cómo un grupo de radioaficionados comenzó a comunicarse con unos misteriosos seres que afirmaban vivir en una isla de nombre “Friendship” que clamaba tener una relación cercana con extraterrestres. A la fecha, este incidente sigue vigente como uno de los casos más intrigantes de los últimos tiempos. Lo interesante del relato es cómo esta línea narrativa se une a una amarga verdad que pone a su protagonista, Ernesto de la Fuente, como un enlace entre la verdad y la mentira detrás de este incidente.
Su planteamiento marca la importancia del contexto histórico, mismo que conforme pasa la narrativa del documental, va adquiriendo un extraño paralelismo con lo que sucede en el caso de la Isla Friendship. Sin embargo, son los radioaficionados en medio de esta dictadura los que sirven de guías, planteando ese halo misterioso alrededor de este lugar al que nadie ha podido visitar.
Valenzuela no teme en tomar declaraciones que datan del origen de este encuentro cercano sucedido en la susodicha Isla Alien, lugar al que sólo los elegidos podían tener acceso, donde no había pruebas físicas más que algunas grabaciones de audio acerca de la llegada de los seres alienígenas a la costa chilena. Además, destaca la forma en que utiliza la televisión como elemento narrativo complementario, como si observáramos un show de ciencia ficción con testimonios difíciles de creer.
Usando el blanco y negro como un recurso que remite a esos años de gloria del genero (los 50 y 60), los testimonios de cada uno van creando esta mitología detrás de la isla. Pero las primeras sospechas caen cuando el mediador único con estos seres es el señor de la Fuente, quien planteaba que no cualquiera podía poner pie en el lugar, sólo los elegidos. Esto resuena con la realidad de un Chile devastado por las desapariciones de varias personas indiscriminadamente llevadas a la fuerza por la pura sospecha de las autoridades de ir en contra de la dictadura pinochetista.
Las lágrimas en un testimonio inocente acerca de cómo era el proceso de selección para entrar a Friendship y la tensión que se sentía, comienza a ser el disparador de ese paralelismo que nos lleva poco a poco a una amarga realidad: Ernesto, el principal vocero de los extraterrestres, era uno de los aliados de las autoridades de Pinochet, un militar del que existían duras sospechas de ser la mente detrás de, al menos, un par de desapariciones forzadas.
Aquí entonces surge un halo interesante de duda. ¿Es entonces la Isla Friendship un bastión alienígena del que nadie sabe y sólo unos pocos son elegidos para conocerla, o es acaso una mentira fabricada por un agente del gobierno para espiar y crear desapariciones forzadas de gente que no está alineada con el régimen de Pinochet? Esa dura pregunta se revela ya hacia el final como un misterio sin resolver, dejando entrever las mentiras detrás de las posibles verdades de estas situaciones.
Aunque el caso referido en Isla Alien sigue creciendo debido a las grandes incógnitas que le rodean, el director usa ese halo para emparejar la ufología y sus preguntas sin respuesta con las atrocidades e infamias que el régimen de Pinochet cometió con su pueblo. Enrique de la Fuente se cierne como una figura del mismo que, a través de engaños y un relato casi perfecto de un encuentro cercano del tercer tipo, convenció a la mayoría de esa supuesta verdad con todo y los huecos de prueba.
Asimismo, Isla Alien juega con el factor de una memoria colectiva que se cree una historia después de oírla repetirse muchas veces. La esperanza que en algún momento la Isla Friendship (o Isla Amistad en su traducción al español) representaba para algunos de ellos, una especie de escape de su realidad, se va transformando en un oscuro chiste, en un engaño que ha dejado un legado de dudas y creyentes con el paso del tiempo. Este lugar junto a su mitología puede representar a la vez dos cosas: la luz y la sombra, la ilusa verdad o la cruda mentira.
El tan sonado avistamiento al que hace alusión la cinta, mismo que supuestamente los extraterrestres de Friendship predicen hasta en sus movimientos, fue descartado como un fenómeno OVNI tiempo después. Y es ahí donde radica la belleza de este documental, en ese puente reflexivo acerca de lo que queremos creer y lo que es, así como de las vías de escape dentro de una sociedad reprimida que necesita tener fe en un rumor no comprobable para huir de las atrocidades de la misma.
¿Qué es verdad y que tanto es falso? Valenzuela lanza las interrogantes para que la audiencia juzgue por sí misma de manera ingeniosa, haciendo de este proyecto una mezcla de teorías conspirativas, ciencia ficción y un duro recuerdo de una época triste en Chile que logra combinar muy bien sus perspectivas.