Pólvora Live
Silverio: estar en su concierto es como tener sexo sucio en una orgía con desconocidos
Después de ser catalogado como una inmundicia en el EDC, Silverio dio un show inolvidable en el Salón Chabacano. Acá te contamos.
Silverio “su inmaculada majestad imperial, capitán de los aborígenes del inframundo” inspira con su show provocativo y su electro punk agresivo y alucinante.
El sábado pasado tomamos nuestro lugar en la fila sin fin afuera del Salón Chabacano. Es el primer toquín de Silverio en la CDMX desde que la prensa lo llamó una desgracia “inmoral”. En la fila, me encuentro a personalidades de la escena como Diego Aguilar de Bahama Records, Alexa Olán y Peppers Jett de Asiste o Muere y la ilustradora Taide Estivali. Todos andamos esperando con una vibra llena de alegría y buen humor y a cada rato, silba una chela enlatada.
Entrando al salón nos recibe una onda muy Miami Vice: retro futurismo noventero con unos lasers, plantas de plástico y cubos de vidrio. Es amor a primera vista y cuando suena “What is love – Baby don’t hurt me” (original de Haddaway, 1993) – en las bocinas, nos lleva a A Night at the Roxbury (película de 1998) y todos cantamos la letra juntos. Mientras el staff del lugar anda reforzando las vallas y el equipo en el escenario, cubriendo los mixers y controles con envoltura de plástico, fluyen los drinks y el lugar se llena de humo de cigarro.
Un coro de “Puto Puto Puto” espera a su majestad imperial y recibido por una audiencia explotando de emoción, aparece Silverio en un traje de lentejuelas plateadas y con una sonrisa genuina en su cara. Después de hacer su camino al escenario, pasando por un mar de gente y con la ayuda del staff del lugar, toma el micrófono que está envuelto en una toalla amarrada con gaffer, y declara: “¡Aborígenes! ¡Sobrevivimos!”. Arranca la noche con “Yepa Yepa Yepa” y desde la primera nota, el lugar está fuera de control.
Estar en un concierto de Silverio es como tener sexo sucio en una orgía con desconocidos, con clímax tras clímax. Su majestad nos da todo desde la primera rola, baila expresivo y frenético, se fondea y comparte varias chelas y whiskeys, escupe a la gente, y la gente le escupe a él. En el escenario trae una tela colgada con su “logo”, un signo de dólar o peso, el cuál besa y al cuál reza. El set avanza y escuchamos hits como ”El Iluminado”, “El Baile del Diablo” y “Perro”.
Silverio pierde una pieza de ropa por rola desnudándose poco a poco. El slam no para en ningún momento y cuando el striptease de su majestad llega a la famosa tanga roja, varios hombres en la audiencia revelan sus propias tangas rojas.
Silverio interactúa con todos, nos ve a los ojos, nos habla, nos grita, nos reclama y nos declara el amor. Su cuerpo y el escenario se llenan de saliva, de cerveza y de sudor, mientras el staff del lugar intenta evitar que se caiga todo. El mar de gente ama al GG Allin mexicano, al antihéroe nacional, al rebelde más punk que el punk. Silverio abre los brazos y recibe nuestro desenfreno completo con una sonrisa extática.
Se cuelga del escenario, pega y patea su equipo, se ahorca con el cable del micrófono, hasta que se desnuda gritando “Pito chico, Huevos grandes”. Entre los highlights innumerables del show, la gente toma cerveza de su bota y en un momento agarra el celular de un fan quien lo estaba grabando, y lo pasa por su culo antes de regresárselo. Su majestad toma un momento introspectivo, se admira en el espejo y decide a todo volumen: “Me amo”.
El más que energético Silverio y su audiencia son uno y el mundo se mueve con él. Es el “one man show” más cabron que he experienciado en mi vida. Al final regresa al tema del principio y se despide con un remix de “Yepa Yepa Yepa”, agarra el set list, dice “Eso es el show de hoy” y se lo come. Se va mojado, desnudo y feliz y deja a su audiencia mojada, desnuda y feliz.