Argylle: Agente Secreto, una tibia farsa de espionaje

Con su primer adaptación al cómic de Mark Millar y Dave Gibbons, Kingsman, el cineasta británico Matthew Vaughn consiguió un hit inolvidable y violento para los fans de la acción. Aunque su secuela y precuela no causaron el mismo efecto, todo parecía retomar el rumbo cuando aparecieron los adelantos de Argylle, nueva comedia de acción y espionaje que carajo, con un elenco de ensueño como Bryce Dallas Howard, Sam Rockwell, Henry Cavill, Samuel L. Jackson, John Cena y Dua Lipa y la promesa de inolvidables secuencias, sería uno de esos blockbusters imperdibles.

Lástima que todo queda en esa ilusión provocada por el los tráilers y la experiencia demostrada en las cintas protagonizadas por Taron Egerton pues estos agentes, caen en servicio al jamás definir que diablos querían ser.

“Aunque esté enterrado, el pasado siempre estará ahí”: De qué va Argylle

Elly Conway es la exitosa escritora detrás de la saga de best seller, Argylle, acerca de las aventuras de un espía que busca llevar a la luz a una organización maligna. Durante un viaje en tren, su vida toma un giro inesperado cuando es abordada por Aidan, un espía real que tiene la misión de protegerla pues las historias de la talentosa autora, resultan estar basadas en historias verdaderas.

Al principio, el filme funciona como una divertida mofa a este fantasioso mundo del espionaje donde conviven galanes inalcanzables y mujeres de ensueño. La parte del proceso creativo, todo el actuar de los personajes de Elly y cuando interactúa con ellos, es increíble. Hasta este punto, resultaba una ingeniosa mezcla entre Más extraño que la ficción con su buena dosis de plomazos.

Cuando entra a escena el siempre brillante Sam Rockwell, se desborda una incomparable química junto a Bryce Dallas Howard. Ambos están perfectos en este juego de espías nada ordinarios acorde a los cánones que las ficciones del estilo, nos tienen tan acostumbrados. Además, en un tremendo comercial (para nada es queja) a la última canción de the Beatles, “Now and Then”, se adopta como el tema oficial de esta pareja.

El otro gran acierto en Argylle fue el casting del lado ficticio de la trama, encabezado por Cavill. Su rol funciona porque más allá de exigirle una gran proeza actoral, se basa todo alrededor de su innegable guapura a la Bond para dar momentos francamente hilarantes. Juntarlo con Cena solo añade a un imaginario de verlos juntos en otro momento, echando buenos golpes y plomazos.

Hasta la primera hora, todo corre emocionante gracias al jocoso cruce de sus héroes y las secuencias de acción esparcidas por doquier que fiel al sello Vaughan, danzan al ritmo de varias canciones. Sin embargo, el encanto se esfuma cuando de repente, les parece muy inteligente dar una serie de giros estúpidos para dar paso a giros aún más predecibles que un capítulo del Súper Agente 86 pero sin la gracia.

A pesar de establecer el rol de héroes poco convencionales, no existe esta transición hacia lo absurdo que en teoría, quiere burlarse de esta inventiva que siempre desbordan las historias de espías. No hay un respeto hacia el tono establecido al principio ni da pie a la idea de convertirse en esta parodia de espías tipo Naked Gun pero con presupuesto todo para enfrentarse a un clan de malosos de bigote retorcido sin una motivación interesante.

Lo peor es cuando en un acto de auto complacerse, comienza a tomarse demasiado en serio y de la nada, esta maravillosa construcción de aprendizaje al espionaje real se va al diablo por el planteamiento de lucir todo su arsenal. Al menos el gato de Elly siempre se mantiene joya. Sería el colmo que arruinaran el comic relief de la cinta.

Conclusión

Argylle no es más que el desperdicio de todo su enorme potencial, una película claramente limitada en su humor y violencia para atraer a un público masivo que en su mayoría, se dejará llevar por grandes nombres como Cena o Dua Lipa para acercarse a ella. Ese éxito no dudo que esté asegurado pero, ¿de qué forma podrían sostener el mismo argumento sus secuelas ya confirmadas?

A pesar de la grata sensación que dejan las secuencias de acción, en especial la persecución inicial y cierto número de patinaje casi al final, así como la entrañable dupla que forman Rockwell y Howard, es difícil recomendarla del todo con un antecedente tan memorable del mismo autor con la primera parte de Kingsman. Ni que decir con tantas otras opciones actualmente en sala de mucha mejor calidad. Vela con precaución.