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El día que todo cambió: una venganza lejos de ser letal

El día que todo cambió es una propuesta de explorar el género de acción al estilo hollywoodense en nuestro país.

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Reseña de El día que todo cambió
El día que todo cambió
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Por Ed Vázquez.

En algún momento de nuestra vida hemos sufrido de algún tipo de injustica de manera pequeña o grande y, ahí es cuando, quizás, conocemos el lado más oscuro de nosotros y esa parte de nuestra personalidad que se desconecta de la realidad y tememos mostrar. Bajo esa idea y de la mente de Luis Arrieta, bajo la dirección de Javier Colinas, llega El Día Que Todo Cambió, producción de Los Güeros en asociación con Corazón Films.

Aquí la pregunta es: ¿Qué sucedería si alguien te arrebatara lo que más amas en ese momento?, ¿Cuál es límite que estaría dispuesto a romper por cobrar venganza y saciar tu rabia?

Reseña de El día que todo cambió
Se agradece el esfuerzo de explotar más el género en el cine nacional. Ahora falta gestar historias originales. Imagen: Corazón Films.

“Levanta la cabeza y mírame… ¿Quién le disparó a mi esposa?”: De qué va El Día Que Todo Cambió


En una urbe, así como la misma y agonizante noche, eligen a Mario (Luis Arrieta), un hombre bueno que era feliz junto a su esposa y lo tenía todo, para cambiar su vida drásticamente en un robo liderado por “Rayo” (Diego Martínez Villa) y Pedro (Luis Alberti), quien termina con la vida de su amada (Geraldine Alejandra) y todo el mundo concebido se desmorona.

Tras ese trágico momento han pasado siete años y una cacería caótica ha dado comienzo, en la cual Mario planeó su camino de venganza para buscar a los responsables de arrebatarle todo en una noche, no sin antes toparse con uno que otro obstáculo y momentos que harán que nuestro protagonista tenga una pelea interna con sus mejores y peores demonios antes de llegar a la última bala que sellará todo este camino de oscuridad y espiral de sangre.

La venganza consiste en ejercer por mano propia y a través de una persona o un grupo, una justicia que conlleve a un castigo o daño por una ofensa previa que se haya realizado, lo cual nos lleva a una larga línea de sangre que muy probablemente acabe en una tragedia. Y tras el concepto de esa palabra, dicen que cuando este momento llega, debe servirse y comerse como un platillo muy frío.

Hay que darles crédito a los géneros de la acción, drama y suspenso por darnos algunos filmes buenos y quizás destacables con motivo de venganza, así que por mencionar algunos: ´El Vengador Anónimo´ (Michael Winner, 1974), ´Sentencia de Muerte´ (James Wan, 2007), ´Silencio en el Lago´ (James Watkins, 2008), ´Intriga´ (Denis Villeneuve, 2013) y ´Animales Nocturnos´ (Tom Ford, 2016).

Puede que te preguntes: ¿Por qué mencionamos esa lista anterior? Bueno, hay que tomar en cuenta que el género del cual estamos escribiendo aquí tiene muchas balas por disparar y uno que otro gatillo por accionar, a veces dando como resultado algo efectivo o, sin duda alguna, algo que no llega a ser lo esperado y dejándonos a la deriva, sin ninguna dirección y en la nada. Quizás eso anterior es lo que nos permite describir El día que todo cambió

El director Javier Colinas se arriesga tomando la batuta de otra producción, pero dando un giro desde la silla para dejar de lado la comedia y drama para enfocarse hacía un thriller de acción donde todo el potencial que tenía para ser una buena propuesta de venganza para comenzar el año termina en consumirse y traicionarse a sí misma a cada paso que da, guiñando a otros géneros y el darnos una lección de ética que posiblemente nadie pidió o esperaba.

Hay que destacar que Colinas nos sorprende en el primer acto de la cinta con una pantalla en negro y su carta presentación que va al grano antes de mostrar el título principal de la cinta. Es algo que te mantiene sin parpadear, observando cada detalle y sintiendo la tensión del momento entre los cuatro personajes que aparecen en pantalla hasta que sucede el trágico destino que nos lleva en espiral y nos brinda un respiro.

A partir de ahí, el director nos hace dar un salto de tiempo sin perder atención en un desarrollo cliché y yendo directo al grano, todo con tal de seguir el ritmo y pasos de nuestro protagonista. Colinas intenta que esto sea muy personal con una cámara muy cercana y granulosa en algunos momentos.

