Crítica de Devoradora de Almas: el placer de ver sufrir a los influencers

No hay plaga más abominable hoy en día que los influencers. Seres que solo viven a través del espejo negro en busca de aceptación y regalos sin mayor esfuerzo o habilidad especial. Varias películas han comenzado a tomar nota de ello y en Devoradora de almas, cinta sueca de horror que llega este fin de semana a salas, presenta a su propio séquito de inútiles en un intento de supervivencia en medio de un lago maldito.

A pesar de su divertida premisa, un interesante discurso inicial y una ingeniosa resolución a ciertos temas, el guión desaparece por completo a la mitad para entregarnos un montón de incongruencias, puras secuencias que ni en La nave de los monstruos con el Piporro se hubieran atrevido a hacer. Así es, estamos ante otro caso de un filme frustrante.

“Eres una idiota en internet pero más en la vida real”: De que va Devoradora de Almas

Un grupo de creadores de contenido es invitado a la propiedad de una pareja de ancianos, quienes planean revitalizarlo como un centro vacacional y así, evitar la ruina. Al llegar a una isla en medio de un lago, todo es risa y videitos coquetos patrocinados por Samsung hasta que empiezan a ser acosados por el presunto espíritu de una bruja que fue torturada en el lago. Ahora todo depende de la gallardía de una chica, una pasante de psiquiatría y única cuerda del elenco, en encontrar una manera de salvarse.

Al principio, Devoradora de almas tiene unos toques de humor negro muy agradables, derivados de estos disque amigos vistos a través de un personaje ajeno a su mundo (que acabo relacionada con el equivalente a Poncho de Nigris). Estos diálogos funcionan como un buen comentario acerca de las máscaras, apariencias que debemos mostrar ante la mayoría que ocultan un lado más oscuro, como las adicciones e inseguridades.

Cuando llega el momento de verdadero suspenso tras el ataque a una de las jóvenes, es hilarante la serie de reacciones de todos al no tener idea alguna de como resolver la situación. Todos quedan en shock, donde irse a la fácil es desechar a otra persona cual bolsa de basura. Es la era de lo efímero, del dejar atrás todo sin cargar con responsabilidades y ahogar sus culpas en más videos y pastillas. Una joyita.

Pero tras esta brillante primera impresión, Devoradora de almas sucumbe ante sus propios clichés hasta llegar a un final digno de Scooby Doo donde, al desenmascarar al malvado, la pandilla influencer dijera “pero si es el viejo Johnson”, respondido por un “y me habría salido con la mía de no ser por esos chicos entrometidos”. Patético.

Desde el primer minuto, fue una experiencia de contrastes. Cuando ponen pie en este vasto bosque nórdico, uno sabe que será la típica perrada de adolescentes muriendo uno por uno (que así termina, en realidad) con la chica diferente saliendo avante.

Todo mejora cuando entran los toques cómicos e incluso, el gore es muy satisfactorio. Incluso al principio celebré que el manejo de la “bruja”, fuese más inteligente, solo a través de la presencia de su silueta o en sombras. Vaya, hasta los personajes plantean un desarrollo en que eventualmente, demuestran cierta valía; a diferencia de la sosa Bodies, bodies, bodies. De repente, fue como si un guionista totalmente distinto escribiera la segunda mitad del filme, sin tener idea de como cerrarlo.

De la nada, Devoradora de almas deja a un lado el tema paranormal y la sátira para convertirse en un slasher genérico sin personalidad, ni coherencia. Para evitarte la pena de verla, el anciano propietario resulta ser el malo del cuento. ¡De ser así, que maestría para nadar y bucear! Los pulmones del hombre todavía son de oro olímpico, que inverosímil verlo permanecer bajo el agua durante minutos sin explicación alguna. Lo peor es que el verdadero cierre acaba en una carnicería morbosa que ni caso tuvo. Todo bien gratuito y así, no da gracia.

Conclusión

Lo que pudo ser una sátira divertida del slasher y la trivial vida de las fugaces estrellas de internet, se quedó en una gran nada, tan hueca como la cabeza de sus protagonistas. Devoradora de almas es otro ejemplo del cine de horror, aterrado de llevar a extremos tangibles estos temas o a explorarlos de manera en que no caiga en esta aburrida zona de confort. Casi es un desastre absoluto pero el no concretar algo mejor, se vuelve triste. Ahí a la vuelta, joven.