Cine
Crítica de Tár, una película perfecta que brillará en el Oscar
Finalmente llega a salas mexicanas Tár, película nominada a Mejor película en la próxima entrega del Oscar.
Nominada a seis premios Oscar, Tár, el regreso cómo director de Todd Field tras 16 años de ausencia, es la película más relevante en cuanto a discurso que se haya lanzado en mucho tiempo, en especial a un nivel masivo. Protagonizada por Cate Blanchett, quien ya tiene más que cantada su segunda estatuilla a mejor actriz (aunque francamente, no es su mejor actuación), el filme plantea de excelente forma el latente dilema de separar al artista de su obra en un drama psicológico meticuloso que juega entre la ironía, lo trágico y la hipnótica psique de su decadente protagonista.
Field nos lleva de vuelta a sus temas predilectos, entre declives personales y obsesiones tormentosas, en medio del comentario hacia la actual cultura de la cancelación. Sin ser su mejor cinta (debutar con una obra de arte como In the bedroom y tratar de superarla no es fácil), es una voz oportuna para una era de benevolencia gratuita. ¡Por mí, qué gane a mejor director!
Tár, un alma vieja en un mundo nuevo
Lydia Tár es la directora de orquesta más prolífica de los últimos años. Gracias a su talento y reconocimiento en la industria, ella se convirtió en la primera mujer en dirigir a la Filarmónica de Berlín. Sin embargo, todo el genio que concentra se ve eclipsado por su vida personal en la cual, salen a relucir acusaciones de abuso sexual y favoritismos. El poder la corrompió y alejó de las raíces que la llevaron a amar la música en primer lugar. Ella es el cinismo encarnado, cayendo por una espiral de la que no tiene escapatoria en una sociedad fanática de señalar.
Tár raya en la perfección. Pocas veces se ha puesto sobre la balanza el escrutinio tan severo en el que se desarrolla un ambiente así junto al placer cuasi hedonista y la figura que representa la protagonista. Este no es el panfleto conservador que muchos críticos estadounidenses comentan. Al contrario, la historia señala como cualquier persona, sin importar sus preferencias, género, raza o anexas, es facilmente corrompida por las facilidades que el mismo sistema le brinda.
En ese sentido, Lydia Tár es un personaje muy humano que no le teme a sus impulsos. La honestidad y lo firme de su carácter la llevaron a triunfar pero su manera de pensar, denota la profunda brecha generacional que existe. El plano secuencia de la master class en el Conservatorio Julliard pasará a la historia y será analizada en el futuro para entender lo que ocurría en estos años.
La forma en la que ella enfrenta a un alumno será agresiva para muchos pero funciona bajo el principio de la lógica. Un joven de esos muy modernos se niega a tocar a Bach porque fue un maligno compositor blanco con una cuestionable vida sexual. Aquí es cuando entra el conflicto del artista en la cultura de la cancelación y lo peligroso que es prohibir o cerrarse a conocer sobre un tema para evitar incomodidades. “El arquitecto de tu alma son las redes sociales”, le responde Tár. La gran y trágica verdad del siglo XXI que tiene tan cegados y divididos a todos detrás de los espejos negros.
Lo complejo entra cuando, a pesar de la locuacidad de su hablar, no existe justificación alguna para el rastro de abusos que dejó a su paso ni el marcado narcisismo de su personalidad. Aunque el conflicto se desata a partir de un video sacado de contexto, esto ayuda a develar los defectos de su personalidad y cuando empieza a afectar su entorno, Tár posee elementos de thriller psicológico que recuerdan en guiños a Jacob’s Ladder. Lydia es obsesiva compulsiva y su trastorno empeora al volverse más sensible al ruido, a sufrir dolores físicos y sufrir el mismo acoso que ella impulsó a través de un extraño culto a la personalidad.
Muchos se quejan de la duración de dos horas y media pero después de repasarlo en mi mente, me parece perfecta. Desde su exageradamente larga introducción de personaje que juega con la idea de alguien tan virtuoso siendo vanagloriado por ello, el quebranto en su familia por la sombra de las infidelidades y deseos, hasta el jocoso epílogo (fans de Monster Hunter, regodéense), cada escena tiene un sentido entre el comentario social y la tensión que provoca. A eso añadamos la maravillosa partitura de Hildur Guðnadóttir y es una fórmula para el éxito.
Si hay algo negativo de que hablar… Es tristemente Cate Blanchett. Curioso que Tár aborda el no idealizar a tus ídolos y para encarnarla, tenemos a una de las actrices más aclamadas. Pero el estilo de esta Blanchett se siente a un refrito de sus personajes de Blue Jasmine y Carol. Es la mujer de clase alta de sonrisa torcida y vestir elegante, ebria de poder y vanidad. Un retrato que debió explotar mejor, pues sólo arriba del podio se siente una conciencia más trabajada de lo que vuelve único a Lydia.
La verdad sea dicha y odio hacerlo: Tár ahuyentará a muchos porque el tono, sí peca de pretencioso, en parte por este contexto de alta cultura que imparten las orquestas. Vaya, tantas metáforas musicales en varios diálogos resultan cansadas. Así que si no estás dispuesto a ver semejante derroche de glamour, abstente.
Conclusión
Tár no busca complacer a nadie, es el más puro estado de rebelión del arte. Al ser la antítesis del discurso manejado actualmente en redes sociales, incomodará a muchas personas y eso, la vuelve perfecta, a pesar de que Blanchett no está en su mejor desempeño.
Faltaba una pieza en 2023 que fuese trasgresora, que hiciera pensar al espectador en cada secuencia sobre las acciones de su errática protagonista. Corre a verla.