Cine
Monkey Man, Dev Patel pega duro con un gran drama de acción
El cine de acción últimamente le ha dado un guiño tremendo a lo ochentero, donde una revancha personal o una misión alocada hacían del tradicional viaje del héroe algo lleno de violencia y banalidad divertida. Pero ahora, Dev Patel en su debut como director, demuestra con Monkey Man: El Despertar de la Bestia, que a veces la acción puede ir acompañada de un buen drama profundo que trasciende los meros catorrazos.
De que va Monkey Man: El Despertar de la Bestia
Aunque la India tiene diferentes creencias y divinidades, existe una que aparece en todas por igual y esa es la figura de Hanuman, el señor de los monos, uno de los pocos dioses al que se adora en todas las castas y sectas y cuya leyenda es memorable. Símbolo de la devoción a lo sagrado, la incorruptibilidad, la rectitud pero sobre todo la fuerza y autodisciplina, este guerrero tiene un punto familiar con Prometeo en la mitología griega, titán amigo de los dioses que les robó el fuego y fue castigado por los mismos debido a su osadía.
La leyenda de Hanuman es similar, pues es un mítico personaje que retó también a los dioses y por ello fue despojado de sus poderes sólo para recuperarlos al encontrar la madurez necesaria para tenerles y convertirse en el líder de una batalla contra el malvado Rey Ravana creando una epopeya de justicia que demuestra cómo una pequeña brasa puede incendiario todo.
Ese es el caldo de cultivo para Dev Patel, que da el brinco de la actuación a la dirección en esta cinta de acción inteligente que va más allá de solamente lucir buenas secuencias de peleas, sino que dota al protagonista de una motivación que se transforma de la pura y dura venganza hacia una batalla con causa que lanza reflexiones interesantes sobre la desigualdad social y la gentrificación a través de un drama muy al estilo del cine hindú de Satyajit Ray que no deja de lado la espiritualidad de sus raíces.
Patel interpreta a un peleador anónimo que se gana la vida perdiendo en peleas arregladas para ganar dinero y poder comenzar su plan de venganza. Sin embargo, cuando el eterno derrotado intenta desatarla de buenas y primeras, es vencido por esas fuerzas superiores a él que han sometido al pueblo con la promesa de una mejora y crecimiento pero que solamente han ejecutado encima de ellos el yugo de la injusticia, arrebatándoles sus tierras y la vida.
Ante este panorama nada alentador y conservando un paralelismo bastante obvio con lo sucedido a Haruman, el peleador anónimo encontrará un camino hacia la redención encontrando una motivación karmática para su pelea. Así, reforzando sus golpes y habilidades, el hombre mono ascenderá hasta llegar al rey y vencerlo sin importar las consecuencias.
Aunque el trailer presente al filme como una sucesora espiritual del John Wick de Keanu Reeves o Nadie de Bob Odenkirk, Patel elude esas balas y plantea un drama sobre la pérdida de las raíces y la liberación mediante el acto de pelear hasta que nuestro protagonista se libere de sus penurias encontrando esa causa justa para sus puños y patadas. Esto aleja por completo a Monkey Man del espectáculo hollywoodense para convertirlo en un ejercicio más interesante con un arco mejor desarrollado para la máquina de batalla que es Patel.
No solo eso, sino que el estilo de dirección que maneja es tan frenético en esas secuencias que no le pide nada a esas otras cintas, dándole además un sentido de suciedad e intimismo a las mismas que pocas veces se ve en cintas que explotan meramente la acción. Asimismo, Dev utiliza bellos juegos simbólicos que exploran esa alegoría de la cultura hindú vista desde una óptica no tan agradable como suele pasar, sino que se anima a sumergirse en esos bajos mundos olvidados por los dioses de la sociedad real representados por falsos mesías en trajes de políticos.
La fotografía de la cinta también destaca al ser parte fundamental del retrato de dos polos opuestos en las clases que Monkey Man representa: la de aquellos que son ignorados por los “dioses” que desean formar parte de ese mundo pero que viven despojados de todo y la alta clase donde Baba Shakti (Makarand Deshpande) y sus secuaces viven en total opulencia ejecutando represión sobre los más débiles con tal de generar una supuesta transformación.
Además, Patel otorga un papel interesante que va de lo más crudo a lo empático, teniendo una transformación física brutal al convertirse en Monkey Man, entendiendo que su camino está marcado por una buena causa, misma que es acompañada de manera certera por una composición intensa de Jed Kurzel (The Babadook, Operación Overlord) que logra capturar no soló la esencia de la cultura hindú sino la locura de las secuencias más frenéticas y violentas del filme.
Así, Monkey Man: El Despertar de la Bestia marca un sólido paso en la dirección para Dev Patel, que demuestra que la bestia que se ha despertado es él como contador de historias al replantear la acción comúnmente vacía y de entretenimiento para dotarla de una profundidad aplaudible en todo momento, dejando de lado al talentoso actor de Slumdog Millionaire y Lion por alguien que promete tener una visión interesante en la cinematografía actual.