Cine
Rebel Moon: La guerrera que deja marcas, la peor cinta de Zack Snyder
La ¿esperada? continuación del gran evento cinematográfico que Zack Snyder ideó para Netflix llega por fin y, para sorpresa de todos, resultó ser más mala aún que su predecesora. Rebel Moon: La guerrera que deja marcas hace cumplir su subtítulo al dejar marcado a todo aquel que se atreva a verla gracias a una secuela donde este mega universo tropieza severamente.
De que trata Rebel Moon: La guerrera que deja marcas
Es momento de la batalla final y encarar la amenaza que los pobladores de una humilde luna enfrentan ante el inevitable azote del Imperio opresor que busca obtener todo su grano. La misión parece más sencilla con la ayuda de Kora (Sofia Boutella) y sus amigos, esa parvada de luchadores rebeldes que pondrán cara ante todo peligro cueste lo que cueste. Pero el regreso de un viejo enemigo, el Almirante Atticus (Ed Skrein),pondrá en jaque la esperanza del equipo. ¿Lograrán vencer a todos o será esta la última pelea de la guerrera que deja marcas?
Cuando Snyder comentó que esta era su amada ópera espacial inspirada en una extraña mezcla de Star Wars de Lucas y Los Siete Samurai de Kurosawa, la expectativa por Rebel Moon, especialmente por parte de los amantes de su trabajo que no aceptan crítica alguna sobre los errores que ha cometido en tiempos recientes, fue alta. Pero la primera entrega pecó de aburrida, excesiva y como una larguísima introducción banal a un mega universo explicado de la forma más simplista: con diálogos largos, nulo desarrollo y una edición que dejaba mucho que desear.
A pesar de la mala recepción crítica, se le dio el beneficio de la duda para ver si la continuación de ese relato inicial, que se sentía como un collage mal hecho de muchísimas películas fantásticas. Sobre todo porque la audiencia parecía recibirla con optimismo y una gran aprobación. Sin embargo, toda fe en que Snyder no podía caer más bajo quedó de lado, entregando la que posiblemente sea la peor película de su obra, incluso más floja y sin sentido que su primer experimento en el guion de forma solitaria, Sucker Punch: Mundo Surreal (2011).
Una de las principales quejas recibidas en la anterior cinta fue la cuestión del ritmo, donde la exageración de la cámara lenta y la nula profundidad de los personajes hacían que la ópera espacial se sintiera hueca, sin alma y sin fondo. Al parecer, Rebel Moon: la guerrera que deja marcas es una lección de cómo repetir exactamente los mismos problemas con tal de aferrarse a contar una historia que, al final, se traiciona a sí misma.
Es inevitable que, dadas las declaraciones de Snyder, quien en un mal chiste (ojalá lo sea) comentó que busca expander este universo de Rebel Moon a SEIS películas más, se den las comparaciones con sus principales inspiraciones. Así comenzamos con los severos problemas de una historia que peca de pretenciosa en todo momento sin dejar de ser hueca y sin un verdadero sentido.
En Los Siete Samurai, Kurosawa tenía la maestría de tardarse lo suficiente para ir desarrollando las capas de sus personajes, tanto los principales como los secundarios. Snyder, en esta secuela, les da UNA escena donde, sentados a la mesa, crea un muy mal montado ensamble de porqué cada uno de estos luchadores espera pelear hasta la muerte con los villanos. Y con eso busca crear una empatía que todo el tiempo es nula, pues jamás sentimos un verdadero arco que los lleve hacia el destino final que les debería esperar.
Si bien la única que sigue teniendo un arco decente es Kora, Zack Snyder en su irreverente y mala toma de decisiones en el guion, decide tirar por la borda TODO lo que la motivaba, lo que la hizo cambiar por el simple afán de querer explotar una franquicia que, siendo honestos, parece más muerta que los zombies de su Ejército de los Muertos (2021). Ni qué decir de la escena de cultivo constante donde usa nuevamente slow motion innecesario para darle importancia al elemento que provocó esta batalla inicialmente, todo para que, en efecto, lo mande al diablo in ton ni son.
Ni que hablar de sus personajes pues pareciera que a Rebel Moon no le preocupa la historia de los rebeldes que luchan por la buena causa. Nuevamente, los acompañantes de Kora sirven de carne de cañón ante la acción medio mejor montada que en su antecesora. Eso si, la labor de Tom Holkenborg (antes conocido como Junkie XL) en la banda sonora sigue siendo el punto más destacado del sinsentido de Snyder, que se da el lujo de desaprovechar a nombres como Djimon Hounsou por la mera anécdota.
¿Se acuerdan de Jimmy, el androide que vaga por las planicies de la luna rebelde? Aquí hace lo mismo que en la entrega anterior, NADA. Si bien aparece por unos segundos y tiene una plática breve con Kora que debería ser significativa (spoiler: no lo es), de repente el androide con voz de Sir Anthony Hopkins aparece en un deus ex machina de risa hacia la parte final del relato, mismo que es tan cobarde y traicionero que no se atreve a finalizar como Los Siete Samurai, dejando de lado la escencia primordial de la misma cinta que inspiró al director.
Nuevamente, la fotografía en esta segunda parte de Rebel Moon, también a cargo de Snyder, deja mucho que desear al caer en los vicios de siempre. Hay momentos en que el foco del fondo o del centro se percibe borroso, como en su antecesora. Ni qué decir de los efectos especiales, que aún en esta entrega que es menos “espectacular” que la anterior, siguen mostrando graves problemas que no ayudan a la construcción del sagrado universo cósmico del señor Snyder.
Así, Rebel Moon: la guerrera que deja marcas, logra mostrar el punto más bajo de un creativo al que no se le niega que visualmente tiene ideas llamativas o incluso propositivas, pero cuyo principal problema es no saber hacer una buena dramaturgia que sostenga sus relatos. Ese dilema es el talón de Aquiles de Snyder, que lamentablemente aquí reluce todavía más que en otras cintas en su haber.
Con la amenaza de crear cuatro cintas más de este universo sin cabeza ni pies y un final abierto que es la mar de incongruente y traicionero a TODO lo que planteó en cuatro horas y casi media, ni una versión extendida ni la edición sin cortes y sangrienta pueden solucionar el desastre de un director que navega con el amparo de muchos de sus fans que le alaban siempre lo que hace, desconociendo que el mejor favor que le harían sería pagarle unos cursos de guion para encontrarle sentido a su “incomprendida” visión.