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GIFF 27: Stop Making Sense, los Talking Heads y su joya de los conciertos fílmicos

AJ Navarro

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Con una remasterización excelsa, Stop Making Sense sigue poniendo a bailar a todos con esta versión que celebra cuatro décadas vista en el GIFF
Stop Making Sense
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Hace cuatro décadas, los Talking Heads estaba en la cima de su popularidad con éxitos que se han convertido en clásicos. Pero es con Stop Making Sense, la combinación de la imaginación de David Byrne, vocalista y líder de la agrupación, con la mirada detrás de la cámara de Jonathan Demme, que crearían un concierto que cambiaría por siempre la cara de los conciertos grabados para cine o video.

De qué va Stop Making Sense

Durante cuatro noches en el Teatro Pantages en Los Ángeles, los Talking Heads, banda emergida de la escena neoyorquina de los años 70 crearía una experiencia poco convencional para sus fans al crear un concierto que, más bien, parecía un performance en el que David Byrne, la bajista Tina Weymouth,el baterista Chris Frantz y el tecladista Jerry Harrison repasaban lo mejor del repertorio de su ingeniosa agrupación, los Talking Heads.

Bajo la mirada de Demme, cuya carrera daría un giro maravilloso posterior a este proyecto, este concierto es convertido en toda una experiencia para el espectador al captar la esencia de lo que era la extravagancia y creatividad de la banda, dándoles libertad para que, poco a poco, cada uno de ellos tomara su lugar, luciera frente a ella y su música fuera el factor común del espectáculo, alejándose de las tomas entre el público presente y dándole una voz como nunca antes se había hecho en este tipo de fimaciones.

Jonathan Demme cambió la forma de hacer documentales musicales con este proyecto. Foto: A24
Jonathan Demme cambió la forma de hacer documentales musicales con este proyecto. Foto: A24

Desde la primera toma, Stop Making Sense se convierte en algo único. Demme no sigue o espera a que la banda entera salga o se levante el telón y aparezca todo montado para el espectáculo sino que simplemente sigue las pisadas de Byrne, ataviado de ese traje gris que se ha convertido en un referente de la cultura pop y sus zapatillas blancas, con un estéreo en cuya casetera comienza a sonar un beat poderoso y el vocalista, con su simple guitarra, comienza el viaje de poco menos de hora y media con Psycho Killer.

Poco a poco, mientras el gran setlist comienza a desarrollarse, el escenario va llenándose del resto de la banda. Lo que comenzó siendo un fondo de una bodega se convierte en la plataforma donde los Talking Heads comienzan a conquistar a todos con su virtuosismo y esa inherente naturaleza de romper las etiquetas. Mientras, las letras y ritmos de sus éxitos como Burning Down the House o Once in a Lifetime, interpretados de forma diferente, son vistos como un largo performance en el que sobresale el brillo del vocalista, David Byrne.

David Byrne y su gran presencia escénica son el corazón de Stop Making Sense. Foto: A24
David Byrne y su gran presencia escénica son el corazón de Stop Making Sense. Foto: A24

Y es que, por momentos, pareciera que Stop Making Sense va más allá de solamente recordarnos la grandeza de una banda a través de sus melodías, sino que es capaz de capturar la fuerza que Byrne tiene ante la cámara y el público. Para muchos, este memorable testamento de genio musical fue la pieza que comenzó la desintegración de la banda gracias al ego de su vocalista. La ironía de que esta joya basada en la libertad artística fue el último clavo para una agrupación en la que el genio de David se combinó con la faceta tiránica que obligó a la banda a nunca salir de gira otra vez.

Si bien este concierto es una pieza clave de la cinematografía de los últimos 40 años, la banda solamente sacó dos álbumes más posteriores a este filme hasta que Byrne se salió en 1988. Y es que el líder de este cuarteto es captado como el maestro de ceremonias, un tipo que, al parecer, enfrenta una crisis mental durante este viaje donde cada canción parece cuestionar su sanidad mental hasta llegar a la calma. Pero ene se viaje, es David con sus movimientos y particular histrionismo el que lleva la batuta todo el tiempo.

Afortunadamente, este performance con todo y baile final al lado de una lámpara como su única acompañante, es testigo de una perfecta mezcla de elementos musicales y estéticos donde nada sucede ni está puesto por accidente, sino que todo tiene una razón de ser. Eso, sumado a la libertad de Demme para que los cuatro integrantes se expresaran en escena con total libertad hacen de Stop Making Sense una experiencia cinemática que, en esta nueva remasterización, suena potente en cada acorde tocado y en cada paso dado por Byrne y compañía.

El clásico traje gigante en una de las escenas icónicas de Stop Making Sense. Foto: A24
El clásico traje gigante en una de las escenas icónicas de Stop Making Sense. Foto: A24

Afortunadamente, a través del bueno ojo cinemático de Demme, esta presentación es más que un concierto, una pieza de ensamble llena de vitalidad donde los aspectos técnicos como el sonido se conjuntan de maravilla con la mirada artística de Byrne, inmortalizando a los Talking Heads en una excelente fusión entre la imagen y los ritmos que dejó no sólo una huella en la cultura pop, sino una verdadera joya del cine musical que sigue poniendo a cantar y bailar a la gente, empujando los límites de lo que podía ser un simple concierto al máximo.

Comunicólogo, amante del cine, la música y todo lo que sea cultura. Forjando una carrera en el medio desde 2018 a la fecha. Colaborador en varios espacios, consciente de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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