Crítica: ‘Emma.’ – El arte de enamorar en la Regencia inglesa

En la actualidad, el arte de encontrar pareja, o por lo menos de intentar juntar a dos personas, ha sido facilitado por la tecnología, pero en épocas de la Regencia inglesa no existían aplicaciones para buscar citas y en esta historia (adaptada del clásico de Jane Austen), la joven Emma Woodhouse se entretiene en este ámbito, manipulando relaciones como si fuera algoritmo de Tinder.

A sus 21 años, Emma (Anya Taylor-Joy) no tiene mucho de qué preocuparse. Tiene dinero, es inteligente y muy independiente, así que cuando la joven y huérfana Harriet Smith (Mia Goth) se convierte en su nueva compañera, decide inmiscuirse en su vida privada. Emma convence a Harriet de ignorar al humilde granjero que le propuso matrimonio para mejor perseguir el amor de Mr. Elton (Josh O’Connor), el acaudalado pastor local.

¿Te acuerdas cuando en la secundaria alguien se ponía en el papel de cupido? Siempre existía el amigo con pésimos consejos o la sabia amiga que discretamente desviaba los caminos del amor. Si experimentaste algo así, sabes que este tipo de cosas normalmente acababan en malentendidos y corazones rotos. Y por supuesto: lo mismo pasa en “Emma.”. Aunque la protagonista cree que está ayudando a su amiga, en realidad está creando un caos que eventualmente le cobra factura.

Estos eventos amorosos llegan a ser simplones y algunas piezas del rompecabezas tardan demasiado en caer: para cuando lo hacen, tal vez tu atención ya se haya disipado. Afortunadamente, hay un poco de comedia para variar, los personajes centrales tiene profundidad y las ideas del material fuente cuentan con la suficiente sapiencia como para generar interés. Sin duda, amantes de Jane Austen o de filmes de ‘periodo’ encontrarán muchos componentes para gozar. 

Jane Austen dijo que Emma era una heroína ‘que solo a ella le gustaría’ y efectivamente, no puedo decir describirla como un personaje absorbente a quien quiera ver triunfar. La excelente Anya Taylor-Joy (“Split”) interpreta a una Emma compleja e inteligente, cuyas acciones son impredecibles. No es adorable, no oculta su egoísmo, pero tampoco es malvada. Simplemente es inmadura. Los ojos de Taylor-Joy son engañosos y a través de ellos, la trama encuentra gran fortaleza, pues es difícil leerlos y por lo tanto, predecir lo que va a pasar.

La directora Autumn de Wilde es conocida por su trabajo en fotografía y videos musicales, por lo que no me sorprendió que “Emma.” sobresaliera en el departamento técnico. Estamos ante una sincronía de elementos audiovisuales: la paleta de colores es vibrante y procura acentuar los excentricismos de la época; la música de Isobel Waller-Bridge y David Schweitzer es llamativa, y enriquece a la historia asociándose a distintos personajes: es mi score favorito del año; los vestidos de periodo rara vez me llaman atención, pero el diseño de Alexandra Byrne no solo es impresionante, sino hasta metafórico. Cuando la historia no funciona, todos estos elementos salen al rescate del filme para empujarte a seguir viendo.  

Aunque “Emma.” se hubiera visto beneficiada de una dirección más experimentada, Autumn de Wilde provee suficientes ideas y florituras para cautivar tu atención. La armonía técnica, así como el excelente trabajo de un elenco comandado por Anya Taylor-Joy ayudan a ocultar los problemas de ritmo y narrativa. Tal vez los líos amorosos no te van a convencer, pero la vibrante atmósfera te permitirá transportarte a la Inglaterra antigua y pasar un buen rato con sus fascinantes personajes.