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Ozzy Osbourne – Patient Number 9

Ozzy Osbourne ha entregado el mejor trabajo que podría haber realizado en este momento de su carrera: Patient Number 9.

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ozzy
3.5 Reviewer
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Ozzy Osbourne, el Príncipe de las Tinieblas, ha visto a su vida dar un vuelco brutal durante estos últimos cuatro años de su carrera, desde que se anunció que realizaría la que supuestamente sería su (ahora sí), gira de despedida. Un cúmulo de enfermedades, infecciones, accidentes caseros, mal de Parkinson y en general el cobro de facturas atrasadas luego de toda una vida rica en excesos, obligaron a que su “No More Tours II” se viera interrumpida, cuando había realizado 44 de las 63 fechas que la conformaban hasta el momento (y de las que por cierto la Ciudad De México tuvo la suerte de ser la sede para la tercera de ellas). Y si a todo esto le añadimos el encierro al que obligó la inaudita pandemia del Covid, el panorama se antoja de verdad adverso.

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Ozzy Osbourne en los Commonwealth Games

Así que a principios de 2020 no le quedó a Sharon Osbourne otro recurso más que meter a su esposo al estudio de grabación para que hiciera lo que pudiera. Y fue entonces que le armó un equipo de trabajo compuesto por nueve compositores (obviamente Ozzy acreditado entre ellos), 19 músicos, 34 coristas y músicos de orquesta y un staff de 23 personas entre ingenieros de grabación, masterizadores, mezcladores y demás personal técnico. Y todo este despliegue sirvió para grabar Ordinary Man, uno de los trabajos más irregulares (si no es que el más), de toda la carrera discográfica del Padrino Heavymetalero. Una placa que a quien más contentos tuvo fue a los coleccionistas, en medio de la fiebre por adquirir todas las ediciones que se lanzaron del disco al mercado.

Dos años después, cuando el panorama pandémico aún se percibía incierto y con la salud de Ozzy cada vez más mermada, el camp Osbourne decidió repetir la operación, ahora con diez compositores (sacándose además la lotería contando con quizás el último trabajo de Taylor Hawkins como compositor y músico invitado), con una cantidad de músicos similar a la anterior y ahora con la jugada maestra de congregar a una pléyade de guitarristas del Olimpo Rockero conformada por Jeff Beck, Eric Clapton y Tony Iommi; además de Mike McCready y Zakk Wylde, nada más.

Ozzy, de vuelta al manicomio

Patient Number 9 fue el resultado de este caldo de cultivo humano, el cual hasta por puro sentido común iba resultar diferente y superior a su antecesor. Este sí resultó ser un disco congruente en cuestión de composición, por lo que hasta incluye varias canciones que bien podrían ser unos cañonazos en concierto, en el (desafortunadamente muy poco probable), caso de que Ozzy pudiera recuperar la entereza para finalizar la gira interrumpida.

En esta ocasión estamos ante una colección de 13 canciones que sí transmiten espontaneidad y madera de la buena. Tony Iommi, Eric Clapton y Jeff Beck reunidos en un solo disco, no podían ser más que un bufet de cortes de los más finos que el rock ha podido proporcionar. Y en el caso en específico de las dos canciones en las que Iommi participó, prácticamente terminaron siendo composiciones de él, gracias a la sólida estructura que proporcionó con sus inigualables riffs.

Y regresando al equipo de compositores, compuesto básicamente por Andrew Watt (el productor del disco), Robert Trujillo, Chad Smith, Duff McKagan y Ali Tamposi, se esmeraron por ahora sí componer canciones apropiadas, para que un personaje como este Príncipe de las Tinieblas las pueda interpretar con sus posibilidades actuales y que no sólo intentaran ponerlo a cantar emulaciones muy baratas de un Black Sabbath que él no es. Porque sí, Ozzy Osbourne fue y será por siempre el cantante original de la banda, pero él no es Black Sabbath.

