Cine
Fantasia 2024: Mash Ville, un western surcoreano sin ton ni son
Seguimos con la cobertura del Festival Fantasia 2024 y toca hablar de otra cinta surcoreana que, lamentablemente, tenía una idea de locura que terminó por no concretar esa ambiciosa combinación de géneros que le va tan bien al cine de este país. Hablamos de Mash Ville, cinta que tenía la clásica fórmula e ingredientes de los westerns americanos, buscando crear un relato entretenido e irreverente sobre unos productores de alcohol, una secta religiosa y más, pero termina siendo una decepcionante y larga aventura sin pies ni cabeza.
De que trata Mash Ville
En este híbrido creado por Hwang Wook, el desafortunado destino de un vendedor de alcohol (Chun Sin-hwan) y sus dos muy despistados hermanos (Park Jong-hwan y Park Seong-il), descubren que la bebida que crearon es capaz de matar a la gente que la ingiere. Después de que su creación es enviada a otro pueblo para distribuirla, tendrán que evitar que más gente beba el líquido y muera. Pero el camino no será sencillo ante tantos personajes cuyos propósitos jamás quedan del todo claros.
Mash Ville, después de una secuencia prometedora en la que ocurre una masacre dentro de un pueblo y no hay explicación alguna y en la que la violencia ejecutada por los dos cultistas homicidas luce bien, se esfuma poco a poco ante las siguientes secuencias en las que Wook busca poco a poco mostrar a cada uno de los involucrados en esta locura que, poco a poco, se irán encontrando hasta el encuentro final al más puro estilo de otro hilarante híbrido de ese país asiático, The Good The Bad The Weird (2008) pero sin el corazón de aquella.
Y es que a nivel técnico, esta cinta surcoreana no carece de ciertos aciertos, como el extravagante diseño de vestuario que se da el lujo de combinar los tiempos modernos y vestir a algunos como capos de la mafia, así como otros mucho más de época y otros más modernos. Pero ni siquiera eso ayuda a una fotografía que peca del exceso en el uso del filtro amarillo, además de implementar algunos otros de forma súbita que hacen que uno pierda el hilo narrativo del filme.
Queda claro que los intentos del cineasta surcoreano por presentar este relato como un western moderno a través de las tomas y de ciertos elementos clichés de este género, queriendo establecer la base de este relato, lo pierden en el camino convirtiendo al filme en una historia inconstante que, de repente, coquetea con un humor bastante negro que muchas veces no acierta en el tono o la gracia que el mismo relato plantea desde el inicio.
Ese es otro de los detalles que provoca que Mash Ville pierda el interés de la audiencia. Y es que el director es incapaz de manejar esos tonos tan dispares para volverlo algo coherente. Ni siquiera las historias de sus diversos protagonistas quedan claras. Pareciera que el ensamble esta ahí solamente para hacer que la cinta se alargue de manera innecesaria en un ciclo de comportamientos, comentarios y conversaciones que se sienten sin ton ni son, sin añadir algo de interés al filme.
Eso hace que, aunque ambiciosa, la propuesta de este híbrido se sienta como una serie de sketches unidos a la fuerza que pierden el interés debido a que nunca queda claro lo que quiere transmitir su realizador ni la historia misma. La trama incluso se mueve a pasos ralentizados en una edición que no ayuda a que el ritmo del filme tenga un buen paso. La introducción de sus personajes toma demasiado, ya que satura la pantalla de todos ellos sin definir bien sus respectivos roles como protagonistas, antagonistas, secundarios o incidentales, olvidado no sólo desarrollar este peculiar universo rodeado de alcohol y muerte sino de sus mismos elementos guía.
A pesar de esto, Mash Ville si tiene una ventaja que no hace intolerable a la cinta de poco más de dos horas de duración y eso son las actuaciones. Si bien el ensamble creado alrededor nunca desarrolla sus motivaciones ni intenciones mas allá de burdos diálogos, francamente se agradece que no se tomen en serio cada vez que lo hacen. El esfuerzo realizado por todos ellos es apreciable a pesar de ese guion fallido que los mantiene atrapados en lugares planos y comunes, no ayudando al flujo de esta cinta híbrida.
Así, oscilando constantemente entre lo serio y lo gracioso pero sin definirse bien por alguno y no manejando bien esta unión de tonos, Mash Ville se convierte en un western sin chiste que tiene pequeños momentos brillantes y que, en instantes, llega a rendir buenos homenajes a las cintas de Sergio Leone, Clint Eastwood y más, pero que jamás logra conectar del todo su idea con lo que plantea, quedándose así en un relato poco memorable que peca de ambicioso pero de falta de idea general, siendo uno de los títulos más fallidos del Fantasia Festival 2024.