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GIFF 26: Mad Heidi, un demencial fondue de venganza

Desde Suiza llega Mad Heidi que alza sus armas contra el fascismo en una locura violenta e hilarante no apta para los intolerantes a la lactosa

AJ Navarro

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Desde Suiza llega Mad Heidi que alza sus armas contra el fascismo en una locura violenta e hilarante no apta para los intolerantes a la lactosa
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Ah los cuentos infantiles. Nada mejor que aquellas historias que nos formaron como niños y que, con el paso del tiempo son hechas nuevamente en aburridos live actions o en sanguinolentas y baratas reinvenciones, pero también hay una que otra sorpresa de bajo presupuesto que sabe sacar jugo del serie y ese es el caso de Mad Heidi, que estrenó en el ciclo del Cine entre Muertos del GIFF 26 para ofrecer la sangre, sudor y entretenimiento necesario que acompañan la furia contenida de esta jovencita.

¿De que trata Mad Heidi?

Reinventando de manera violenta y alocada aquel cuento infantil escrito por la escritora Johanna Spyri, Heidi es una chica de los Alpes en una Suiza que ha caído bajo el dominio fascista. Sin embargo, su anhelo de libertad personal y las pérdidas trágicas serán la chispa que provoque a la joven para comenzar una revolución donde la tortura fondue hasta la muerte por chocolate formarán parte de la venganza de Mad Heidi (Alice Lucy).

Esta interpretación que corre a cargo de Johannes Hartmann y Sandro Klopfstein abarca un enfoque que mezcla como buena cinta serie b el tono de comedia de horror con acción y aventura, transformando a este personaje clásico para niños que cantaba ‘abuelito dime tu’ en el estandarte del swissploitation demencial ofrecido por hora y media que fue financiado por fans.

Mad Heidi es una alocada sátira en contra del fascismo establecido por el queso.

En la cinta tenemos prácticamente a todos los personajes clásicos, empezando por Heidi (Lucy), que vive en su pueblo de los Alpes Suizos al lado de su Abuelo (David Schofield) enamorada del pastor Peter (o Pedro, para los mexicanos, interpretado por Kel Matsena). Aunque todo esto suene de lo más normal, es el contexto en el que se desarrolla todo el cuento de hadas lo que resulta una locura: una dictadura fascista en donde el queso es la única forma de alimentación y que es usada por el Presidente Meili (Casper Van Dien) como forma de control.

El relato de Hartmann y Klopfstein se cocina poco a poco rumbo a la venganza que volverá a la protagonista en la honrosa Mad Heidi. Alice Lucy entrega una correcta dosis de sobreactuación y violencia para luchar no sólo por su vida, sino contra el poder de Meili a través de hachazos, provocando una revuelta que busca derrocar a la despótica autoridad en este mundo distópico.

La estética del filme nos recuerda a cintas de exploitation, incluso aquellas de bajo presupuesto donde los efectos especiales son bastante chafas, dependiendo más de los efectos prácticos como el maquillaje y la sangre falsa. También, vemos ese juego de colores bastante llamativos, dejando una sensación visual de cinta setentera moderna a medio camino de lo hecho por Robert Rodriguez en Planet Terror (2007) mezclado con la mirada de cómic tipo Iron Sky (2012) de Timo Vuorensola.

Casper Van Dien (Invasión, 1998) encarna de forma ridícula al ‘Gran Dictador’ con fascinación por todos los lácteos.

A lo visual, le sumamos la excéntrica galería de los villanos. Primero, Frauein Rottweiller (Katja Kolm), la malvada maestra del cuento original aquí se convierte en una entrenadora de gladiadoras que le encanta maltratar a sus alumnas, además de tener una inclinación por el BDSM. Escalando en el nivel de villanía, está la mano derecha de Meili, el Comandante Knorr (Max Rüdlinger), cuyo pasado violento se ligará directamente al saldo de cuentas de nuestra Mad Heidi.

Pero de todos ellos, es uno quien se lleva la corona del absurdo y la sobreactuación total y ese es Casper Van Dien como el hitleriano líder facho amante del queso, Meili. Sus expresiones, gritos y hasta su muerte como el acto culminante de la venganza son la cúspide de una locura en la que se toma la libertad de dar aires a lo Chaplin en El Gran Dictador, pero llevado a un absurdo máximo en el que, desde el mismo acento, se vuelve odioso pero hilarante.

Si bien el guion resulta el aspecto menos cuidado de la cinta, es la ambientación y la extrema locura de su estética combinada con momentos gore bien ejecutados y una comedia que cobija la trama principal que, básicamente, se trata de una rebelión ante el sistema, los lavados de cerebro y los gobiernos ultra conservadores, Mad Heidi muestra un corazón grande que cumple con las expectativas para todos los fans que la hicieron posible centavo a centavo.

Así, el filme encuentra un lugar de culto que le ayudará a que su disparatada visión se coloque firmemente entre los amantes del género, demostrando que el poder de Mad Heidi reside en no ser una chica buena, mostrando que a veces una rebelión decente puede ser el camino, especialmente si está hecha de quesos y muertes por fondues. Sin miedo a la censura o incorrección política, este swissploitation llegó para quedarse y amenaza con continuar su legado.

Comunicólogo, amante del cine, la música y todo lo que sea cultura. Forjando una carrera en el medio desde 2018 a la fecha. Colaborador en varios espacios, consciente de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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