Esta aventura comienza con la canción que da título al disco y que es la que goza de mayor gancho comercial y que por lo mismo también es la más amigable como sencillo ante un público no muy curtido en decibeles. Y además en esta tenemos la primera participación por parte de Jeff Beck en el disco. Pero de inmediato con “Immortal” los cables comienzan a calentarse, gracias al despliegue del guitarrista líder de Pearl Jam y con “Parasite” tenemos ya de vuelta al echado de menos, Zakk Wylde, ocupando de nuevo su oficina a pesar de que por ahí escuchamos las armonías vocales más ajenas al heavy metal de todo el disco.

En “No Escape From Now” desde el principio se respira el miedo y es que no puede ser de otra manera cuando en la casa tenemos al Amo de los Riffs, Tony Iommi. Y con este tema podemos percibir esa intención por parte de los compositores, por hacer referencias al trabajo ya conocido desde hace décadas del trabajo de Iommi y en su caso al de Eric Clapton. En esta y en “Degradation Rules” lo más notorio es la emulación que hace Robert Trujillo hacia el estilo de bajeo de Geezer Butler (Black Sabbath), además de la constante muletilla vocal de Ozzy recurriendo a mansalva con sus “Oh yeah!” y “No,no!”.

One Of Those Days” brinda el momento para escuchar la participación de Eric Clapton y las armonías en guitarra como introducción, acompañadas por un sutil tamborileo, nos traen a la memoria al clásico de Cream, “White Room”. ¿Gancho subliminal o innata coincidencia? Quién sabe, sólo ellos sabrán.

A Thousand Shades” nos devuelve a Jeff Beck en medio de una bella pieza melancólica, que nos viaja en el tiempo hacia aquellos entrañables momentos de Ozzy al lado del Jake E. Lee, en lo que podría ser una actualización de la bella “So Tired”, aunque esta se sostiene con su propia oscuridad. Y Mr. Darkness continúa con ese descenso en penumbras, a golpe de guitarrazos cortesía de Zakk Wylde, quien se mantiene en línea por los siguientes dos temas, “Nothing Feels Right” y “Evil Shuffle“. La primera de ellas buscando gozar de nueva cuenta de las mieles de “Mama I´m Comming Home” y la segunda sí apostando por una identidad propia, fresca y tendiendo un lienzo apropiado para que Ozzy haga lo suyo. Esas armonías vocales tan suyas nadie se las puede refutar.

El regreso de Black Sabbath a los surcos es inevitable y se percibe a kilómetros de distancia, pues la guitarra de Tony Iommi es una auténtica arma de destrucción masiva. “Degradation Rules” deja claro por qué el Diablo puso a Black Sabbath en nuestro camino hace ya 52 años. Para escribir los mandamientos del Heavy Metal.

Dead and Gone” es otra maravilla oscura, con un bajeo hipnótico por parte de Trujillo, que bien puede tomar a algunos por sorpresa, pero que a otros de nueva cuenta nos remite a los años de la fructífera mancuerna de Ozzy con Jake E. Lee.

God Only Knows” prácticamente cierra este trabajo en alto contraste, pasando de un críptico riff a un coro que manifiesta una especie de optimismo, el cual definitivamente caracteriza al Ozzy Osbourne de este momento. El que está dejando aún su existencia ya sea en el estudio de grabación o sobre los escenarios. Y como colofón nos entregaron “Darkside Blues“, la cual es un extraño blues aún más críptico que su pieza sucesora, interpretado tan sólo por Ozzy con su voz y su harmónica y por Andrew Watt a la guitarra. Cerrando los ojos podemos visualizar a Ozzy, cual Robert Johnson de las Tinieblas, aguardando en un crucero por el Diablo pero no para venderle su alma, sino para irle pidiendo cuentas.

Es claro que no estamos ante una obra clásica más de la discografía de Ozzy Osbourne, pero sí ante un muestrario de rock pesado de gran manufactura, soberbia ejecución y que, haya sido como haya sido, también consiguió (seguramente a base de los más modernos avances tecnológicos), que pudiéramos escuchar la voz del gran Ozzy en buena forma, al menos una vez más.

¡Salud por las Tinieblas que continúan reinando!

Aquí va Patient Number 9 de Ozzy para que le des play:

Melómano, cinéfilo y fotógrafo. Agente provocador, buena y mala influencia. Black Sabbath es mi religión.

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