Cine
El Libro de las Soluciones, una alocada e incómoda comedia francesa
El realizador Michel Gondry está de vuelta en la dirección de un largometraje con El Libro de las Soluciones, donde el medio neurótico realizador explora la crisis creativa y la insolencia detrás de aquellos que se dicen genios aunque no lo logren, todo mediante una cinta francesa que cuestiona la raíz de la genialidad junto a la salud mental a través de una tragicomedia incómoda que, al menos, se sacude la horrenda mancha de su pasado llamada El Avispón Verde (2011).
De qué trata El Libro de las Soluciones
Marc (Pierre Niney) es un director de cine que se encuentra en una crisis creativa. Presionado por los malos resultados de la producción de su nueva cinta, decide huir con su equipo de producción a un pequeño pueblo para terminar de editar su película en la casa de su tía Denise. Ahí, parece que su creatividad se manifiesta en un millón de ideas que lo sumergen en un extraño caos mientras intenta vencer sus demonios a través del “Libro de las soluciones”, una guía de consejos prácticos que podría salvar al arrogante realizador de sus problemas.
Gondry vuelve a ese estilo particular que le vimos en cintas como La Ciencia del Sueño (2006) o el tristísimo romance Amor Índigo (2013) basado en la novela del escritor francés Boris Vian, mezclando la fantasía de la mente de Marc y sus ideas con la dura realidad de su forma de ser, actuar y tratar a aquellos que están dispuestos a apoyarlo a través de la crisis creativa de está atravesando.
En medio de los gritos, arranques de ira y uno que otro divertido desplante de creatividad, Marc genera este Libro de las Soluciones como una especie de catarsis en la que puede plasmar cualquier recurso para salir del bloqueo que enfrenta y que es incapaz de aceptar. A pesar de la buena vibra de la gente que lo rodea, pareciera que es incapaz de reconocer la ayuda por el tremendo miedo que tiene a que su obra y sus ideas seas rechazadas.
Sin embargo, es en los consejos y presencia de su tía Denise (Francoise Lebrun) que Marc, en este relato, aterriza más sus ideas, comprendiendo que la delgada línea entre su creatividad, la sanidad mental y la depresión son muy delicadas. Ahí, Gondry hecha mano de diferentes recursos como el uso de una animación stop motion a la mitad del relato, así como esos pequeños guiños de fantasía creativa que el director y guionista parece compartir con el neurótico protagonista del filme.
Pero El Libro de los Secretos también tiene un arma de doble filo en su relato y esa es la actuación de Pierre Niney y ese egocéntrico pero sensible director que lo único que parece querer es proteger su obra y buscar tener una libertad que lo libere de esta crisis. Por momentos, sus actitudes son tan terribles con aquellos que le rodean que se vuelve un individuo insoportable, insufrible y muchas veces exasperante, siendo alguien capaz de poner a prueba la paciencia del espectador.
De alguna manera, Marc pareciera no sólo representar algunas de las frustraciones vividas por el mismo Gondry en su carrera, sino que también se notan los ecos de un documental muy personal por parte del director y guionista francés, llamado The Thorn in the Heart (2009), donde él visitaba a su tia Suzette mientras ahondaba en la complicada relación que ella tenía con su hijo, un joven que buscaba ser artista pero que no logró hacerlo.
Este factor un tanto meta es acompañado de un tono satírico que logra momentos buenos como la presencia de un destacado músico inglés que es contratado para hacer la banda sonora del complicado proyecto de Marc, así como algunos otros puntos, sobre todo en las conversaciones que tiene con su tía, logran balancear bien lo desesperante de su personalidad con lo vulnerable.
Ni qué decir de la válvula de escape que resulta ser El Libro de las Soluciones, donde Marc plasma no sólo todos sus atormentados prejuicios y problemas sino también cualquier loca idea que se le venga en mente con tal de lograr el éxito de su frustrado proyecto, creando así un ejercicio de una película que habla sobre hacer una cinta, pero sin la complejidad que eso implica, sino simplemente como un recurso para ahondar en la psique y actitud de su protagonista.
Así, El Libro de las Soluciones se convierte en un retrato caótico, a veces divertido, a veces irritante, sobre la crisis creativa de un cineasta soñador que busca crear su película soñada en medio de la serenidad campirana. Repetitiva por momentos y entretenida por otros, Gondry se complica de más en busca de un tono adecuado que no termina por mostrar los duros procesos detrás de la genialidad creativa ni un comentario sobre la salud mental de Marc, creando un coctel bipolar alocado e incómodo que algunos amaran y otros, seguramente no van a aguantar.