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The Cult – Under The Midnight Sun
The Cult está de regreso con Under the Midnight Sun, una de las placas más ambiciosas de su discografía. Checa nuestra reseña.
Durante sus ya más de cuarenta años de carrera artística, la dupla mística entre Ian Astbury y Billy Duffy se ha consolidado como una de las más prolíficas de la escena rockera de ya varias generaciones y con un gran nivel de calidad como constante. Pero, ¿cómo se puede medir o asegurar esto? Pues porque su discografía se ha compuesto por eficientes colecciones de canciones que siempre arrojan nuevos clásicos a consagrar durante los sets de sus conciertos y también porque a pesar de que el nivel de popularidad masivo que The Cult alcanzó durante la década de los ochentas decreció considerablemente; con los años su base de fans los ha decretado precisamente como eso, como una banda de culto. Un culto en el que cual logia, su membresía es todo un orgullo para el militante.
Esta entidad engendrada como The Southern Death Cult en medio de la escena post punk y gótica británica de principios de la década de los ochentas, era básicamente la creación de Ian Astbury, quien desde entonces se caracterizó por su potente y profunda voz, definida por una peculiar influencia por lo que se conoce como la Cultura Nativa Americana (propiamente de lo que eventualmente se convertiría en los Estados Unidos de Norte América).
Al poco tiempo la banda redujo su nombre a Death Cult ya con Billy Duffy incorporado, quien para entonces ya era un prominente guitarrista de la escena punk en Manchester. Así que ya montados en un prolífico esquema de composición, el sonido de la banda se definió y cobró vida.
El espíritu oscuro de las liricas y la dramática interpretación de Astbury siempre rondaría entre determinantes líneas de bajo (características del post punk), y del tan brutal como exquisito trabajo de Duffy en la guitarra, definido por sutiles armonías y filosos riffs que poco a poco los irían emparentando con la escena hardrockera que estaba por explotar en el mundo. Así que todo esto fue mera transición, porque 1984 ya vio a la banda debutar ante la televisión británica como The Cult.
Pero esa es tan sólo la historia sobre la que se erigió el escenario en el que The Cult vino a entregar Under The Midnight Sun, el onceavo elemento de su discografía.
Under the Midnight Sun: una de las obras más oscuras de The Cult
Previo a este lanzamiento, Ian Astbury declaró a Pólvora que él es un “Hijo de la Guerra”. Por lo que ahora bajo esa misma tónica decantó su inspiración en Under The Midnight Sun, un “Hijo de la Pandemia”. Ambos son producto de la incertidumbre, la muerte y la desolación. Pero afortunadamente ahora Astbury y Duffy son unos artistas consumados que sacaron provecho del encierro y arropados por su talento, engendraron una vez más una gran colección de crípticos capítulos sonoros.
Bajo un sol en Europa que por conjunción de temas astrales y geográficos se oponía a desaparecer, Astbury recibió la inspiración para conceptualizar esta onceava entrega de su labor como líder de este culto y en complicidad armónica con Duffy, The Cult creó uno de sus discos más oscuros y de mayor densidad sonora hasta la fecha.
Así que dejando atrás (quizás momentáneamente, no lo sabemos), esa energía desbordada en el peculiar estilo pesado de la banda acuñado en peligrosos riffs, dosificados por el característico bajeo de la banda (el cual ya ha pasado por varias manos siempre altamente calificadas), en esta ocasión la dupla optó por volver al pasado de sus inicios góticos, aunque con una frescura tal como si el tiempo no existiera y fuera mera referencia para concebir un sonido enriquecido (ahora sí), por la madurez que sólo dan los años y su talento original pero ahora sublimado.
Para este embate ante la mortal amenaza con que la madre naturaleza ha sentenciado a la raza humana, The Cult fortaleció su trinchera con Charlie Jones en el bajo, un veterano que se ha curtido en las filas de Robert Plant, Page and Plant y Goldfrapp, el cual maneja las cuatro cuerdas con tal maestría que incluso nos hizo creer que de nuevo estábamos ante Jamie Stewart, el responsable de los latidos en los míticos cuatro primeros discos de la agrupación.
