Cine
Crítica de Post Mortem: el desperdicio de una gran premisa
Desde Hungría llega a México, Post Mortem: fotos del más allá, una película de excelente iniciativa y poco desarrollo.
Bienvenido a tu oportunidad de ver cine húngaro sin verte en la necesidad de caer en círculos snob tipo Cineteca donde Béla Tarr, es profeta incuestionable. Lástima que Post Mortem: Fotos del más allá, sea uno de esos tantos ejercicios fallidos de horror donde sus grandes ideas, se ven eclipsadas por la incapacidad de resolverlas con mayor ingenio. Ah, cómo les gusta lanzar premisas que no se pueden cumplir.
Selección oficial en Sitges 2020 y representante de Hungría rumbo al Oscar como mejor película extranjera, el filme llega a salas nacionales con una propuesta interesante y con cierto encanto, pero fría en su ejecución.
De que va Post Mortem: fotos del más allá
Durante la Primera Guerra Mundial, Tomás es un soldado austriaco que es rescatado de una aparente muerte por un compañero mayor. Meses después, ambos forman parte de una caravana con un macabro espectáculo: ofrecer fotografías post mortem para que las familias que aún conservan los cadáveres de sus seres queridos, obtengan un último recuerdo.
Cuando la misteriosa Anna, una huérfana de 10 años aparece en la tienda de los veteranos de guerra, Tomás toma su aparición como una señal, pues alucinó con ella durante su experiencia cercana a la muerte. Él decide acompañarla a su villa, la cual fue arrasada por la pandemia de gripe española (bien contemporáneo el tema) pero debido a que el suelo está congelado, los cuerpos de los fallecidos están listos en la intemperie para una última foto… Y ahí es donde comienzan a descubrirse los verdaderos males que aquejan la aldea.
La sinopsis le sienta con bondad a Post Mortem. Lo cierto es que la idea, escabrosa por su naturaleza, se presta a un mundo lúgubre. De la mano de dos protagonistas bastante agradables (en especial la niña) con buena química entre ellos, conocemos una atmósfera única e intrigante, muy propositiva en cuanto al valor que una fotografía, puede representar para una persona. En especial durante el primer acto, se juega con un desconcierto maravilloso de hacia donde pudo ir el relato. El “pudo” es la palabra clave aquí, pues no tarda en desmoronar el atrevido planteamiento.
Mientras que la muerte acecha de distintas formas todo el tiempo, así también una dirección terriblemente deficiente. De entrada, más allá del impacto inicial y el parco establecimiento de su fuerza antagónica, no se establecen razones reales o tangibles de porque pasa más allá del pretexto de “alguien tiene que joder a la gente”. Nadie nunca en el pueblo sabe nada ni existe explicación de los sucesos. No solo eso, sino que se presenta de una manera tan triste que vuelve a la producción en un circo barato.
El nivel que manejo de tolerancia a los efectos especiales malos es muy alto pero no fue sino hasta que Post Mortem llegó a mi vida, que se alcanzó el límite. Cuando no hay presupuesto para efectos, ¡simplemente no hay que hacerlos y se buscan alternativas! Desmerita lo poco conseguido por la obra para convertirse en algo que es imposible no tomarse en serio. En lugar de tomar la ruta de la insinuación y jugar con el suspenso, nos muestran unas sombras que ni el Silent Hill de Play 1 se atrevió. Ya para que les cuento cuando una de las fotos, toma vida para lanzar un grito bien malora. Insufrible.
Pero lo que es verdaderamente detestable de Post Mortem es que, a pesar de ser una película con un especial enfoque hacia el tema de las fotos, ¡el trabajo de fotografía es terrible! Al apelar a estos ambientes gélidos, se olvida de darle una personalidad única que la vuelva memorable en ese sentido. La iluminación es plana y el uso de los encuadres, más básico que kit del Dr. Descuento. Triste.
Conclusión: si no es el ADO, ni te esfuerces en checar Post Mortem
Con La morgue, cinta británica desarrollada en una sola habitación y con 50 pesos de presupuesto, se demostró la capacidad de resolver con maestría la creación de un espacio macabro utilizando solo un cadaver y el poder de la sugestión. No cayó en efectismos, siempre conoció sus limitaciones.
Por ambiciosa, Post Mortem: Fotos del más allá, se derrumba al paraje del olvido. Lástima que el buen tono actoral y lo exótico de sus paisajes, no puedan salvar un clímax tan cómico involuntario, una trama llena de huecos y un final que más allá de cerrar, sugieren que la fantasmagórica masacre continuará. No vale la pena.