Pólvora Live
Lo bueno, lo mejor y lo no tanto de Glass Mind con Obesity en Bajo Circuito
Se extrañaban los conciertos de metal en la Ciudad de México, y nada como dos grandes bandas de progresivo local para ponerse al día
Es extraño volver a una cueva como la de Bajo Circuito en CDMX, sobre todo cuando ha pasado más de un año desde la última vez que fui a un concierto aglomerado y más de dos años desde que atravesé las cortinas del pequeño foro debajo de un puente junto al Bosque de Chapultepec.
Pero estar ahí, entre tanto desconocido de cubrebocas fue un increíble contacto con aquello que llamábamos “normalidad en tiempos pasados”, una especie de luz al final del tortuoso túnel, pero acompañados al ritmo de dos increíbles bandas de metal progresivo: Glass Mind y Obesity.
Lo mejor
Sin duda, lo mejor de la noche fue la ejecución que todos los músicos tuvieron encima de las tarimas. Uno podría pensar que los dedos entumecieron un poco luego de varios meses lejos de los ensayos, de la convivencia, de la adrenalina, de la práctica. Nada más lejos de la realidad. Comprometidos con su arte, cada uno de los muchachones que se pasaron por el escenario dejaron ver las horas y horas y horas y horas de talacha que le dedican a la música.
Nadie se atrevería a poner en duda el talento para la ejecución individual, y mucho menos podemos poner en tela de juicio lo que hacen como conjunto.
Mientras los identificados por el pato crean ambientes sonoros identificables por su envidiable perfección y su brutalidad, aunque con capacidad analítica; los estelares representaron la parte más estomacal, agresiva, anárquica y descerebrada del Djent. Polos opuestos, pero complementados.
Lo bueno
Es cierto que el sonido nunca es excelente en el Bajo Circuito, no por desaciertos de la organización, sino por la ubicación del Foro Cultural, pero hacen su mejor intento para que aquello no sea un desastre monumental.
A pesar de una pequeña falla durante la presentación de Obesity, cada una de las rolas fue bien acompañada por la potencia del audio local, pues donde quiera que te paras resulta claro, potente y uniforme.
La actitud de las bandas, por otra parte, alentó a todo el público a disfrutar la velada. No destacaron por sus grandes mensajes o reflexiones, pero sí por dedicarse únicamente a tocar canción tras canción, lejos de paternales consejos, regaños o innecesarios lamentos pandémicos.
Quedarse callados y tirar música nos dio más esperanza a todos que la politiquería que por más de un año ha salido de la boca de funcionarios, estrellas, influencers, marcas, etcétera.
Los servicios, por otra parte, siempre entre lo más chido y destacado de entre todos los foros medianos para escuchar música, incluidos, claro, los precios de entrada, los baños, alimentos, bebidas (venden Carta Blanca en caguamita), entre otras.
Lo no tanto
Definitivamente las medidas sanitarias, por lo menos de manera individual, fueron realmente malas. Sí, se tomó la temperatura, pero la gente únicamente obtuvo gel una vez en toda la noche, aunque, claro, era decisión de cada quien acudir a lavarse las manos de vez en vez… no se hizo.
La sana distancia, aunque marcada por la organización, y cuidando el aforo del Bajo Circuito, fue escasa una vez que inició la música y las pasiones respondieron al estímulo merol. Gente desconocida mateando entre sí, compartiendo abrazos y saludos fraternales, pero sin cubrebocas.
No puedo decir que algún contagio ocurrió esa noche en ese lugar, pero sí soy capaz de asegurar que unos cuantos fallaron al intentar no ser parte de las estadísticas de la Secretaría de Salud, poniendo en riesgo a todos los demás que obedecieron las normas.
Es necesario hasta cierto punto, para fanáticos, artistas, staff, trabajadores, managers, periodistas, etcétera, que regresen esta clase de actividades culturales, pero también está en manos de nosotros preservarlas con una gran cautela.