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Trolls 3, se armó la banda con el poder de la familia y N’SYNC
Ocho años después del sorpresivo éxito de estos muñecos de greñas de colores con cierta fascinación por los mashups musicales, llega ahora Trolls 3: Se armó la banda, una nueva entrega de este universo que apunta a burlarse ahora de la epítome tan odiada del pop, las boybands. Y qué mejor que hacerlo reuniendo a una después de 20 años mientras crece el legado de estas peculiares criaturas.
De qué trata Trolls 3: Se armó la banda
Poppy (Anna Kendrick) y Ramón (Justin Timberlake) por fin viven felizmente como pareja, lo que lo lleva a conocerse más. Es así que ella descubre algo oscuro del pasado de Ramón: fue miembro de una ‘boyband’ de la cuál ella era fan, BroZone. Sin embargo, desde que la banda se disolvió no ha vuelto a saber de ellos. Pero cuando uno de ellos, Floyd (Troye Sivan) vuelve para pedir apoyo y rescatar a uno de los hermanos de las garras de las nefastas estrellas de pop, Velvet (Amy Shcumer) y Veneer (Andrew Rannells), la pareja de Trolls se embarcará en una nueva aventura llena de sorpresas, colores y mucha, mucha música.
El director Walt Dohrn continúa su labor dentro de la franquicia que trajo su primera entrega en el año 2016, sabiendo perfectamente que entregar de ella. Después de un primer relato donde el universo de estas criaturas se extendía, para luego pasar a las villanías del rock y otros ritmos en la secuela, no podía desaprovechar la oportunidad de sacarle jugo a uno de los temas básicos de la cultura musical: las boybands. Esto, claro está, sin dejar de lado esa esencia alegre y a veces excesivamente familiar de los Trolls.
Definitivamente uno de los puntos más llamativos de esta saga animada siempre recae en el soundtrack, no sólo por ser capaz de recuperar temas clásicos de básicamente todo género existente en la música, sino por la creatividad para ofrecer temas pegajosos nuevos (¿se acuerdan de Can’t Stop the Feeling del mismo Timberlake?). Esta vez no es la excepción pues gracias a la cinta tenemos la primera reunión de N’Sync, una de las más populares boybands de los 90 y principios del 2000, después de 20 años, lo cual ya vale la pena.
A este triunfal regreso le sumamos la ya clásica lista de éxitos de todo tipo, donde podemos escuchar el popular tema de Sister Sledge, We are family, hasta el himno ochentero del dance de Eurtyhmics, Sweet Dreams (are made of this), además de hilarantes guiños a todo tipo de boybands en un número musical que funciona como un gran chiste/referencia para el público más grande, donde los Jackson Five, Bee Gees y hasta los ritmos de los Backstreet Boys hacen gala, complementando el alegre y siempre rítmico score de Theodore Shapiro, en su segunda participación dentro de la franquicia.
Y aunque aquí no habrá muchas chances de escuchar las voces originales en inglés, ciertamente el doblaje resulta algo ameno, haciendo de repente buenas bromas con juegos de palabras de nombres de bandas latinas o mexicanas, incluso la misma Timbiriche, que resultan llamativas también para el público adulto. Esto, ayudado de una buena labor de Belinda, Benny Ibarra, Erik Rubín, Diego Schoening, Karla Diaz y un hilarante Diamantino con diálogos a lo Claudio Yarto dan el toque necesario de gracia para el filme.
En cuanto a la animación, Dreamworks decidió conservar la esencia del 3D para Trolls 3, dejando de lado un poco la diferencia de estilo que sí propuso en Los Chicos Malos o la secuela del Gato con Botas, pero mejorando las texturas en la piel y sobre todo en los escenarios variados donde la aventura de la Reina Poppy y su eterno enamorado, el amargado pero noble Ramón, suceden.
Entre esos diseños, el más destacado resulta ser el diseño de Monte Regio, un universo que emula una sensación e ciudad atascada de colores brillantes y dorados, como un Las Vegas donde toda clase de luz y espectáculo es válido, además del diseño de los pobladores de esta ciudad junto a los grandes villanos metalizados sin talento que quedan a medio camino entre integrantes de ABBA y la extravagancia en el vestuario de de Lady Gaga. Ni qué decir de aquellos que viven en una isla alegre y relajados, teniendo una vibra rastafari bastante peculiar.
En cuanto al relato mismo, Trolls 3 no busca crear algo novedoso y apuesta por la segura. En si, todo el planteamiento trata de los lazos familiares, ahora desde el punto de vista de la hermandad y cómo las diferencias entre ellos pueden dar pie a grandes cosas, descartando la perfección para hablar de una unión más pura y agradable. Este tema se toca a partir de Ramón y la banda BroZone pero también afecta a la reina Poppy.
Ese aporte es interesante, pues aunque ella suele ser la que tiene la batuta en todos los casos, su enfrentamiento con una hermana resulta un tanto ríspido al tener que encarar de manera sorpresiva la causa de su separación. Mientras que Ramón y sus hermanos son separados por los intereses distintos más allá de la música que los une, Poppy y su hermana buscan conciliar la distancia ante una perspectiva antes desconocida para ambas.
Tal vez el punto más flaco de Trolls 3 sea justamente eso, pues el conflicto entre hermanas resulta un tanto forzado o pesado para el público adulto que tendrá que seguir soportando los mundos rebozantes de colores, música y momentos extraños como el ‘hustle’, una especie de mal viaje troll lleno de ¿magia? que incluso los hace pasar de la animación 3D al 2D y puede resultar divertido para los grandes pero bastante extraño para los pequeños.
A pesar de esos momentos un tanto perdidos, como la luna de miel de sus amigos ogros recién casados, esta tercera parte de los Good Luck Trolls consigue mantener su esencia, esa que la ha mantenido en el gusto de chicos y algunos grandes, al ofrecer un entretenimiento sin pretensión mayor que resaltar la importancia de los lazos familiares, extendiendo esas relaciones filiales de bonita manera a ritmo de, cómo no, pop. Dejando de lado el tema de las desigualdades de la segunda, esta entrega simplemente dará un golpe en la nostalgia musical de los adultos y dosis de color, extravagancia extrema y mucha locura donde la hermandad prevalece frente a todas las adversidades.