Crítica de Heroico, una realidad a medias tintas de la milicia mexicana

Ah bella polémica, que sería del cine mexicano sin ti. Esta vez estamos ante Heroico, segundo largometraje de David Zonana tras su estupenda ópera prima, Mano de obra (con la gran actuación de Luis Alberti, por cierto) y que ha acaparado toda clase de comentarios por el comentario que lanza hacia la milicia mexicana, en específico hacia la educación militarizada y sus abusos como eje central de la obra. Ya saben, a los guachos no les gustan que les digan sus verdades…

Ganadora del premio a mejor película mexicana en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara y con las actuaciones de Fernando Cuautle y Esteban Caicedo, el director da un severo paso hacia atrás en la contundencia de su comentario social ya que a pesar de la elaborada reflexión de su antecesora, este filme se siente ingenuo en sus ideas, sin un trazo marcado en su discurso más allá del “dicen por ahí que esto pasa”. Faltó mucho valor de encarar la crudeza de la situación.

“En la oscuridad no se ve nada”: De que va Heroico

Luis es un joven que entra al Colegio Militar con la esperanza no sólo de mejorar su vida, sino de apoyar a su madre enferma. Sin embargo, no será tan sencillo, pues deberá soportar los abusos de un manipulador sargento, tanto en lo físico cómo en lo psicológico. La batalla que enfrentará junto a sus compañeros (apodados los Potros) poco a poco lo lleva a reprimir sus sentimientos hasta que inevitablemente, explotan en una locura interna.

Heróico ofrece un excelente planteamiento de personajes y la situación a enfrentar. Al principio, maneja un humor negro muy agradable, similar a la primera parte de Full Metal Jacket y que en primera instancia, luce como la musa detrás de este trabajo. Esto acompañado de un impresionante manejo de la cámara, lleno de poesía, minimalista en su puesta pero muy efectiva. Todos los aplausos posibles para la directora de fotografía, Carolina Costa.

De igual manera, adentrarte a este mundo por primera vez es una excursión fascinante gracias al trabajo de locaciones y su diseño de arte dónde cada personaje, logra sentirse natural en su entorno. Algo que claro, no podía lograrse sin las buenas actuaciones, en especial del antagonista retratado por Cuautle. Sin recaer en tanto cliché, maneja un lenguaje sutil pero agresivo. Dijeran en mi pueblo, un chinga quedito. ¡Denle más papeles a este hombre, por caridad!

Luego acaba este bello primer acto… Y Heroico se pierde por completo debido a una edición terriblemente incompetente. Es inconcebible que teniendo todos los elementos en sus primeros minutos, jamás sepa que hacer con ellos debido a que de entrada, jamás existe esta transición de tonos entre lo satírico y el melodrama que termina siendo. La constante repetición de todo, tanto acciones cómo diálogos, no permiten ver una evolución real de los personajes sino hasta el final de la trama. Ni que decir cuando prefieren relegar a un cuadro de cadetes tan prometedor a segundo plano.

La película busca manejarse en este lenguaje de la sutileza pero el director, no entendió que debe existir un equilibrio cómo en obras tipo Heli dónde al llegar la verdadera tortura, aún te causa cierto impacto. Repetir tantas veces lo mismo de “ay, los paran de cabeza por horas y los dejan desmayarse, qué horror” o vean cómo los ponen en su propia contra, más que aportar, resulta superficial. Hay una secuencia cantadísima desde el instante en que se les ocurre relacionar al cadete Luis con un perrito. Vaya manera de arruinar su única posible sorpresa.

Hay un elemento cierto que plantea el filme: la relación entre la vida militar y la pobreza. Al final, todos están ahí sólo por necesidad, nada más. Esa es la verdadera violencia que debió explotar: un sistema que oprime a las clases bajas al privarlas de crecimiento en la vida civil que los orilla a arriesgar cuerpo y mente por un país al que ni siquiera le importamos. Pero por más que quiera venderse cómo “basada en hechos reales”, ¿de qué sirve si hay la cobardía de no soltar nombres, temporalidades, etc.? Triste.

Conclusión

Heroico pudo ser demasiado, se pudo erigir cómo una voz de denuncia y tuvo miedo. No sólo eso sino que por querer sostenerse en un alarmismo, no logra profundizar bien en sus protagonistas a pesar de que narra todo un año de sus vidas. Carajo, ya le había dado contexto a todos y de la nada, adiós. Ni que decir de estos temas cómo la presión familiar y la homosexualidad que solo logran protagonismo en un par de secuencias.

Producida por su compadre Michel Franco, el rey de trivializar la realidad mexicana, no se podía esperar más. Se nota que metió mucha mano en el asunto.