Reseña de El día que todo cambió
A nivel visual, El día que todo cambió da varios momentos impresionante. Imagen: Corazón Films.

Pero conforme esto avanza, al director se le descontrola todo en el segundo acto, el cual nos trae un pequeño ornitorrinco de géneros que va hacía la comedia simple, un mar de incoherencias que se vuelven visibles por montón aquí y, que chance, no queríamos notar desde el primer acto porque era en pro de la trama, volviendo esto como algo fuera de lugar y perdiéndose en flashbacks que no aportan nada. Y si algo debemos remarcar es que este trabajo se destaca de forma irregular en sus escenas de acción, las cuales tienen carga pero nada de empuje a la hora de ejecutarse, desinflándose antes de tiempo.

Aunque el director se esfuerza por recuperar nuestra atención para el último acto y el cual lentamente nos sumerge a la boca del lobo en una reunión, sosteniendo una bala entre los colmillos y marcando cautelosamente esa apertura de tensión en otro escenario como algo vital que desembocará en nada. Lamentablemente, todo el tono, la intención, el momento se pierde en un silencio, lágrimas y dejando todo a la deriva, lo cual hará sentir que las casi dos horas de duración no funcionaron para nada tras esa pantalla en blanco.

Entre algunos aciertos y contras, no todo es culpa de su director, ya que esto yace desde el guion que Luis Arrieta orquesta y en el cual encontramos elementos buenos, malos y hasta irregulares, los cuales se podrían haber tratado de mejor forma para ser algo destacable en el cine mexicano.

Aunque tiene la intención de contarnos algo, no termina destacando ni cayendo, solamente es algo irregular que deja con un amargo sabor de boca para aquella persona que esperaba algo con más acción, ritmo y quizás (pecaré en decirlo) algo estilo John Wick.

Sé que deberíamos poder hablar de algo nacional sin la necesidad de compararlo con grandes producciones de Hollywood, ya que para contar una buena historia no se necesita el despliegue de grandes explosiones y secuencias, solamente algo bien planeado, escrito y ejecutado, aunque el resultado que nos brinda El Día Que Todo Cambió es algo irregular, además de poco original que por momentos buscar traicionarse para intentar pulir lo nuevo que va sacando de la manga.

Hablando de las actuaciones, nos centraremos en Luis Alberti (Pedro) y Diego Martínez Villa (“Rayo”), los cuales nos brindan no a los mejores villanos pero si algo destacable que nos hace odiarlos por unos minutos y, por respectivos momentos, los cuales en diferentes caminos tienen una evolución de furia y tranquilidad que de cierta manera los salva a la hora de contarnos el destino de sus personajes.

Por su lado, Geraldine Alejandra aparece un par de minutos y en unas cuantas escenas, pero funcionando como ese respiro y voz de la razón para nuestro protagonista. Aunque sin duda alguna su personaje es algo desperdiciado luego de su tragedia, pero Alejandra es ese abrazo necesario en medio del caos.

Mientras que Luis Arrieta lleva todo el peso de esta cinta en sus hombros, tenemos que decir que todavía falta demasiado para que le podamos comprar este tipo de roles más serios, maduros y explícitos, pero se agradece el intento que en un futuro podría mejorar. Aunque ya tuvimos algo de ello en la serie de Paramédicos de Canal Once, ahí veíamos como su balance entre el drama y la comedia era optimo y seguro.

Pero aquí, algunas acciones nos pueden hacer cuestionarnos la verdadera intención y energía del personaje en ese momento mientras que por otra parte le queda a la medida el tener una mirada vacía y el silencio frío; aunque todo ello se debe al guion y el poco desarrollo que pudo tener, ya que nos llena de una que otra incoherencia que el personaje aborda y es ahí donde se nos complica más esto en la ejecución. Arrieta logra hacer suyo al personaje por momentos, pero no llega a consolidarse con él de la forma que uno esperaría.

Ya lo diría un viejo proverbio chino: “Si vas a comenzar un viaje de venganza, deberás cavar dos tumbas”, y aquí te pediría que hiciéramos una tercera tumba para aquel espectador que este intentando ver algo fresco, diferente y electrizante, pues aquí no lo obtendrá con esta buena, pero nada original idea que se tiene entre manos, la cual termina siendo irregular y pasable de panzazo, pero no tan destacable. Esta venganza no nos llevará al lugar esperado, pero al menos funciona como riesgo necesario.

Si la unión de los Gemelos Fantásticos se hiciera realidad y no se convirtieran en un mechudo y un bote de agua, esto daría de resultado.

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