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Reseña de Need for Speed Unbound: el juego que necesitaba la serie para revivir
Ya está disponible Need for Speed Unbound, un gran arranque para la franquicia en consolas de nueva generación.
A Need for Speed le perdí la fe hace mucho tiempo. Aunque Heat fue un intento decente, EA llevaba años sin saber que hacer con la franquicia. Pero al fin llegó Need for Speed Unbound, un estreno que apela a todas las eras por las que ha atravesado una de las sagas de carreras más queridos. Y que mejor regreso que junto al estudio Criterion Games, responsables de las últimas obras maestras del juego como Most Wanted y Hot Pursuit.
Sin embargo y a pesar de un gran esfuerzo estético, aún quedaron algunos detalles por pulir que lo alejan de ser perfecto. Ya vamos de gane, eso no lo negaré.
Need for Speed Unbound: un viaje familiar en calles llenas de color
En Need for Speed Unbound controlamos a un personaje sin nombre a través de las calles de Lakeshore City (inspirada en Chicago). Este héroe anónimo trabaja en el taller de su mentor y figura paterna, Rydell, junto a su mejor amiga, Yaz.
Durante un verano, Yaz y tú se dedican a restaurar un auto (en mi caso fue un Dodge Charger, bien Toretto) para echarlo andar en las carreras clandestinas de la ciudad. Una noche, todos los autos del garage de Rydell son robadas y Yaz, es señalada como la culpable tras una serie de malentendidos. Dos años después, tu avatar y ella se reencuentran entre carreras, aunque Lakeshore ha cambiado bajo la influencia de su nueva alcaldesa (interpretada por la maravillosa Debra Wilson). ¡Sí, todo esto para la historia de un juego de carreras!
Unbound presenta un novedoso estilo artístico para la serie: el uso de gráficos en cel shading y graffiti para crear este mundo. Esta es su mayor virtud, pues dota de mucha personalidad a los vehículos, personajes e incluso, cada acción que realices en las calles.
Cuando derrapes, una nube de colorido humo quedará atrás; si vuelas por una rampa, un par de alas se dibujaran mientras cae tu auto o si chocas, la pantalla se llenará de chispas de distintos colores. Imposible no acordarse de Jet Set Radio con esta dirección, muy acertada para el tono juvenil que maneja todo el juego.
Criterion recordó lo que hacía grandes a sus juegos de carreras y nos entregó una ciudad bastante entretenida para conocer. Lakeshore es un paisaje urbano clásico, similar al escenario de Burnout Paradise. Pero una vez más, los gráficos le ayudan demasiado a mantener el interés. El mapa es enorme así que siempre encontrarás desafíos por cumplir.
En cuanto al gameplay, fue una grata sorpresa notar como el manejo y la intención en las carreras, se asimilan demasiado a los clásicos del PS2. Es diversión arcade con mucho énfasis en el derrape a la Outrun, fácil de tomar para cualquiera que busque un desafío justo, con su jocosa dosis de persecuciones policiacas en calles interesantes por explorar; nada de hiperrealismos mamucos, su pariente más cercano en la saga sería aquel spin off de Wii, Nitro.
Eso sí: aunque al principio parezca que habrá variedad entre misiones, pronto podrá sentirse repetitiva para algunos.
Además de las carreras, algunas con una inversión inicial para ganar más, habrá misiones ocasionales de llevar a ciertas personas a otros puntos sin ser detectado por la policía o al término de algunos duelos, deberás escapar de la chota sin que se lleve tu dinerito ganado en la ilegalidad.
Por supuesto, la personalización de tu corcel no podía faltar y es otra de las cartas fuertes. Aunque al principio lucía simple, en realidad es demasiado profundo todo lo que puedes hacer con el auto. Esto a su vez, provoca un sentido de progresión muy orgánico. Al principio te costará llegar en primer lugar porque tu chatarra, aún no está tan preparada. Ya que ahorras para mejores piezas, cuidado, competencia.
Incluso puedes editar a gusto a tu personaje y vestirlo con prendas de marcas como Vans, Versace, Fila o Puma; EA aprovechando sus conocimientos con The Sims, bien ahí.
Es un ciclo hasta que llega “la próxima gran carrera que decidirá todo”. Hago el hincapié de que a los más chavales podrá no agradarles del todo pero para quien jugó Hot Pursuit 2 hasta el cansancio como uno, el juego es la dosis perfecta… Hasta que precisamente, choca con esta personalidad “de chill” dictada por la historia.
Los defectos de Need for Speed Unbound van de la mano de su virtud. Al optar por esta subcultura adolescente gringa en lo visual, también implicó tomar su personalidad. La idiota historia de malentendidos está envuelta en esta distopia de gobierno fascista ya más gastada que llantas de microbusero. Todo para que el final sea lo más predecible y torpe que pudieron crear donde todos son amigos, amigos, amigos de verdad. Iuck.
Ni se diga del soundtrack: es de las peores cosas concebidas por la humanidad. Aún recuerdo que en The Run, un título de hace tan solo 10 años, había una variedad tremenda que iba desde Gary Clark Jr. y Canned Heat, hasta Ministry, Black Lips y UNKLE. Aquí se esforzaron por meter el rap más genérico que seguro está pegando en el gabacho. Hasta está la Motomami, ya con eso digo todo.
Conclusión
Una vez superada esta barrera generacional que impone, Need for Speed Unbound es candidato a sorpresa del año. Es un paso correcto para la franquicia en cuanto al gameplay, tan ameno y accesible como fue hace muchos años. Criterion es un maestro para crear mundos abiertos en juegos de carreras y aquí no es la excepción. Como en Burnout Paradise, explorar se vuelve adictivo… y lo sería más con mejor música.
¡Lo mejor es que es corto! Te tomará unas 20 horas conocer todo pero si quieres desbloquear más vehículos secretos, ahí te esperarán. Eso sí: juégalo en consolas, en PC debes tener un monstruo de la NASA para correrlo optimizado. Disponible en PS5 y Series X.