Cine
Un hombre diferente: Sebastian Stan da la mejor actuación de su carrera en esta joya de humor negro
Sebastian Stan protagoniza Un hombre diferente, drama de humor negro dirigido por Aaron Schimberg que llega a salas
Sebastian Stan es un actor contrastante. En sus interpretaciones como Winter Soldier, el hombre maneja menos ganas de vivir que un trabajador del SAT. Pero en otros filmes, como El aprendiz o Fresh, presume un perfil más interesante, con un talento ansioso de ser explotado más allá de un rostro galanesco. En un año bastante movido para él tras haber interpretado al presidente electo gabacho, Stan se coronó como mejor actor con el Oso de Plata en el Festival de Berlín con Un hombre diferente, película dirigida por Aaron Schimberg disponible en salas a partir del 5 de diciembre.
Pieza que juega con el drama, un humor negro bien preciso y un sentido retorcido de la fábula, esta es la mejor actuación que ha dado el otrora Bucky quien en compañía de la actriz noruega Renate Reinsve, logran un perfecto retrato de un hombre predestinado a la tragedia, incapaz de señalarse como el único culpable de su situación en la vida. Una belleza imperdible que peca de una errática recta final.
“La gente puede ser cruel, me imagino”: De qué va Un hombre diferente
Edward Lemuel es un introvertido actor que sufre de neurofibromatosis, enfermedad a la que atañe todos sus fracasos en la vida, profesionales y románticos. Una solución se presenta ante él: un método experimental para remover todos los tumores que le cubren el cuerpo. A pesar del riesgo, todo sale a su favor… En apariencia, pues aunque su imagen se convierte en la del clásico hombre blanco galante de éxito, pronto no tarda en darse cuenta de cual es la verdadera raíz de sus problemas.
Amo que los elementos de body horror se estén poniendo tan de moda en la industria independiente; de forma interna, es una celebración que tengo como dedo medio para todos mis maestros que en la escuela de cine, no tomaban en serio. Pero la misión de Un hombre diferente no es horrorizar con escandalosas imágenes de una transformación que consume y pudre el físico de su protagonista. Lo brillante de la película es como la idea de lo grotesco, viene de su personalidad tan repelente, un hombre al cual alejarías no por su aspecto, sino por el manojo de defectos que representa.
A lo largo del relato, Edward Lemuel, personaje de Stan, cumple un ciclo que genialmente, regresa hasta su punto de partida. En un principio, lo vemos inseguro por su aspecto físico, un fracaso con aires de grandeza que es víctima de su circunstancia. Él vive enamorado de su nueva vecina, una bella aspirante de dramaturga (Reinsve) que por supuesto, no le es correspondido… según, pues más adelante ella toma un giro perverso y fetichista a la Cronenberg en su época de Crash, además de ser bien desgraciada al negar el pasado que compartió con Edward para inspirarse en su obra de teatro que reúne al par un tiempo después.
Al tomar el tratamiento, evoluciona en esta especie de playboy, de actor a estrella de los bienes raíces con todo y nuevo pseudónimo. Aunque en teoría todo debería ir mejor, él ahora representa soberbia, un atinado comentario sobre el blanqueamiento en publicidad y lo mejor, una inseguridad todavía más grande cuando su mayor rival en la vida, es Oswald, otro hombre con neurofibromatosis que a diferencia de él, es un encanto que atrae a todos. Gran actuación de Adam Pearson, británico bien simpático convertido en una hermosa ironía para Stan.
Es a partir de aquí que Un hombre diferente adopta un excelente tono de humor negro. Es tan divertido ver como Edward no entiende que no importa su aspecto físico, sino como tratas a los demás, la seguridad que proyectas y el carisma de tu persona. Para él es muy cómodo solo sufrir e idealizar todo cuando en las relaciones personales, uno debe entregar más que lástimas.
El complemento que termina por cerrar el surrealista cuadro son todos los personajes incidentales que Edward conoce a lo largo de su vida. Desde el encargado de mantenimiento del edificio donde vive cuyo gurú en la vida es Lady Gaga, pasando por el clásico vagabundo impredecible hasta ciertos diálogos bien precisos (el whisky y sus propiedades medicinales es el mejor) y ciertas bromas referenciales, siempre hay una razón para sonreír. Al menos hasta el final cuando el director, desconoce como sostener por más tiempo su premisa.
Es triste ver como este planteamiento termina en una enorme dispersión de su tercer acto. El gran problema de la película es su incapacidad de hilar el clímax con el montón de buenas ideas que plagan la parte final. Todo se vuelve muy repentino, una explosión de locura y frustración expresada en diversas viñetas que le restan impacto. La escena final es increíble, muy jocosa como en sus mejores momentos al cumplir cierto ciclo pero requiere al espectador de volver a enfocarse en un tono que se pierde durante varios minutos.
Que esto no te aleje de Un hombre diferente, es una obra indispensable que no solo brilla por sus personajes, sino por una fotografía con guiños a un estilo de la nueva ola francesa y el planteamiento del dilema ético que representa la inclusión en el mundo actoral. ¿Forzosamente debe el actor tener una condición específica para ciertos papeles o cualquier actor, mientras tenga el talento, puede hacerlo? En un mundo justo, Stan y Pearson tienen que ser nominados por sus actuaciones en todas las premiaciones importantes del próximo año. Corre a verla.