Pólvora Live
Alemán en Palacio de los Deportes: el héroe de las futuras generaciones
Desde Los Cabos San Lucas, el Huracán categoría 5 arrasó con todo a su paso en la Ciudad de México; conciertazo de Alemán
Me preguntó en este preciso momento del toquín, qué pedo con esos dones y doñas rancias que aseguran la supervivencia del rocanrol a lo largo de la historia cuando ven a las infancias tocando unas rolas de Metallica en sus recién regalados instrumentos y haciendo la señal de DIO en videos que sus orgullosos padres grabaron para subirlos al feis.
Deberían darse una vuelta por el Palacio de Los Deportes, el Pepsi Center del WTC, el Lunario del Auditorio Nacional, y solo por mencionar algunos de los más grandes, dónde la chamaquiza se mueve sin control, felices, gozando, cantan, gritan, se emocionan a ritmo del rap, del trap o hasta del reguetón.
Para cuenta, el paso del Alemán por el domo de cobre, donde a pesar de dar un show con muchas más carencias que aciertos, nos dejó en claro que el verdadero futuro de la escena musical en México no solamente es uno, sino la unión de todos los géneros históricamente tachados de marginales solamente por venir desde abajo, desde la calle.
Y es que todos nos vemos claramente identificados con uno, dos, tres o todos esos mensajes cargados de realidad, de calle, experiencia, además de un continuo mensaje de crecimiento artístico y como ser humano, basado no solo en el éxito, sino en la lealtad, la confianza en uno mismo y desde luego, el respaldo de nuestras amigas y nuestros amigos.
Los problemas de Alemán en el escenario
Pero la parte creativa no fue el problema, mucho menos las letras ni las canciones que ya todos nos conocemos de memoria. Alemán es perfectamente capaz de darnos discos, eps, sencillos y colaboraciones de estudio cuasi perfectas pero que al momento de ser llevadas al show del Palacio de los Deportes, perdieron el chiste.
La ejecución de las canciones, por lo menos durante los primeros dos tercios del concierto, fueron a veces descuidados, no cuadraban bien con lo que cantaba Alemán, terminando incluso antes que la voz y con molestas interrupciones de un chillido de trompetilla que festejaba, claro, el magno evento, pero sin sentido.
Sin embargo, contrarrestaron con el excelente diseño del escenario, rodeados de una vista callejera emulada con cartón y varios metros de pantallas led para no perder ni un solo detalle del concierto, el intrépido ballet de chidísimas coreografías o disfrutar de sus a veces divertidos, otras oscuros e intrigantes gráficos en el panel del fondo.
El Alemán que todos nos merecemos
Rumbo al final del evento, Alemán apareció encima de una camioneta blanca de lujo de seis puertas, su objetivo: deslumbrar a los presentes como la gran estrella del ghetto que es. Un personaje aspiracional, quien ha podido sortear los chingadazos de la vida hasta lograr su necedad: convertirse en artista
Enfundado en una ropa mucho más sofisticada, e inspirado por la grandiosa cadena de lujo que mandó a forjar sólo para él con motivo del gran éxito que resultó su más reciente disco, Huracán, parecía ser otro Alemán, uno mucho más apasionado por su trabajo, y mucho más elocuente en sus palabras, así como en la música que desde la tornamesa del DJ animó por lo que restaba de la noche. Errores, los menos y mucho más técnicos que de ejecución.
Lamentablemente se debe apuntar que las máquinas de humo, fuego, chispas y cañones de confeti fueron desperdiciados, y más allá de hacer el espectáculo una acalorada maravilla visual, únicamente nos dejó picados de querer ver muchas más flamas en las tarimas.
Éste último, sin dudas es el Alemán que quisiéramos ver siempre, y el que nos merecemos como fanáticos del rap mexicano. El músico lleno de vida, coherente y conectado hasta las entrañas con el público. El que con un simple detalle como subir a una decena de niños al escenario que sin pena corean las chuscas letras del MC, nos demuestra que si el futuro de la música está en algún lugar, no es un género que entre más pesado y exclusivo, más ñoño y excluyente, si no en la libertad de poder escuchar lo que a uno se le de la gana sin que tus padres, maestros o expertos en infancias de internet opinen lo contrario.