Cine
Crítica de Sombras de un crimen, un decente regreso para Liam Neeson
Liam Neeson llega a su película 100 interpretando al clásico detective Philip Marlowe en Sombras de un crimen.
No me la puedo creer. Después de una oleada de filmes idénticos donde Liam Neeson interpreta a algún héroe malencarado listo para patear traseros, el hombre al fin regresa en forma para la celebración de su película #100, Sombras de un crimen, una nueva aventura del clásico detective creado por Raymond Chandler. Por si fuera poco el alivio de descansar de sus clichés habituales, Neeson regresa de la mano de Neil Jordan, director con quien trabajó en las geniales Michael Collins y Desayuno en Plutón. Es una fórmula infalible.
Ver a Liam encarnar el personaje que leyendas como Humphrey Bogart y Robert Mitchum interpretaron en su momento fue una auténtica sorpresa, y aunque el trabajo carece de varios elementos básicos del film noir que debió ser, es grato ver el esfuerzo de zafarse del encasillamiento narrativo aunque sea por una ocasión… Sin dejar a un lado sus intenciones de hombre rudo.
Sombras de un crimen o el misterio de por qué Liam Neeson no hace más películas del estilo
Philip Marlowe pasa sus últimos años como investigador privado de manera solitaria en su oficina en Los Ángeles. Un día es contratado por la bella heredera de una fortuna petrolera e hija de una famosa actriz, Clare Cavendish. Ella le pedirá encontrar a un amante que desapareció en circunstancias sospechosas. Sin embargo, esto apenas será un primer paso para descubrir un misterio más grande en el submundo criminal de la farándula hollywoodense.
Sombras de un crimen es una puesta sencilla pero bien ejecutada, apoyada en especial por las actuaciones y un gran trabajo de dirección de arte. Insisto en que es de admirar que Liam Neeson se haya despabilado de tanto thriller genérico para una actuación más exigente, sobre todo una con tantos referentes. Él lo hace bien y gracias a la química mostrada no sólo con Diane Kruger (la femme fatale en cuestión de la cinta), sino con Adewale Akkinuoye-Agbaye como un simpático cómplice, mejora aún más su presencia. Incluso para los fans, se da la libertad de ser autorreferencial. “Ya estoy viejo para esto”, murmura después de despacharse a dos secuaces. Grande.
Es tal el atractivo de su versión de Marlowe, la imponente imagen que deja en pantalla, que en realidad el resto del desarrollo es atraído a partir de saber las peripecias que enfrentará ahora el detective, pues francamente el misterio cae en momentos predecibles si se es ávido al film noir. En ese sentido, por más buena que haya sido la dirección de Jordan, los esbozos de un guión malo se asomaron en varias ocasiones.
Aunque el ritmo de la trama es bastante agradable, acompañado por algunas secuencias de acción, hay varios elementos que fueron desaprovechados para explotar aún más este universo. El sentido de soledad e introspección de Marlowe es puesto de lado y no existe mayor profundidad en su desarrollo. Quien más sufre de la falta de crecimiento es Jessica Lange en el papel de la estrella aferrada a sus glorias pasadas. Intentaron darle un toque similar al de Marlene Dietrich en Sed de mal pero sin el misticismo y con motivaciones obvias. Desperdiciado.
Todo esto pudo pasar de largo de no ser para el que en mi caso, es su mayor falla: la falta de un sentido estético más acorde a la exigencia del suspenso. Al hablar de un film noir, este debe expresar, a través de iluminación y sombras, un aura de misterio, un incentivo para la intriga. Es la forma metafórica y más bella para denotar que algo está mal o falta dentro de la secuencia. Aquí las luces y el manejo de la cámara es por demás plano. Faltó explotar más el lado malicioso del género.
Finalmente, es una pena que haya llegado tan tarde a escena el personaje de Adewale Akinnuoye-Agbaye. Él complementa con carisma los comentarios de Marlowe y resulta un buen soporte para el clímax. En él, recaen secretos interesantes que hubieran aportado más a los giros. Sí, a este actor le aplicaron la misma que en Lost de menospreciarlo.
Conclusión
No culpo si aquellos cinéfilos de Billy Wilder, Howard Hawks u Orson Welles consideren intrascendente a Sombras de un crimen. La construcción peca de básica pero siendo francos, es un recorrido satisfactorio. El entretenimiento de calidad está gracias a las actuaciones, los intensos diálogos y un excelente diseño de producción (todo hecho en Europa, nada en Hollywood).
A Liam Neeson lo he visto despacharse hasta el camarógrafo y este cambio de ritmo donde favorece la investigación a las balaceras, le benefició bastante. Ojalá se anime a retomar más este tipo de obras que le dieron fama en un principio durante los 90, en la era pre Búsqueda Implacable.
Como cierre joyita, el tema de la cinta corre a cargo del ganador al Oscar, Jon Batiste. Recomendable.