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Cine

Puan, una comedia filosófica existencialista y rebelde

AJ Navarro

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Puan nos demuestra que la folosofía y las crisis existenciales pueden enfrentarse con cierto sentido del humor y hasta rebeldía
Puan
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A la filosofía se le conoce como el conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido de las acciones humanas. Por ende, la venia principal del filósofo es cuestionarse completamente todo, poner en duda todas las cuestiones que le rodean en busca de un sentido.

A partir de ese propósito, los directores argentinos María Alche y Benjamin Naishtat ubican su nuevo proyecto, Puan, cuyo nombre toma de la sede de la Facultad de Filosofía y Letras en Buenos Aires, en ese lugar donde resuena mayormente su historia, demostrando que el cine argentino también ofrece relatos destacados en el cine.

De qué trata Puan


Marcelo (Marcelo Subiotto) ha dedicado su vida a la enseñanza de la Filosofía pero cuando su jefe de cátedra, mentor y compañero muere inesperadamente, él asume que heredará la titularidad de la cátedra que ha quedado vacante. Pero la competencia existente entre él y otro docente que buscarán quedarse con la titularidad de la materia de Filosofía Política posterior al triste e irónico fallecimiento del anterior mientras escuchaba al siempre rebelde Charly García en una mañana de trote.


Y aún más allá de ese conflicto, Alche y Naishtat toman como guía a Marcelo, el más avanzado discípulo del fallecido profesor, que a su vez parece atravesar una crisis existencial que lo lleva a filosofar sobre su propia vida, logros y metas, así como la relevancia de su labor como docent, convirtiéndose en una tragicomedia con muchas aristas interesantes.

La importancia de Puan radica en el tema de la educación y la amenaza a la que se ve sometida ante el contexto de devaluación del presupuesto universitario, promoviendo una discusión acerca de la educación pública bastante realista utilizando la ficción para hablar de esta dura realidad.

Pero Puan también está el asunto de la rebeldía, del espíritu joven que resuena en el tema de Charly García, “Dos Cero Uno”, donde el idealismo, la fama y el dejar de lado los ideales de estudiantes pegan en la cruda y vieja realidad del maestro protagonista, que parece andar un tanto perdido.

Por otra parte, está esa rivalidad que nace con el regreso de Rafael Sujarchuk (Leonardo Sbaraglia), otro filósofo con ideas más modernas que las de Marcelo, quien además viene de trabajar en universidades europeas para volver a su madre patria y aprovechar la oportunidad que su alma mater le presenta sin importar que existan otros colegas con mejor conocimiento del puesto.

Subiotto destaca como este profesor en crisis en una tragicomedia ubicada en Puan. Foto: Tulip Pictures
Subiotto destaca como este profesor en crisis en una tragicomedia ubicada en Puan. Foto: Tulip Pictures

Esa batalla constante entre polos opuestos propone algunos de los momentos más cómicos del filme, especialmente de la mano del veterano docente que, opacado por la causa y con poca plata en sus bolsillos, ofrece sus reflexiones mediante clases privadas de filosofía incluso a señoras de clase acomodada. Marcelo Subiotto encarna de buena forma el patetismo de Marcelo, un profesor al que parece que el genio se le ha apagado y al que pareciera no salirle absolutamente nada bien.

Casado con una trabajadora de una fábrica y con un hijo de por medio al cual no tiene lo mejor atendido, el profesor trata de sortear siempre las complicaciones de la vida, pues su profesión puede ser memorable para algunos, pero se aleja del glamour, la fama o el aplauso que al parecer deslumbra en la personalidad de su amigo y rival, encarnado por Sbaraglia. Esto es uno de los puntos de la crisis existencial del protagonista. A partir de esos dilemas, transmite las frustraciones que vive con su semblante, su andar parco, sus dudas e inquietudes que parece no poder resolver.

Aparte de enfrentar las cuestiones personales como las fallas en la paternidad de su hijo, la aflicción más complicada que encara el docente argentino es la cuestión de la importancia de la educación y la trascendencia del oficio mismo del maestro, ese que a veces parece carecer de la valoración o importancia pertinente por parte de los sistemas sociales a los que pertenece, mismos que siguen anquilosados y que prefieren cerrarse antes que tener una conversación real acerca de los problemas que pueden ser evitados a través de la educación pública adecuada.

Aunque el conflicto entre estos dos docentes es parte fundamental de Puan, es la crisis de Marcelo y sus vertientes las que enriquecen el relato. Foto: Tulip Pictures
Aunque el conflicto entre estos dos docentes es parte fundamental de Puan, es la crisis de Marcelo y sus vertientes las que enriquecen el relato. Foto: Tulip Pictures

Ese tema, que ya ha sido visto desde una parte académica en la cinta Radical (Zalla, 2023) y que aquí da voz, aunque a veces de forma ligeramente edulcorada, a aquellos profesores que alguna vez fueron estudiantes y cuya voz se ha transformado.  Asimismo, la aspirante a los Premios Goya a Mejor Película Iberoamericana, tiene un compromiso social donde la facultad adquiere cierta importancia como personaje secundario, pues es Puan el centro en el que parte toda disyuntiva de la crisis de Marcelo, misma que se acentúa en una frase que el filósofo menciona con el dolor de su alma.

Una virtud más de la cinta es la capacidad del guion que muestra a la filosofía a través de un humor inteligente que usa como referencia a filósofos tales como Heidegger, Hobbes o Rousseau, así como la búsqueda de respuestas para el sentido que tenemos en la vida, como un reflejo de una problemática social de un país entero.

El campo de batalla que Marcelo libra contra Rafael, y más aún, contra sí mismo, muestra que la vanidad, el rencor o la envidia son motivaciones que a veces carcomen a la lógica o la brillantez de un buen argumento o una buena pregunta. Aunque, claro, a pesar del caos que nos rodea, siempre hay un pequeño dejo de esperanza, esa luz que nos hace continuar y salvarnos de todo, incluso de uno mismo.

Sbaraglia acentúa la crisis existencial de su compañero de formas hilarantes pero también serias. Foto: Tulip Pcitures
Sbaraglia acentúa la crisis existencial de su compañero de formas hilarantes pero también serias. Foto: Tulip Pcitures

Finalmente, Puan se muestra como un relato simpático y empático no exento de ciertas desgracias bastante interesante donde, de alguna manera, resuena la última frase de esa canción de García que nos marca el inicio de la travesía en esta facultad al lado del profesor Marcelo, que dice: “Un día volverá a las fuentes, no creo que pueda dejar de protestar. Anda ocupado, perdió algo de fama, pero no le va mal”.

Eso resume la crisis existencial de Marcelo, alguien que de ser un aprendiz popular, la mano derecha de la estrella y un filósofo político nato se perdió en el camino hasta que, después de unas cuantas cuestiones, reencontró el amor y la pasión por la filosofía, la academia y la protesta, pero sobre todo, encontró una respuesta para ese hombre que, en busca del sentido, lo encontró fugazmente y busca aferrarse desesperadamente al mismo.

Comunicólogo, amante del cine, la música y todo lo que sea cultura. Forjando una carrera en el medio desde 2018 a la fecha. Colaborador en varios espacios, consciente de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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