Muti, Rituales Mortales: ni Morgan Freeman salva este horror

Una película mala no puede ocultar su hedor a kilómetros a la redonda. Los fans del horror estamos acostumbrados a la decepción de bodrio tras bodrio y esta semana, al mismo tiempo que la décima parte de Saw, Muti: Rituales Mortales, busca atrapar a unos cuantos incautos atraídos por la siempre confiable presencia de Morgan Freeman en su elenco. Pero cuando uno recuerda que todos tenemos que pagar cuentas al fin de mes y a veces hay que aceptar cualquier cosa para comer, pues…

Cómo era de esperarse, el ganador del Oscar es lo único rescatable en este incoherente desastre que colapsa ante su propia ambición e incompetencia para desarrollar un tema tan interesante cómo las tradiciones ancestrales.

Siguiendo la fórmula del fracaso: de que va Muti, Rituales Mortales

En un pequeño poblado al sur de los Estados Unidos, un detective deberá detener a un misterioso asesino en serie cuyas víctimas, perecen en siniestros rituales. El único que puede ayudarlo es un renombrado profesor de culturas africanas con el conocimiento necesario para comprender la situación. Mientras tanto, un detective italiano sigue la pista del mismo asesino hasta que inevitablemente, ambos caminos cruzan.

A diferencia de otros churrazos del estilo, con Muti al menos hay algo rescatable: el personaje de Freeman. A pesar de tantos papeles similares en forma de guía sabio (este en particular me recordó mucho a su personaje en Lucy), sigue resultando muy atractivo su actuar. El hombre tiene una presencia innegable y pocos se pueden jactar de eso. Tan solo en su primera secuencia, una simple escena donde da clase a un grupo de alumnos, su voz tan calma es reconfortante a la par de soltar una dosis de intriga.

Pero fuera de él, el resto de la obra es un olvidable desgaste de la fórmula usual. Empezaré por lo más irritante: la idiota necesidad de contar dos historias paralelas. ¿Para qué? Más allá de sumar o llegar a un clímax en conjunto, dejamos a un lado el relato del detective romano por casi una hora y con una maravillosa sarta de incoherencias. Por ejemplo, si este detective ya había identificado al asesino, ¿por qué carajos no levanta una búsqueda internacional siendo una persona tan fácil de reconocer? Ni que decir de la forma tan irrelevante con la que termina interactuando con el detective gringo.

El tener dos líneas argumentales impide que al menos exista un desarrollo decente en ciertos puntos. Por ahí, el director quiso ahondar en la tragedia personal del americano pero olvidó algo importante, esencial para una buena película de terror: tener una atmósfera.

Por buscar el melodrama, aborda de manera superficial las culturas africanas y sus ritos. Es imposible sentir inquietud a pesar de que busquen retratar asesinatos tan mórbidos. Al contrario, a escenografía fue de kit “mi primer ritual”, con paredes pintarrajeadas de sangre y velas negras. Ni en el mercado de Sonora se atreven a tanto.

Encima, es una película que te tiene que explicar todo lo que acabas de ver para recalcártelo porque le gusta tratar a la gente como idiota. Mi momento favorito fue cuando el villano ricachón, le pedí al asesino una joven con ciertas características para llevar a cabo su sacrificio. Describe a una mujer joven, hermosa y con potencial en la vida. Siguiente escena y de la manera más fortuita, el asesino conoce en un bar a una joven bella e inteligente. ¡Ah, no bueno! Sin cabida alguna para suspenso, vámonos derecha la flecha a lo obvio.

Referentes sobre el tema hay demasiados, cómo Corazón de ángel o La serpiente y el arcoíris, excelentes ejemplos que van más allá en sus investigaciones hacia lo oculto con conclusiones impactantes de sus protagonistas. Los males endémicos a cada cultura, cómo menciona Morgan, deben ser estas fuerzas inexplicables que te atan hasta el final. No quedar en un “acá te va una morra virgen, dame tus poderes”. Pésimo.

Conclusión

Muti, Rituales Mortales se esfuerza en cada momento por ser mediocre. Es el tipo de películas que ponen a las 3 am en Golden para rellenar programación. No hay un sólo elemento que la vuelva especial, peor cuando hasta se atreven a mostrar un epílogo rancio que ni siquiera tiene sentido con el resto de la obra.

Con malas actuaciones, terribles valores de producción y una historia que no sabe a donde dirigirse, ni por la comedia vale la pena verla. Ya está sentada a la derecha de 13 Exorcismos entre lo peor del año.