Godzilla y Kong, el nuevo imperio: grandes criaturas, terribles humanos

Con el Monsterverse gringo de los grandes kaijus he aprendido a ir con reserva. En cada película, la fórmula ha sido la misma: excelentes secuencias de acción, efectos visuales impactantes y la inclusión de un grupo de personajes humanos más mediocre que cualquier guionista puede concebir. Godzilla y Kong, el nuevo imperio no es la excepción a esta regla pero he de reconocer que da un paso adelante hacia una dirección interesante.

Una película abundante en elementos de aventura y con los mejores enfrentamientos hasta el momento, es una fortuna ver que uno puede salir de la sala con satisfacción y no preguntándose que changadera acaban de ver.

“Santo Mulder y Scully, vean eso”: De qué va Godzilla y Kong, el nuevo imperio

Ubicada después del primer enfrentamiento entre la octava maravilla del mundo, el rey de los monstruos y MechaGodzilla, Kong adopta el espacio de la tierra vacía como su nuevo hogar mientras que Godzilla, es amo de la superficie del planeta.

Todo transcurre en relativa paz hasta que Kong, encuentra a otras especies como él y decide acercarse a sus dominios. Sin embargo, no contaba con que un tirano llamado Skar King, es quien manda ahí. Será con el apoyo de su viejo rival y un grupo de personas liderado por la doctora Ilene Andrews (Rebecca Hall) que deberán ponerle fin a esta inminente amenaza para la humanidad.

Los primeros cinco minutos de Godzilla y Kong generan una importante expectativa. Da la impresión de que finalmente, los productores detrás de este universo entendieron lo único que el espectador necesita con estas películas: enfrentamientos entre monstruos.

Ese es el gran fuerte de esta cinta, el esfuerzo de plasmar batallas emocionantes, divertidas, donde prevalece la acción sobre el diálogo. Es tan dinámico el manejo de la cámara y el montaje en cada una que es imposible no sentir esa grata impresión. Puedo jurar que la batalla final (es imposible que sea spoiler cuando sale en el tráiler), es la mejor lograda que han logrado los norteamericanos al trasladar el sentimiento kaiju puramente japonés. Hay un buen planteamiento sobre lo épico que requiere ser un evento así.

Dado que no todo puede ser acción incesante, tenemos estas secuencias que fungen como transiciones entre duelos, las cuales son estelarizadas por el elenco ya conocido en sus antecesoras… Y es una lástima que su presencia siga pesando tanto al ritmo de la trama. Francamente, es preferible ver a este séquito de comités gubernamentales parloteando (como en Shin Godzilla, por ejemplo), a tener a los personajes más cliché sobre la faz de la tierra.

Tenemos al galán cool y audaz bien rockero que de la nada, hace sonar “I Was Made for Loving You” de KISS en la forma más gratuita posible. Luego está el fanático de las teorías de conspiración, un nerd que recibe la oportunidad soñada de comprobar que todo es real en el mundo de los monstruos y finalmente, a la brillante doctora que tiene soluciones espontáneas a todo que ni McGyver. Una secuencia la pone a leer los grabados de una pared los cuales, traduce de la forma más académica y precisa posible simplemente solo para apantallar porque literal, todo lo estamos viendo en escena. Ah bueno, para saber.

Deprime que estás cuantiosas cursilerías tipo “la familia es tu hogar” (calma, Toretto) o la idea de la niña elegida, sigan siendo referente para este tipo de películas. Porque vaya que demerita mucho la experiencia general a pesar de que en su esencia, está la de ser un entretenimiento de calidad.

Conclusión

Aunque la intervención humana ya no es tan desastrosa como en las tres primeras películas del Monsterverse, su participación tan sosa merma en lo que Godzilla y Kong, el nuevo imperio, es en su corazón: una memorable gresca entre monstruos. Casi logran el equilibrio entre estos puentes pero el problema es que se toman demasiado en serio como para conectar con la idea totalmente serie B que representa estos enfrentamientos. Aún así, por el puro placer de ver estos duelos, la película funciona para dominguear.