Pólvora Live
Caifanes en el Palacio de los Deportes mostró que los clásicos del rock nunca se olvidan
Desde 1984 cuando comenzaron como Las Insólitas Imágenes de Aurora hasta ser una de las agrupaciones más importantes del rock en español, Caifanes se ha separado, ha cambiado su piel por la de un jaguar y ha regresado a lo que fue durante casi cuatro décadas: uno de los representantes más importantes del rock en tu idioma en el país. Para cerrar el año, como ya casi es costumbre, la banda regresó a la CDMX para cerrar con broche de oro su gira y entregarse por completo a su raza querida.
Antes de que los olviden… Caifanes y su ritual a los dioses ocultos del rock
Entre la ola en la zona superior del Domo de Cobre y las luces de celulares prendidas antes de fundirse en la oscuridad, con Wolfmother y The Raconteurs escuchándose en el sonido local, el ambiente tenía vibras rockeras por todos lados hasta que, después de una espera de más de media hora, Caifanes decidió salir a las 9:05 PM dando inicio al ritual habitual, esta vez por el cierre de gura de este año, mientras que los acordes de Hasta que dejes de Respirar cobijaron a Saul, Diego, Alfonso, Rodrigo y Marco con una luz morada y azul.
Saúl Hernández, vestido de negro y playera naranja con vivos blancos, salió junto a Diego Herrera en los teclados y Alfonso André con una barba impresionante, la tríada original acompañada de los más nuevos integrantes, Rodrigo Baills y Marco Rentería, mostraron que esta alineación renovada puede hacer grandes cosas mientras Viento llevaba a todos al éxtasis mientras Diego tocaba el sax tratando de detener el tiempo muchos años.
Aunque es bien sabido que Hernández ya no tiene la misma fuerza vocal, su amigo eterno, Alfonso André desde la batería le ayudaba en las vocales al líder de Caifanes, que con todo corazón suplía la falta de voz con una entrega incondicional a su raza tan querida, misma que dejaba ver la devoción por su guía incondicional a través de los nervios del volcán y del mismo silencio, mientras Detrás de Ti sonaba con el acompañamiento de metales en el fondo al lado de Herrera.
Saúl aprovecho un pequeño momento de calma para agradecer a todos por estar en este cierre de su gira en su casa, algo que para Caifanes resultaba una experiencia “mejor imposible”, mientras que, con guitarra roja en su pecho, seguía aplaudiendo a la gente con un viaje a sus inicios mientras Te Estoy Mirando pegaba como un soplo al corazón de los presentes, seguida de Debajo de tu Piel donde un video en la pantalla del escenario mostraba la pasión de sus fans tatuada en sus pieles en forma de símbolos y emblemas aracterísticis de la banda o con
fragmentos de sus rolas.
De repente, Diego quedó solo en los teclados aventándose una introducción para rendir tributo a los dioses del rock mexicano en Los Dioses Ocultos ante el video de un astro sol ardiendo en medio de los coros y la euforia de los asistentes, padres e hijos compartiendo la pasión por una de las bandas fundamentales para el movimiento del rock en tu idioma en México que no dudaban en entregar sus voces a estas deidades escondidas en el Palacio de los Deportes, uno de los instantes más sublimes de la noche chilanga.
Pero una tocada de Caifanes no puede ser si no existe ese pequeño bloque de denuncia por parte de Saúl, que en esta noche comenzó con el tema de Inés, mientras Hernández recitaba un texto donde explicaba que la música es el refugio y espacio de convivencia para la protagonista de este tema, que ella se refugia entre sueños, risas y baile, siendo un intro para saber el chisme de la dama que estelariza esta rola en la que el sax de Diego acompañaba la triste historia de una joven perdida en sus pensamientos.
Si el aire de nostalgia pura ya rondaba en el recinto, el vocalista de Caifanes recordó sus tiempos de secundaria donde un amigo le enseñó un disco con una canción que cambió la vida de Saúl, comprendiendo que la composición era algo sublime. Eso dio pauta la primer invitado de esta noche: Giillermo Briseño, que se aventó con Saúl Maria de mis Alquimias, misma que la raza aprovechó para prender las luces de su celular para acompañar esta bella balada.
Volviendo al espíritu de lucha y protesta, Saúl abordó el tópico de los feminicidios, declarando que “necesitamos más hombres y menos machos, más justicia y menos campañas para los votos para que las mujeres en este país sean libres“. Después de esas duras palabras, entró la otra invitada estelar, Vivir Quintana para cantar Canción sin Miedo al lado de la banda, dedicando la rola a todas las mujeres que luchan, causando que el Domo de Cobre retumbara al sororo rugir del amor, cerrando con el grito de ‘ni una más, ni una asesinada mas‘.
Antes de que Nos Olviden cimbró después al Palacio con el coro más fuerte de los asistentes mientras un video se proyectaba en el fondo, recordando a los estudiantes, las marchas y los periodistas desaparecidos junto a unas velas prendidas que le daban todo sentido a esa dolorosa letra que suena cada vez más vigente en nuestro presente ante el clamor de justicia para todos ellos.
Pero hubo un punto de quiebre en la noche, ese donde la locura de los asistentes se conjuntó sin freno hasta el final con la banda. Ese fue después de que Saúl Hernández se hincó a rendirle tributo a la raza para tocar Para que no digas que No Pienso en Ti, que comenzó una lluvia de puro clásico sin parar que alimentó las almas de las generaciones que llenaron el lugar, incluso ante sorpresas musicales como El Elefante o un pequeño momento acústico donde Caifanes rindió tributo a los Hermanos Caradura con su tema.
La velada continuaba acercándose a su final, no sin antes recordarnos que De Noche Todos los Gatos son Pardos así como una limpia que deshizo de todo mal carnal al público con Perdí mi Ojo de Venado, donde André lució en la batería, ligándola con Afuera en una reversión que deja de lado lo hecho por Markovich para tener una nueva esencia que por momentos el nuevo guitarrista captaba mientras que Diego aprovechó para dejar el teclado y soltar su mejor baile azteca en el escenario bañado con luces rojas.
Durante el encore, las pisadas hicieron temblar sonoramente al Domo de Cobre; el griterío de la raza y las luces de los celulares prendidas por todos pidiendo más lograron traer de vuelta a los Caifanes , que decidieron culminar su ritual primero al ritmo del sax de Diego, que sólo en el escenario, se aventaba una melodía digna de un jazzista con alma rockera para dar pie al Himno Nacional Mexicano.
Posterior a ello, Aquí no es Así y la sorpresiva Nos Vamos Juntos, tocada con luz azul y los cinco integrantes en pantalla cantando a todo pulmón con sus seguidores acerca de ese amor que no puede ser, comenzaban a sentar la sentida despedida para los clásicos del rock nacional, no sin antes rendirle tributo al Divo de Juárez, Juan Gabriel con Te lo Pido por Favor donde Vivir Quintana salió al escenario a cantar con la banda las últimas estrofas de esta memorable canción sintiéndose la vibra de ese adiós.
El último acto de la noche sucedió con el ritmo de un bailongo, donde Guillermo Briseño decidió hacerle segunda a Caifanes para tocar No Dejes Que y La Célula que Explota, misma que detonó por completo y sin poder parar la alta vibra de la raza presente para finalmente despedirse con ese tema que, curiosamente, los dio a conocer en todos lados: La Negra Tomasa. Es así que Saúl y compañía siguen demostrando que, aún sin tener un material nuevo, nadie puede vencer la esencia de un buen clásico, perdurando así el grito eterno de las posadas y fiestas donde no falta aquel que siempre diga: “pongan a los Caifanes“.