Cine
Drácula Mar de Sangre: un irregular pero colmilludo suspenso
El noruego Andre Ovredal vuelve a las andadas con Drácula Mar de Sangre navegando con pros y contras una faceta poco vista del famoso vampiro
Si hay un monstruo en el terror por excelencia que goza de variadas interpretaciones, ya sean exageradas e hilarantes o sangrientas y seductoras, ése es el vampiro. En Drácula Mar de Sangre, veremos una interpretación de su viaje a través del océano así como la fatídica violencia que dejó a su paso. Abran paso al rey de los colmilludos mientras vemos si su mordida esta vez es eficiente o se quedará con el apetito del terror abierto.
De que va Drácula Mar de Sangre
Inspirada por uno de los capítulos dentro de la clásica novela vampírica de Bram Stoker, la cinta aborda el trágico viaje y destino de la nave de carga Demeter, que fue asignada con una misión especial: llevar 50 cajas de madera sin marcar desde Carpatia hasta Londres. Sin embargo, extraños sucesos comienzan a pasar con la tripulación, misma que intentará sobrevivir al acecho de una misteriosa presencia despiadada a bordo para tratar de acabar con ella antes de llegar a su destino.
El director noruego Andre Ovredal vuelve al cine de género que tanto le ha funcionado (Trollhunter, The Autopsy of Jane Doe) para dar vida a una versión de un episodio poco referenciado en Drácula Mar de Sangre, mostrando un rostro del maquiavélico Conde en un viaje que, a pesar de saber su desenlace, tiene el colmillo bien clavado en sus atmósferas entregando un intrigante viaje del chupasangre por excelencia.
Las grandes virtudes de la cinta radican en un gran montaje para el viaje del Demeter. Gracias a un diseño de producción efectivo, la embarcación se convierte en una prisión flotante al más puro estilo del Nostromo en Alien: el octavo pasajero (Scott, 1979), donde los marineros no tienen escapatoria en pleno mar abierto. Entre las sombras, recovecos y la niebla constante, la amenazante sombra del vampiro se cierne sobre ellos sin saberlo.
Aunado a ello está la labor de fotografía, donde usa el juego nocturno del color azul así como la engañosa luz natural de las lámparas que acentúan esa sensación de desolación y desesperanza alrededor de los tripulantes. Además, Drácula Mar de Sangre cuenta con un interesante apartado musical a cargo de Bear McCreary (Feliz Día de tu Muerte, Freaky) que dota a este relato de supervivencia de una banda sonora adecuada para la época del terrible viaje del que somos testigos.
Asimismo, se aplaude que Ovredal sigue sacándole jugo a los efectos prácticos, pues el diseño de Drácula resulta sorprendente y las escenas de muerte emplean recursos de maquillaje bastante atractivos que solamente son retocados con un buen trabajo de efectos visuales. Aunado a ello, Javier Botet, experto en interpretar seres malignos (la saga de Rec, Slender Man), le da vida a una versión casi animal y bastante despiadada de Drácula que resulta uno de los principales atractivos de esta visión.
A pesar de esas propuestas interesantes en el relato, existen algunos cambios que no funcionan del todo bien, como la inclusión de una polizonte llamada Anna (Aisling Franciosi) con un propósito específico, además de un doctor graduado en Cambridge, Clemens (Corey Hawkins) que termina por convertirse en un recurso final que le quita fuerza al drama violento del desesperanzador relato contenido en la Bitácora del Capitán. Si bien su añadidura sirve para que la historia sea más larga de lo que es, es triste que en el desenlace sean motivo para Drácula Mar de Sangre no clave tan bien el colmillo como debería.
Ese es otro punto que casi hace que el navío con todo y el rey de los vampiros casi encalle, pues el ritmo del relato por momentos es poco ágil, trabándose en las oscuras aguas de la repetición o la sobre explicación de momentos que resultan bastante obvios. A eso, se le suma que si conoces la obra de Stoker, sabes irremediablemente del final que todos van a enfrentar por lo que la emoción de la batalla por resistir y llegar al puerto sanos y salvos no se siente del todo auténtica.
Con todo y esos detalles, hay actuaciones que acompañan la terrorífica representación de Botet con buen desempeño. Tal es el caso de Liam Cunningham y David Dastmalchian, que como la dupla del capitán Eliot y Wojchek logran buenos puntos mientras los actores secundarios sirven como una carne de cañón atractiva para el bufet de un mes del querido Conde.
Si bien Drácula Mar de Sangre no se convertirá en la mejor película del príncipe de las tinieblas, si extiende de buena forma sus alas para hablar de cuestiones como la ambición humana, el poder e incluso hasta de mensajes inclusivos un tanto forzados. Pero sobre todo, nos regala una cara de este ‘nosferatu’ que pocas veces vemos en el cine, alejándose de lo galante y seductor para mostrarnos el modo bestia que existe dentro, aquel ser sediento de sangre y poder que es capaz de aniquilar a todos con tal de cumplir su deseo.
Así, Ovredal entrega un filme irregular pero cumplidor cuyo mayor pecado recae en desapegarse un tanto del canon novelístico de Drácula en pos de un relato que se da el lujo de hacerle guiños a Coppola pero también de crear el suyo propio con un desenlace optimista en una historia que no merecía un final como el que presenta, dejando viva a la presa a pesar de su suspenso colmilludo y eficiente.