Rompiendo con las costumbres, en la batería por primera ocasión durante los 16 años que lleva ya como integrante de la banda, John Tempesta se ausentó de su cargo. Y en lo que parece ser un mero recurso como músico de sesión, para este apartado se contó con la participación de Ian Matthews, el baterista de Kasabian, quien en su cuenta de Instagram publicó el siguiente mensaje:
“Estoy increíblemente orgulloso de haber formado parte en esto. Gracias a The Cult, Ian Astbury, Billy Duffy,Charlie Jones y Tom Dalgety. Hicimos este disco durante una etapa en la que necesitaba de una balsa para aferrarme, ante un mar que parecía no tener fin durante esos 2020 y 2021. Estaré por siempre agradecido!”
Para los controles técnicos (grabación, producción y mezcla), optaron por la sangre nueva y la encontraron en las venas del también británico Tom Dagelty, quien ya carga en sus hombros con algo de la responsabilidad del éxito (artístico y comercial) de Ghost, Opeth, Killing Joke, Rammstein, Skunk Anansie y Pixies entre varios artistas más. Y para dejar aún más profunda su huella, Dagelty también participó en la composición de cinco de los ocho temas del disco, en los que también tocó algunas partes de guitarra.
El equipo se complementó con la participación del tecladista Damon Fox (Ringo Starr, Matt Sorum), y ya con todo dispuesto se encerraron en los Rockfield Studios en Gales, mientras que Astbury trabajó a la distancia desde California.
El viaje introspectivo inicia precisamente mirando hacia el espejo, con Mirror y A Cut Inside. Un par de temas que quizás son los más parecidos a lo que musicalmente The Cult había venido haciendo desde sus últimas cuatro entregas, un rock duro y rico en estridencia. Pero con Vendetta X nos llevan hacia la oscuridad, entre parajes texturizados a punta de pincelazos ya conocidos. Las líneas que dibujan Duffy y Jones con sus instrumentos nos guían para caer parados, sobre un territorio ya conocido y que nos regocija volver a visitar.
Los tiempos primigenios de este culto son revisitados y Give Me Mercy (la canción que fue dada a conocer como el primer sencillo de UTMS), ya se desplaza por un sendero abierto. Pero a pesar de ello, Duffy va abriendo paso con cortes contundentes de su “Falcon Stern” (una bella guitarra blanca Gretsch customizada, réplica de su propia “Sanctuary” 1975 White Falcon), y durante la marcha incluso deja ver algo de luz. Y con la misma fuerza llega Outer Heaven, envuelta en el novedoso recurso al que The Cult se acercó en esta ocasión, los arreglos de cuerdas y orquestales.
Desde hace muchos años The Cult instaló su centro de operaciones en California, entre la riqueza cultural que les ofrece precisamente estar inmersos en el caldo de cultivo de la diversidad de culturas que los rodea. Así que entre ritmos que bien navegan entre el Caribe y las costas brasileñas, Knife Through Butterfly Heart nos embelesa. Pero ese fue sólo el queso que nos trajo hacia la trampa, sólo para ser engullidos por un descomunal arreglo orquestal guiado por un majestuoso trabajo en guitarra de Billy Duffy. Quizás The Cult nunca había arriesgado tanto, para en consecuencia también haber ganado tanto.
Impermanence prepara ya el camino de salida de este periplo y de nuevo nos regresa por los territorios de oscuridad. La caída es libre y la maestría del bajeo y los bellos rasgueos de la guitarra nos vulneran. The Cult nos ha hecho su presa, pero ante tal belleza sonora nadie opone resistencia.
Cerramos los ojos y Under The Midnight Sun bien podría funcionar como la escena final de créditos en una película, pero no de cualquier película. Esta sería una obra de autor, con fotografía aérea refinada, sobrevolando por algún muy caro y exclusivo destino turístico en la costa francesa. Para esta pieza final se inspiraron en un trabajo que Tom Dagelty compuso y arregló para una orquesta de 36 músicos en Praga y en consecuencia el resultado aquí también fue sencillamente descomunal.
Haciendo referencia a lo que se mencionó líneas atrás y usando al tiempo como una mera referencia, Under The Midnight Sun es una obra musical atemporal. Decir que se trata de un trabajo adelantado a su tiempo es un riesgo porque la escena musical ya no está siguiendo un desarrollo lógico y es incierto a dónde va a ir a parar. Así que de manera más justa parece que estamos ante un trabajo que trasciende dimensionalmente. Una obra que requiere no más que disponibilidad para su escucha, virgen de prejuicios y etiquetas.
En un mundo utópico Under The Midnight Sun merecería vender millones de copias y llevar a The Cult de gira por cualquier rincón del mundo para interpretar esta obra en su integridad. La humanidad se lo merece, pero es que quizás tampoco esté preparada para ello. The Cult se ha sublimado una vez más.