Cine
Fallen Leaves, memorable comedia romántica a lo Kaurismaki
Hay cineastas que se alejan de la espectacularidad y lo artificioso para entregar relatos interesantes y esperanzadores enfocados en nuestro lado más humano. El finlandés Aki Kaurismaki nos enseña en Fallen Leaves que, a pesar de que el mundo se puede estar yendo al carajo, siempre existirá esa naturaleza humana de amar, entender y empatizar a través de las heridas y las soledades con una comedia romántica inusual.
De que trata Fallen Leaves
Ansa (Alma Pöysti) es una solitaria trabajadora de un supermercado en Helsinki que se enfrenta diariamente a los prejuicios en su día a día. Una noche, ella se encuentra con un tipo alcohólico, Holappa (Jussi Vatanen), huraño e igualmente solitario, creando una chispa especial entre ambos. Juntos, intentarán construir una relación que ayudará a ambos a seguir adelante a pesar de la dura realidad de la vida.
La magia de Fallen Leaves, contrario a lo que este tipo de cintas promueve, radica en esa comedia seca, mostrándonos sus vidas, sus rutinas y sus roces sin necesidad de un humor burdo de encuentros y desencuentros, sino a partir de esas sutiles diferencias entre ambos. Pero sobre todo en que tanto Holappa como Ansa son personajes comunes y corrientes, sin adornos, rotos y muy alejados de la perfección del genero romántico.
Kaurismaki no idealiza jamás el amor, sino que le da un punto humano, mucho más cercano a lo logrado por Ingmar Bergman en su filmografía, especialmente en Persona (1966). Aquí, tanto Ansa como Holappa están rotos. Pero es a partir de esa ruptura interna que la conexión nace entre ambos, llevándolos a tener esos encuentros tan peculiares como una salida al cine hilarante por ir en contra de los ideales de la convencional cita romántica, donde cada uno se pone a prueba debido a que no busca ser lastimado más.
Asimismo, somos testigos de todo el contexto social que los rodea. El gran detalle de Kaurismaki en Fallen Leaves es poder hablar de una problemática sin tener que explotarla indirectamente. Aquí, el cineasta explora la innecesaria y dolorosa guerra de Rusia con Ucrania por medio de transmisiones radiofónicas que Ansa escucha, confrontando el dolor personal y los estragos de una indiferencia que permea los tiempos después del COVID 19, donde pareciera que el aislamiento y el contacto humano junto a la empatía han quedado olvidados.
Otro gran toque que Kaurismaki da a su filme es la capacidad de explotar su pasión por el cine a través de grandes guiños cómicos en los que no teme burlarse de sí mismo. Desde la función a la que asisten Ansa y Holappa que deriva en una plática de dos extraños hablando de la pureza del séptimo arte usando de ejemplo a Bresson o Godard como remate de un chiste cinéfilo, pasando por la auto referencia musical y de personajes que nos recuerdan su legendaria Vaqueros de Leningrado (1989).
Aunado a ello, tenemos las actuaciones de nuestros protagonistas. Jussi Vatanen acepta el mutismo y seriedad de su rol, mostrando un lado hosco que se aleja nuevamente de esas convenciones cursis de las comedias románticas, tratando de mostrar al tipo duro que lame sus heridas en silencio. Tras su semblante y su postura, oculta un dolor que es difícil de enfrentar de su parte y que trata de ahogar a base de alcohol sin importar que pierda la vida, el trabajo o su futuro.
A la par está la nominada al Globo de Oro, Alma Pöysti, que parece abrazar el espíritu más puro de Chaplin, ante su actitud plenamente solitaria que la hace enfrentar los dilemas laborales ante un panorama oscuro. Pero es debido a ese encuentro infortunado en un karaoke que la luz alumbra en sus ojos inocentes, ofreciendo una melancolía natural que desata esta melodía romántica de la clase obrera finlandesa que lidia constantemente con la dura realidad que le rodea.
Otro aspecto destacado en Fallen Leaves es la fotografía del habitual colaborador de Kaurismaki, Timo Salmien, que al lado del diseñador de producción Ville Grönroos crean un ambiente perfecto para este encuentro donde los habituales colores y vestuarios del realizador finlandés alimentan de cierta nostalgia del día a día la historia de estos dos personajes. Ni qué decir de la casa de Ansa, donde todo se siente un tanto antiguo, como si el tiempo no pasara y el tiempo se congelara por momentos en su vida.
Ese minimalismo es también el sello de un cineasta que ha forjado su carrera a través de relatos donde los personajes son lo más importante, no la espectacularidad ni las explosiones, sino la capacidad que Kaurismaki tiene para capturar imágenes e historias llenas de cierta crítica social. Fallen Leaves reniega del uso habitual y medio torpe de las comedias románticas para desarrollar el vínculo entre los silencios, la falta de contacto y el ensimismamiento que Ansa y Holappa tienen el uno con el otro, encontrando un rayo de esperanza mutua en medio de la precariedad que los rodea.
Así, este filme resulta ser un retrato de amor que busca encontrarse en medio de las adversidades, tanto externas como propias, a pesar de que el destino quiera jugarles todo en contra. Pero esa es la verdadera resiliencia del espíritu humano, aquella que sabe sobreponerse a las guerras o las clases sociales para demostrar que, aunque las hojas de otoño estén caídas o un tanto marchitas, siempre son capaces de reverdecer. Fallen Leaves cumple con ese recordatorio y nos lo ofrece en medo de tragos de vodka, perros callejeros adoptados y citas llenas de carcajadas y empatía.