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High Score: un regular retrato sobre la historia de los videojuegos

La breve (muy breve) historia de los videojuegos según Netflix

Mario Valencia

Publicado

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High Score - Reseña

El 19 de agosto, llegó a Netflix la mini serie documental de seis episodios, High Score. Creada y dirigida por Frances Costrel, narra la historia de la era dorada de los videojuegos, desde sus inicios con el Atari 2600 y las primeras arcade, hasta la llegada del 3D con Doom y Star Fox. Aunque entusiasta y divertida, la serie peca de superficial en cada capítulo, además de estar plagada por serias omisiones que la alejan de ser un documento indispensable sobre la industria.

En High Score, vemos entrevistas con algunos personajes icónicos de la industria: Nolan Bushnell (fundador de Atari), Trip Hawkins (fundador de EA), John Romero (creador de Doom), John Tobias (creador de Mortal Kombat), Tom Kalinske (ex CEO de Sega of America) y John Kirby, abogado defensor de Nintendo. Incluso invitaron algunos protagonistas menos conocidos, como campeones de torneos como el Nintendo World Championship y MTV Rock The Rock para retratar el impacto sobre los fans. Cada uno narra su distinta experiencia y reflexión sobre el crecimiento del medio, desde las salas de arcade hasta algunos comparativos con nuestros días. La diversidad de protagonistas denota su gran valor de producción, aunque en la mayoría, no les beneficia el montaje final.

High Score - Reseña

Ese es uno de los grandes problemas de la serie: la edición. Aunque cada tema se entiende aún para aquellos ajenos a la historia, rapidamente se vuelve dispersa entre sus paralelismos con el mundo moderno y el pasado. Encima, termina por distraerse en detalles triviales que no aportan demasiado al imaginario gamer. El toque humano sobre la importancia que tuvo para algunos es excepcional pero también arrebata protagonismo a testimonios que pocas veces vemos.

Por ejemplo, un capítulo en verdad reprobable, es aquel sobre los juegos de rol. No solo insiste en esa farsa de Final Fantasy como el gran innovador de los RPG, sino que desperdicia la oportunidad de tener a Ken y Roberta Williams, fundadores de Sierra On-Line (una de las compañías de juegos para PC más importantes de la historia) y nos dan solo un vistazo a sus inicios. Nada más. Encima omiten legendarias bases del género como Wizardry, Phantasy Star y Dragon Quest, junto a su impacto en el mercado nipón. Eso sí, lo salva la cruzada del creador de GayBlade, primer RPG sobre la comunidad LGBT contra la extrema derecha de los años 80.

Uno de los puntos presentados, como buena producción de Netflix, es la inclusión. ¿Por qué ahondar en ella? En algunos casos funciona, como la historia de Jerry Lawson, hombre afroamericano encargado de crear la tecnología de cartuchos intercambiables con distintos juegos. Otras, simplemente se sienten metidas con calzador para mero propósito de marketing. Una de ellas es la historia de un individuo que entra a trabajar a EA en el equipo de desarrollo de Madden, la famosa serie de futbol americano. Menciona que su sueño fue programar los distintos colores de piel de cada jugador en la NFL, pues hasta ese punto, siempre fueron blancos. Esta es una tremenda mentira, pues Tecmo Super Bowl ya lo había conseguido en 1991. Ni que decir de todos los demás títulos deportivos anteriores a 1995. No es necesario forzar este tipo de anécdotas, el reconocimiento llega gracias a la importancia de un legado sin importar género o raza.

Precisamente, la saturación de estos relatos impiden un flujo más natural de la narrativa y en especial, provocan la omisión de otros tópicos de importancia. En el primer episodio, todo es sobre Atari, nada de Coleco o Intellevision. La presentación de la violencia en los videojuegos ante el Senado de los Estados Unidos y la Guerra de 16 bits, fácil daban para dos episodios completo, no una simple mención de unos cuantos minutos. La batalla entre Super Nintendo y Genesis fue la más épica del medio y a pesar de la soberbia explicación de Kalinske, solo nos mostraron el lado Sega de América de la moneda, sin tomar en cuenta a Nintendo o la abrupta conclusión que tuvo por los conflictos entre Sega Japón y América. Tan precipitado como el final de la serie, donde casual, pasamos de los FPS a una reflexión de Bushnell que nos lleva de vuelta a los 70 y otra vez al 2020 en un parpadeo. ¿Por qué habrán temido a lanzar más episodios o hacerlos más largos?

Aún con estos serios problemas, High Score vale totalmente la pena por una razón: la cálida narración de Charles Martinet, la voz de Mario, Luigi y Wario. El hombre, alejado de los tonos de sus icónicos personajes nintenderos, da un ritmo ágil lleno de humor blanco que juega con el espectador. Es tan surreal escucharlo hablar sobre Night Trap y Doom, que es irresistible.

High Score tiene buenos valores de producción, estupendas animaciones de Pixel Art y una maravillosa voz en off. Sin embargo, a pesar de buscar una visión distinta con el tema de la inclusión, va a la segura de cautivar a la audiencia con nostalgia. Ese es el principal problema con la mayoría del contenido sobre videojuegos, creer que estos viajes al pasado envueltos por nuestro amor a épocas más simples, son un valor histórico. Si eres aficionado casual, échale un ojo, aunque de inmediato notarás el hilo tan superficial. Si buscas información a profundidad, las recomendaciones son ver el canal de The Gaming Historian y Jeremy Parish.

Fotógrafo y reportero desde 2015, programador del Festival Macabro, profesor de Historia del cine en la FES Acatlán y coordinador de materiales en Filmin Latino.

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