Cine
GIFF 26: El Tren y la Península, atractivo reflejo de la región maya
Uno de los filmes más llamativos del GIFF 26 fue El Tren y la Península, proyecto que se llevó una Mención Honorífica como Mejor Documental Mexicano
Existen documentales que buscan generar un cambio ideológico en busca de lograr un balance entre la reflexión espacial, la importancia de los territorios así como el espíritu necesario para establecer un planeta estable. Tal es el caso de El Tren y la Península, donde el dúo de realizadores ponen en la mira uno de los planes del gobierno actual para detonar de mejor manera la vida y economía de la región maya, cuestionando si de verdad es la mejor decisión para el futuro o si la gentrificación pondrá una amenaza para toda la región.
¿De qué trata El Tren y la Península?
Los directores Sky Richards y Andreas Krüger Foncerrada ofrecen un vasto recorrido por la península de Yucatán dándoles voz a sus habitantes mientras la polémica construcción del megaproyecto estelar de la 4T, el “Tren Maya“, se abre paso por el corazón del territorio. ¿Pero es el progreso la solución a todo problema o acaso hay más aristas que considerar detrás de un megaproyecto que se ha vuelto de los principales emblemas de este gobierno?
El Tren y la Península nos ofrece un gran vistazo a la perspectiva que existe alrededor de los 1500 km del recorrido que tendrá la vía ferroviaria, ofreciendo una experiencia inmersiva de todo el lugar y los poblados que se toparán con lo que este proyecto piensa traer a la región. El gran acierto es la reflexión que provocan las historias y recuerdos de los habitantes que han vivido las transformaciones del paisaje y su cultura misma a partir del pretexto del progreso.
Richards y Foncerrada no toman una postura política, se alejan de ello para dar una crítica salida desde los cimientos sociales acerca del modelo de desarrollo que ha sido impuesto en la región maya. Gracias a los testimonios incisivos y transparentes de los habitantes de diversas regiones, se captura una narrativa que muestra todo el espectro humano de una locación en la que conviven extranjeros y nacionales por igual que hablan sin tapujos del choque que la idea del progreso ha creado no sólo con este ambicioso proyecto, sino en la historia de la misma península y la región.
La sensación que el proyecto deja es de una opinión colectiva que no carece de sabiduría y vitalidad al mostrar varios de los mundos que el conocido paraje turístico oculta y que muchos no conocen. Para ello, los realizadores se animan a conocer y mostrar cada pequeño pueblo, región y pedazo de cultura arraigada junto a las luchas ideológicas o territoriales que existen y persisten en estas tierras, mostrando que el progreso no siempre es la solución a los problemas sociales.
Resulta interesante escuchar las voces de estos habitantes, pues ellos saben que los proyectos de desarrollo suelen concentrar la riqueza y fomentar una desigualdad marcada, llevándolos a sobrevivir en escenarios de turistificación, gentrificación, precariedad laboral y violencia. También existe esa sensación preocupante del deterioro del medio ambiente, algo que impactará duramente a las comunidades mayas y sus formas de vida, cerniendo una destrucción de la cultura que ahí reside.
Si bien es un trabajo de denuncia, Richards y Krüger no buscan crear algo panfletario sino mostrar un amplio retrato de toda una zona que normalmente vive en el total enigma salvo por el extremo turismo que existe en puntos como Cancún y Tulum, mismos que ya sufrieron los estragos de los problemas sociales derivados del crecimiento. De alguna forma, se perciben las diversas perspectivas de este gran proyecto, desde aquellas memorias de un tren hace años abandonado como del efecto complejo que ha tenido para algunos, generando una desigualdad social interesante.
A través de la exploración de un territorio tan vasto como lo es la Península de Yucatán, la narrativa va adquiriendo capas de complejidad en las que los graves problemas de gentrificación, la excesiva explosión hotelera y la precarización de las comunidades convierten el documental en un grito de resistencia así como la búsqueda de la preservación de todo aquello que ha sido representativo para los habitantes de la zona. A través de fotografías, imágenes aéreas y otros recursos, se da una exploración de todo lo acontecido en la región a partir de estos cambios drásticos.
El Tren y la Península sortea de buena manera ideas o términos reduccionistas para abrir el tema a una discusión válida provocada por un proyecto, alejándolo de una centralidad derivativa para poner el dedo en las cuestiones más importantes dando una perspectiva amplia e histórica del lugar así como de los habitantes originarios de la región, llegando incluso a tópicos como el medio ambiente, el impacto a la biodiversidad, y el etnocidio, siempre en busca de una reflexión crítica que busque un punto de encuentro entre el desarrollo y el equilibrio.