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Beetlejuice Beetlejuice: una innecesaria pero amena secuela llena de nostalgia

Michael Keaton, Winona Ryder y Tim Burton están de regreso con Beetlejuice Beetlejuice, secuela del clásico ochentero

Mario Valencia

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Crítica de Beetlejuice Beetlejuice
Beetlejuice Beetlejuice
3.5 Reviewer
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Ah que la industria hollywoodense, parece que ya no conocen otra fórmula más allá de lucrar con la nostalgia de nosotros, los incautos fans atraídos por nuestros recuerdos del pasado. En esta ocasión le tocó el tratamiento a Beetlejuice, el clásico de 1988 dirigido por Tim Burton que catapultó al estrellato a Michael Keaton y llevó la música de Harry Belafonte a una nueva generación.

¿Quién diría que más de 30 años después tendríamos una secuela de El súper fantasma como la anunciaban en Canal 5? La expectativa estaba en términos medios: por una parte, una muestra más de que los grandes estudios no piensan arriesgarse a producir nuevas franquicias. Por otra, intriga. A final de cuentas, juegan a su favor dos factores, el primero es que la película original, tuvo una genial caricatura que prosiguió las aventuras de Lydia y the Juice. No sólo ello: el compromiso del director y su protagonista ante el llamado a realizarla, era prometedor.

Acompañados por el regreso de Winona Ryder y Catherine O’Hara, así como el añadido al elenco de la nueva musa de Burton, Jenna Ortega y Justin Theroux, Beetlejuice Beetlejuice es un maravilloso regreso a la estética que amamos del artista pero que totalmente, falla en su relato. Un mejor intento del esperado, eso sí.

Crítica de Beetlejuice Beetlejuice
Ahí está en segundo plano pero Bob te robará el corazón. Imagen: Warner Bros.

“Entren, si se atreven”: de qué va Beetlejuice Beetlejuice

Años después de los sucesos del primer filme, Lydia ahora es la anfitriona de un popular programa de TV, donde comparte crédito con un interesado productor. Sin embargo, la tragedia azota a la familia Deetz y deben regresar a Winter River para un encuentro más con el más allá y los entes que ahí habitan, incluido al infame bio-exorcista.

Con Beetlejuice Beetlejuice es imposible negar que el encanto Burton sigue vivo a pesar de tantos tropiezos en sus últimos trabajos. La atmósfera aterradora, los personajes bizarros y los entornos cuasi expresionistas, mantienen viva esa identidad que ha fascinado a millones. El diseño de producción es impecable, un viaje que juega entre lo nostálgico y una mayor libertad de plasmar sangre y violencia para aquellos que dejaron su infancia con la primera cinta. En ese sentido, el trabajo es irreprochable, una postal perfecta del inframundo. Diría de ensueño pero en palabras de Betelgeuse, “es más de pesadilla”.

Nada de ello funcionaría si no tuviéramos este collage de retorcidos personajes encabezados por Keaton en su regreso como el fantasma obsesionado con la figura de Lydia. El hombre es la estrella absoluta de la película: no hay diálogo suyo que no desborde ese carisma, la perversión de un cínico siempre en busca de su interés y del placer. Si él aparece a cuadro, la secuencia es diversión total, como su flashback de épica italiana o su número musical (“¿a quién no le gusta una buena secuencia onírica?”, pregunta a cuadro). La dupla Keaton-Burton es un triunfo que debería explorar otras historias.

Crítica de Beetlejuice Beetlejuice
Todo un romántico… Aunque el FBI podría tumbarle la puerta por andar fantaseando con una adolescente. Imagen: Warner Bros.

Entre lo novedoso de este universo paranormal está Willem Dafoe, otrora estrella de acción convertida en detective fantasma con la misión de dar con el paradero de una succiona almas ávida de venganza. Él vive obsesionado con sus glorias de vida, aunque más bien da impresión de una fama moderada en el serie B que le ha dejado secuelas de como actuar ante situaciones tensas. Una encarnación muy divertida del cliché policiaco.

Pero cuando subimos al mundo de los vivos… Aquí es cuando todo merma en Beetlejuice Beetlejuice. A Winona Ryder nunca se le ha pedido mayor destreza actoral y por supuesto, sólo cumple con el trámite pero carajo, Jenna Ortega es de lo más irritante en su pose de adolescente moderna sabelotodo odiatodo, bla bla bla. No hay un atractivo hacia su presencia ni al conflicto que eventualmente enfrenta mismo que, aparte, tarda en llegar, dejando en evidencia el gran problema del filme: su inexistente guión.

Burton creó un producto hermoso endulzado con nostalgia cuya historia intenta irse por distintos caminos paralelos sin profundizar en alguno. Que si los conflictos familiares entre los Deetz, Betelgeuse siendo perseguido por la exesposa, la relación tóxica de Lydia, el primer amorío de Ortega… Llega el punto en que quiere contar tanto que resulta aburrido e inconexo, no es sino hasta mitad del segundo acto que al fin toma una forma definitiva hacia una comedia de enredos que no necesitaba auto exigirse tanto para funcionar. Digo, de entrada el personaje de Monica Belucci no tiene sentido alguno más que verse hermosa. Se agradece, pero no aporta en lo más mínimo a la trama.

Crítica de Beetlejuice Beetlejuice
La intención de Jenna es ser esa réplica de lo que fue Winona en los 80 pero si ya sabes como son los jóvenes de ahora… Entenderás el desagrado a su actuar. Imagen: Warner Bros.

“Ten, mi corazón”: ¿debe o no verse Beetlejuice Beetlejuice?

¿De qué sirve hacer secuelas si al final todos dirán ‘no está a la altura de la original’? Precisamente para atraer gente a base del morbo y fanatismo, que más. La película se va entre su lúgubre exterior, una avalancha de nostalgia y ocasionales chispazos de ingenio (lo del Soul Train es… Maravilloso) pero sin una historia en concreto y aparte, mucho reciclaje del argumento de su antecesora. Todo queda como un simple espectáculo de efectos especiales prácticos donde, al menos, se ve que cada involucrado se divirtió a lo grande.

Innecesaria en esencia, con ligeros latidos aquí y allá que hacen brillar su podrido corazón. Te reirás y la pasarás bien pero como ocurre hoy en día, la olvidarás pronto. Al menos sale ese tremendo temazo de los Bee Gees. Ahí ni como quejarse.

Fotógrafo y reportero desde 2015, programador del Festival Macabro, profesor de Historia del cine en la FES Acatlán y coordinador de materiales en Filmin Latino.

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