Cine
GIFF 27: Masacre en Teques, cómico slasher mexicano con más risas que miedo
Si bien el cine mexicano tiene sus grandes relatos de terror y suspenso con representantes como Carlos Enrique Taboada o Guillermo del Toro, Masacre en Teques de Rodrigo Hernández Cruz resulta un ejercicio que, más que construir una historia eficiente y original del género, se inclina por explotar los tropos de las cintas slasher y deleitar al público de nicho para el que está hecha.
De qué trata Masacre en Teques
Un grupo de estudiantes de cine van a filmar una película en Teques, pero no el paradisiaco lugar conocido como Tequesquitengo sino Tequestilalpancingo el Chico en algun lugar recóndito del Estado de México. Pero el grupo, que tiene broncas internas entre algunos de los miembros, desconoce que fueron a dar a un lugar en el que un misterioso asesino buscará venganza de un pasado misterioso que lo dejó marcado por siempre.
La triada carismática de amigas que no están de acuerdo con su director y productor de la cinta pretenciosa que se va a filmar, Tania (Florencia Rios), Paulina (Danae Reynaud) y Virginia (Tatiana del Real) forma parte del gran prisma de la cinta que no duda en señalar no sólo las exageraciones y clásicos momentos del slasher, aquel que tuvo su gloria en los años 80 después del éxito de Halloween de John Carpenter, sino de los problemas y líos que hay detrás de una filmación en la industria mexicana.
De repente, personajes como el adinerado e inaguantable Jordi Betancourt (Francisco de la Reguera) o el prototipo juvenil del cine contemplativo a lo Reygadas, Carlos Reynaldo (Juan Ugarte), resultan ser una caricatura que el director no duda en usar para burlarse de algunos vicios dentro del cine mexicano a través del exagerado arquetipo de los mismos e incluso de algunos retos que enfrentó a nivel personal estando en la carrera de cine.
Por otra parte, resulta interesante ver por fin al actor Ramón Medina no como el asesino o el gran villano de Masacre en Teques, papel que usualmente representa en sus proyectos, sino como uno de los héroes que se enfrenta al malvado asesino que está acabando no sólo con la cinta que buscan filmar sino con cada una de las vidas del equipo de producción. Esto, añadido al falso acento extranjero de Danae Reynaud o la presencia del rapero LNG/SHT como el encargado de la edición de sonido amplian el sentido de gran chiste del filme.
Hablando del artista mexicano, que es fanático de este tipo de filmes, si bien su papel es otro gran cliché puesto como carne de cañón para el villano, si destaca su labor en la construcción de una banda sonora llena de sintetizadores y otros aspectos que remiten justamente a la época de gloria del slasher, siendo un interesante añadido a esta ópera prima que desborda por todos lados esa esencia de cine serie b de bajísimo presupuesto que explotaba la sangre y las muertes baratas por doquier.
Masacre en Teques también explota la imagen de su asesino principal, cuyo diseño bebe de todas las influencias habidas y por haber de Hollywood. Con una desparpajada vestimenta y una bizarra máscara, el asesino de cineastas tiene por completo el aire de Leatherface en La Masacre de Texas (1974) de Tobe Hooper, incluyendo el mutismo y su gusto por armas rústicas para acabar con la vida de cada uno de los alumnos que están queriendo hacer este proyecto pretenciosamente artístico convertido en pesadilla de horror.
Otro añadido es el de las muertes, aspecto en el que la cinta se queda un tanto corta pues a diferencia de aquellos filmes que macaron época, aquí no hay una muerte realmente llamativa o creativa, algo que debería ser distintivo de este tipo de filmes. A pesar de ello, hay un par de secuencias del aire guarro de la ópera prima, misma que parece ir dirigida específicamente al nicho de los amantes del terror o aquellos cineastas que han visto sus sueños frustrados por algún profesor de escuela.
A ello le sumamos la creación de las atmósferas, algo en lo que sí falla más la cinta. Aunque el bosque de este poblado ficticio debería ser una amenaza que oculta al asesino, en Masacre en Teques no se siente del todo ese peligro. Incluso, es tan burdo el manejo del espacio que por momentos, la guarida del matón está cerca y en otras más distante, no teniendo una correcta lógica. Curiosamente, parece que el filme está hecho con esos detalles a propósito para resaltar el sentido satírico y torpe de los clichés que dominan este tipo de proyectos.
Con sus pros y contras, Masacre en Teques resulta ser un experimento tan cutre que funciona en ese nivel al no querer reinventar nada ni buscar crear una memorable cinta que cambie el panorama del género nacional, sino solamente un homenaje de buenas intenciones y grato esfuerzo que muy probablemente la convierta en un filme de culto, de esos que uno ama por lo malo que es o que odias por no cumplir con el mínimo requisito de una cinta decente de terror. Eso el tiempo lo dirá.