Duna Parte 2, una maravillosa secuela épica de ciencia ficción

Hace un par de años, Denis Villeneuve causó sensación al estrenar la primera parte de Duna, una revisión de la obra de Frank Herbert que buscaba hacerle justicia a la obra. Ahora, toca volver al mundo de Arrakis con Duna Parte 2, donde los tropezones cometidos en la anterior cinta son mejorados con creces para entregar, sin duda, una memorable entrega de ciencia ficción.

De qué va Duna Parte 2

La casa de los Atreides ha caído, dejando el paso libre al Imperio y a los maquiavélicos Harkonnen para continuar explotando el planeta Arrakis y su especia. Sin embargo, Paul Atreides (Timotheé Chalamet) ha sobrevivido al lado de su madre y ahora, motivado por el deseo de venganza, caminará por una senda arenosa donde buscará liberar al pueblo de los Fremen convirtiéndose en su esperado Mesías. ¿Pero qué costo tendrán las decisiones y actos de esta figura mesiánica para el planeta y el universo?

Desde su anterior entrega, Villeneuve prometía una gran cinta de ciencia ficción que ofreciera una inmersión completa con el mundo de Herbert. Sin embargo, tropezó en las arenas de la interpretación sobre la adaptación para entregar una primera parte con problemas de ritmo y edición mas allá de la espectacularidad de sus valores de producción que se atoraba entre tanta contemplación y política, dejando incluso de lado la narrativa de las Bene Geserrit de lado.

Pero el realizador canadiense ahora dota de un ritmo frenético a Duna Parte 2, funcionando mucho mejor en ese aspecto que su antecesora a pesar de que su duración raya en las tres horas, apoyado también con un mejor desarrollo de los personajes, especialmente Paul Atreides, que deja de ser el niño blanco privilegiado y llorón para aquí por fin tener un arco interesante sobre la venganza que quiere ejecutar, su destino, su romance con Chani (Zendaya) y los peligrosos sacrificios que tendrá que hacer para ser el elegido.

Si bien sigue teniendo un gran ensamble detrás, Duna Parte 2 tiene un par de nuevas adiciones que benefician al relato, siendo secundarios a la historia de Paul pero que serán fundamentales para el destino final de Arrakis. Uno de ellos es Austin Butler, que deja de lado al galán Elvis para convertirse en un sádico líder con Feyd Rautha, quien en la versión de Lynch habia sido encarnado por el popular cantante Sting. Dejando de lado ese look de calzoncillos, Butler inyecta una maldad y placer por el dolor que hacen de este miembro de los Harkonnen alguien amenazante para el destino de Atreides.

Asimismo, nos encontramos también con Florence Pugh encarnando a la Princesa Irala, hija del Emperador y que tiene una labor fundamental detrás de toda la historia central. Pero tal vez lo más destacado es que ella se convierte en la narradora de los eventos, algo que viene desde la novela de Herbert y Villeneuve había olvidado darle peso en la anterior entrega pues en este universo, si bien los hombres gobiernan, son las mujeres las que mueven todos los hilos.

Por ahí también hay un breve vistazo sorpresivo en cuanto al futuro del aclamado Muad’ Dib que comienza a entretejer lo que sería una tercera entrega. Sin embargo, es Chalamet quien se lleva todo el centro de atención, demostrando que cuando hay una buena historia y arco todo puede salir bien. La disyuntiva que enfrenta en Duna Parte 2 abarca los temas de más interés en esta saga: los peligros del poder y el fanatismo religioso que pueden hacer temblar hasta el más escéptico.

Y es que Atreides busca quien se las pague, pro lo que pondrá en riesgo lo que más ama. Esa dicotomía del personaje es por demás interesante, pues mientras más abraza la idea de ser aquel líder mesiánico profetizado, más se pierde entre la línea del bien y el mal. Es ahí donde entra la contraparte de Chani, personaje que Zendaya encara de manera interesante pasando de ser el balance y el amor puro de Paul hasta aquella que rechaza sus métodos mientras lo ve desvanecerse en un papel que él juraba no interesarle.

Esto comprueba que, a nivel historia, Duna Parte 2 aumenta la complejidad de manera sutil, ampliando el rango entre los buenos y los malos. Y es que, en esta saga, no existe el blanco y el negro más que en cierta escena magistralmente creada de una batalla de gladiadores que Greig Fraser, director de fotografía, logra montar. Pero realmente Villeneuve busca mostrar que ni el salvador de un pueblo ni el gobernador de toda una galaxia dejan de ser egopistas o cometer errores, lo cual dota a este relato de una profundidad aplaudible.

En el aspecto técnico, es volver a presenciar el universo visto en la primera parte pero con esteroides. Todo en Duna Parte 2 está sumamente cuidado, como el aspecto visual donde Villeneuve y Fraser demuestran un gran acoplamiento para hacer de los diversos escenarios algo memorable que transmita no sólo el ambiente del planeta Arrakis, sino los sentimientos y la acción que atestiguamos en la pantalla.

La banda sonora, que en la anterior parte sonaba más estruendosa por parte de Hans Zimmer, casi reminiscente a sus trabajos anteriores con Christopher Nolan, ahora destaca por mantener el balance entre lo poderoso y lo tradicional, resaltando los cánticos con los Fremen y el nivel grandioso que alcanza en las secuencias de batalla, siendo ahora sí una partitura que captura y transmite toda la emoción necesaria para la saga.

Duna Parte 2 también destaca en el detalle impreso en cada vestuario, dándole a cada raza una forma de distinguirse y que es notorio además en los diferentes escenarios donde se desenvuelve el filme. Desde el maltratado y arenoso traje de los Fremen que sirve para camuflajearse entre las arenas hasta el negro predominante junto a la tez pálida de los Harkonnen que representa justamente el mal casi puro, hasta los trajes usados por Irala y las Bene Geserrit, donde se nota la realeza e incluso un tinte medio medieval en las carteas que la Princesa Irala usa de repente.

Ni qué decir del diseño de producción, donde cada set resulta envolvente, destacando en esta secuela la Cueva de las Aves del pueblo Fremen, un set que impactó en demasía a su director y le parece de los más bellos en los que ha estado. Asimismo, el diseño sonoro de la cinta crea esta sensación más envolvente que en la primera parte, creando incluso que la sala de cine se estremezca ante la acción y la aparición de los gusanos de arena, otro de los apartados que lucen de maravilla, encontrando un efectivo equilibrio entre efectos prácticos y visuales.

Así, Duna Parte 2 ofrece un capítulo más del mundo de Herbert que, esta vez, sí se siente digno del ambicioso proyecto literario que creó en los 60, resolviendo no sólo los problemas que su antecesora planteó sino que deja la puerta abierta para continuar explorando este universo con la Guerra Santa a punto de estallar, mismo que Villeneuve está interesado en continuar. Sin embargo, la vara ha quedado alta para la ciencia ficción reciente, pues no cabe duda que esta entrega se postula ya para ser de lo mejor del año y del género.