Cine
Crítica de Háblame, la mejor película de terror del año
Desde Australia, llega una de las películas de terror más importantes de los últimos años: Háblame.
Uno ya no sabe que esperar cuando una película de terror comienza a generar revuelo en otras partes del mundo. Siempre es enfrentarse a dos casos, los dos extremos posibles: una joya o una inmundicia. Por fortuna, Háblame es lo primero, una maravilla que rinde honor a su reputación.
Desde Australia, estamos ante la ópera prima de los youtubers Danny y Michael Philippou, famosos por su canal de humor negro y horror RackaRacka. Aprendices de Jennifer Kent (fueron parte del crew de The Babadook) y con esta interesante experiencia por detrás, dan como resultado una película francamente aterradora, de atmósfera opresora donde danza un subtexto acerca del duelo y las adicciones, buenos personajes y una fotografía excelente. Una prueba de que el youtuber no necesariamente es un espécimen trivial, sino que hay aquellos interesados en retomar los elementos que dan grandeza al género.
“Tú los ves aquí, ¿no?”: De que va Háblame
Mia es una adolescente que atraviesa una severa depresión tras el suicidio de su madre. Además de encontrar refugio junto a su mejor amiga Jade y su hermano menor, Riley, ella se siente atraída hacia una macabra manera de pasarla joya en las fiestas de sus compañeros: sujetar durante 90 segundos una mano de yeso la cual, te permite conectar con los muertos. Aunque al principio todo es risa y diversión, no tarda en desatarse una maldad nacida a partir del deseo de pertenecer y aferrarse al pasado.
Háblame no es la clásica cinta de adolescentes desechables que los gringos y españoles tanto acostumbran en los últimos años. Aquí hay un desarrollo en cada uno de los protagonistas, mientras el soporte da ese apoyo necesario, sin caer en exceso. A veces muchos esperan esa complejidad hasta en el mesero que sólo aparece en una escena pero luego se quejan de que dura tres horas. Había que decirse.
El tratamiento de Mia resulta en especial muy orgánico. Es una joven que atraviesa por un sinfín de emociones y la forma de retratarlo, es honesto. El horror comienza desde que se obliga a adoptar una personalidad distinta para sobrevivir y evadir la soledad que enfrenta. Por ello es atractivo engancharse en algo nuevo como esta droga paranormal; es el rush de adrenalina idóneo, impredecible cura para la ansiedad hasta que llegan las consecuencias de su imprudencia. En ese sentido, el aspecto de las posesiones y su relación con las adicciones, lleva un paralelismo similar al visto en It Follows con las relaciones sexuales.
Gran parte de la maestría de Háblame va de la mano de su excelente montaje y manejo de cámara. Nos recibe un plano secuencia en una fiesta. Un personaje busca a su hermano, perdido en supuestos pensamientos esquizofrénicos. Estos minutos son clave para entender la atmósfera, nos prepara para los horrores por enfrentar y sobre todo, nos introduce a este mundo juvenil tan despreocupado y morboso. Porque ah, cómo sobresale este fetiche de grabarse siendo poseídos y demás chuladas.
Esto conlleva a que el filme logre equilibrarse entre temas tan sombríos y un jocoso humor negro. Por ahí tenemos al personaje de la mamá de Jade con sus oportunas intervenciones o el cinismo de los jóvenes al contactar al más allá de forma tan desvergonzada. Mi secuencia favorita fue cuando abusan de la mano en una fiesta como si se tratase de un vil porro mientras al fondo, suena un remix de “La foule” de Edith Piaf. Decadencia pura que no tarda en ser castigada. Brillante.
Más allá del diálogo y la tesis que afronta, Háblame logra lo que pocas cintas al conjugar todos sus elementos en un inteligente festín de sangre. Porque cuando hay violencia, es inesperada para el momento, con un efecto más impactante. ¿Cómo no amarla?
Conclusión
Háblame es brutal, no sólo en el sangriento apartado visual, sino en su crudo análisis sobre la depresión. La actuación de Sophie Wilde como Mia es emotiva, con un perfecto manejo de sus contrastes. No negaré que tiene un par de clásicas trampillas del género pero funcionan para complacer esta necesidad de sangriento espectáculo y ayudan a que todo el tiempo, fluya un buen ritmo entre secuencias. No hay desperdicio en nada, más cuando se llega a un final poético tras una vorágine de giros bastante trágicos.
Punto y aparte, esta es la segunda película de terror que veo en un año donde los protagonistas cantan alguna canción de Sía (la otra fue M3gan). ¿Coincidencia? Ya no lo creo.